Capítulo 15

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ᚢ︍ ᚾᚨᛞᛁᛖ ᛗᛖ ᛟᛞᛁᛟ ᛈᛟᚱ ᛖᛚᛚᛟ ᛗᛖ ᚠ︍ᛟᛚᚠ︍ᛁᛖ‍ᚱᛟᚾ ᚨ ᚨᚲ︍ᛟᚷᛖ‍ᚱ ᛊᛁᚾ ᚢ︍ᛟ ᛗᛖ‍ᚱᛖᚲ︍ᛖ‍ᚱᛚᛟ ᚢ︍ ᚲ︍ᚨᛚᛗᚨᚱᛟᚾ ᛚᚨ ᛏᛟᚱᛗᛖᚾᛏᚨ ᛞᛖ ᛚᛚᚨᛗᚨᛊ ᚲ︌ᛖ ᛊᛖ ᛞᛖᛊᚨᛏᚨᛒᚨ ᛖᚾ ᛗᛁ ᚲ︍ᛟᚱᚨ‍ᛉᛟᚾ

“Y nadie me odió por ello. Me volvieron a acoger sin yo merecerlo y calmaron la tormenta de llamas que se desataba en mi corazón”

Lyra y Kenaz aprovecharon para
investigar la aldea y tomar posiciones en la isla, como era una isla muy grande, pasó hora y media antes de que los sintieran en la distancia, por alguna razón Lyra los sentía acercarse sin siquiera verlos, como si sintiese vibraciones bajo sus pies, supo interpretar que eran los pasos de aquellos intrusos, y por la media intensidad que tenían podía deducir que no estaban lejos. Sentía un conocimiento pleno de lo que sucedía en la isla.

Lyra los esperaba sola plantada delante de la primera casa, firme y con la lanza en vertical bien sujeta por su mano enguantada, con la culata clavada en el suelo. Su sombrero protegía sus dorados cabellos del viento, ese día llevaba una trenza, pero las rápidas y cambiantes ráfagas la hacían bambolearse de un lado a otro. La mochila, las alforjas y el resto de sus cosas las dejó en el salón principal de la aldea, el salón de hidromiel.

Aquel páramo helado bien podría considerarse un desierto terrible y mortal.
Sentía el punzante mordisco de aquel inusual frio en su brazos desnudos, podía aguantarlo bien, era una de las cosas de las que más se enorgullecía, era del norte y aunque llevaba tiempo alejada de las nieves perpetuas de sua aldea, podía jactarse de estar acostumbrada al frío.

Sentía la imperante necesidad de proteger la isla. Lo sentía con la misma intensidad que la llamada de la isla.
Era como si la isla quisiese hacerse un hueco en los sentidos de Lyra.
Le perturbaba sentir su palpitar, a un ritmo increíblemente lento.  Y eso se desencadenó en el momento en que ambos pisaron la isla. Como si ésta respondiera a su presencia.
Lo que le molestaba era que, si podía darle nombre a estos latidos que sentía, ¿porqué no podía identificar los que habia sentido durante el viaje?, Lyra se detuvo porque ya no lo sentía, comenzó a buscarlos con sus sentidos alerta. A los pocos segundos los volvió a encontrar, calmados y serenos, y se tranquilizó.

Abrió los ojos esperando a que los piratas llegasen, ya les faltaba solo un par de metros, hacía rato que habían hecho contacto visual.

— Pero mirad que tenemos aquí — dijo un hombre con el cabello azul y una extravagante nariz.

— ¿Cómo no tiene frío? — preguntó uno de sus hombres, con pelo verde oscuro peinado hacia un lado, se abrazaba por los lados encogido en su chaqueta mientras intentaba disimular el goteo de su nariz.
Lyra iba con una camisa blanca y azulada que estaba en sintonia con los colores de la isla.

— Perdonad si no era lo que esperabais ver, no suelo recibir visitas. ¿Qué queréis? — preguntó imperturbable.

— Creo que es bastante obvio que somos piratas, todo lo que brille nos sirve — dijo el capitán avanzando mientras fijaba su vista en la aldea tras ella, este intentó fingir fuerza ocultando, infructuosamente, el castañeo de sus dientes.

Una llamarada de fúria la animó a dar un paso adelante, no era típico de ella, y menos por un lugar que no conocia, pero sentia una atracción irremediable hacia la isla. Lyra no iba a permitir que saqueasen la aldea, no mientras ella pudiera evitarlo.

— Todo lo que ves es mío, tendrás que pasar por encima de mi. Que dé un paso adelante todo aquel que quiera morir y que de media vuelta el que no quiera problemas. Última oportunidad. — Dijo afianzando su agarre en la lanza.

La Última VikingaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora