Capítulo 14

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ᛈᛟᚱ ᛗᛁ ᚲ︍ᚢᛚᛈᚨ ᛊᛖ ᚠᛟᚱᛃᛟ ᛚᚨ ᚺᛟᛃᚨ ᚲ︌ᛖ ᚨᚲ︍ᚨᛒᛟ ᚲ︍ᛟᚾ ᛗᛁᛊ ᛁᛊᛚᚨᛊ ᛈᛟᚱ ᛗᛁ ᚲ︍ᚢᛚᛈᚨ ᛊᛖ ᚨᚲ︍ᚨᛒᛟ ᛚᚨ ᛗᚨᚷᛁᚨ

"Por mi culpa se forjó la hoja que acabó con mis islas. Por mi culpa se acabó la magia."

El día siguiente Lyra y Kenaz lo pasaron preparándose para salir de viaje.
— Iremos al South Blue, ¿que te parece? Creo que aquí no avanzaremos mucho más — le dijo ella a Kenaz mientras cargaba con las bolsas de comida que habían comprado.
Esta vez añadió a la cesta de la compra una cantimplora de metal que usaría precariamente para hervir agua en caso de necesitarlo.

Kenaz, con el fuego que tenía en su interior no tenía problemas en beber de cualquier río o charco, pero Lyra era plenamente consciente de que ella no era un dragón, y que cualquier bacteria, virus o nematodo se la podría cargar, o como mínimo darle dolor de barriga. Aunque nunca le hubiese pasado nada, con la madurez llega la responsabilidad y el sentimiento de vulnerabilidad, sabiendo que solo tenía a Kenaz quería cuidarse para no preocupar a su escamoso compañero.

Repasó en su lista mental que lo tuviese todo listo, y poco a poco, su mente divagó inconscientemente hacia aquellos días con Luffy y Ace en las montañas, eran capaces de instalarse donde hiciera falta, vivir de lo que el bosque les daba y metían el hocico en cualquier cuerpo de agua para beber. Con lo que ha leído de salud le sorprende que siguiesen vivos.
Kenaz ronroneó para hacerle saber que estaba de acuerdo, un gesto que la sacó de su ensimismamiento.

Después de comer ambos salieron a entrenar, a Lyra le apetecía hacer ejercicio, tenía ansiedad por quemar adrenalina, por lo que fueron a la playa que quedaba a la derecha del risco, que era de difícil acceso debido a los propios acantilados y formaciones rocosas que la envolvían.

Aterrizaron en la arena, Lyra se descalzó, se quitó la camiseta de manga corta que llevaba y tiró el sombrero sobre esta, quedando sólo en sujetador, se soltó el pelo (previamente recogido en una sencilla trenza) dejándolo caer salvaje por su espalda y comenzó a estirar para después salir corriendo hacia la otra punta, Kenaz que no tenía ganas de hacer mucho, por lo que el dragón se echó a dormitar bajo el calor del sol.

Lyra decidió pasar la tarde corriendo y haciendo katas con la lanza mientras el viento la acariciaba a cada movimiento que hacía, mientras que el sonido de las olas le hacían compañía, mientras los árboles rugían a su espalda...

Una tortura, la tarde se le hizo muy larga, era plenamente consciente de cada segundo que pasaba mientras hacía ejercicio. Y eso se debía a que había perdido fuerza durante estos días que había estado sin entrenar ni pelear.

A media tarde se tiró al lado de Kenaz, provocando que el dragón diese un respingo al comprobar que era ella resopló y se levantó.

— ¿Ahora que me tumbo te vas? — le dijo haciendo una visera con la mano para que no le molestase el sol.
Lyra comenzó a acariciarle la quijada consiguiendo que se sentase y apoyase la cabeza sobre su estómago.

En un momento dado, estiró la mano derecha hacia el cielo, queriendo tocarlo. El sol había pasado de su cénit dando paso a un azul y hermoso cielo vespertino. Su mano enguantada protegia su vista de la intensidad de los rayos del sol.
Cuando se dió cuenta, la gema azul del guante estaba iluminada, como si los rayos del sol atravesasen la palma de su mano y llegasen directamente a la gema en el dorso de su guante.

Comprobó si con la otra mano sucedía lo mismo. Así era. Y lo que es más, dentro de la gema azul de del guante izquierdo se podía ver la runa Inguz, muy relacionada con Yggdrasil, el árbol de la vida y la muerte. Mientras que en la gema del guante derecho se veía la runa Raido, la de los viajeros.

La Última VikingaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora