Capítulo 14

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            Me despierto con el sonido del teléfono fijo de casa. ¿Qué coño?

— ¿Sí? — el corazón se me va a salir de la boca, solo espero que mi hermano Manuel esté bien.

— ¿Por qué no me cogías el móvil? – me gritan.

— ¿Lola? — es ella estoy seguro, pero arrastra mucho las palabras y parece que además solloza.

— ¿Quién va a ser si no? — lo dice tremendamente cabreada.

— No lo sé. Me has despertado y me has asustado. ¿Estás bien?

— ¡Tío! — ¿Mi sobrino?

— ¿Eros?

— ¡Déjame el móvil, Eros! — se oye a Lola de fondo.

— Tío, tienes que venir a recoger a Lola. Está fatal la tía y va a cometer una locura.

— ¿Qué clase de locura?

— ¡Joder, Lola! Suéltame. En serio me voy a cabrear contigo — se oyen unos ruidos, imagino que están forcejeando. Es raro que mi sobrino pierda los nervios de esta forma.

— ¿Hola? — ¿Y ahora quién habla? Sigo oyendo los sollozos de Lola y las voces de mis dos sobrinos. La madre que la parió, seguro que ha bebido demasiado otra vez. ¿Qué coño le pasa?

— Hola ¿Quién eres?

— Uuff. Hola, soy Marta — También se le va un poco la lengua al hablar, pero menos que a Lola. Y encima habla con un acento andaluz cerrado. — Verás, mi amiga está muy borracha. Tienes que venir a por ella y hablar con ella.

— ¿Yo? ¿No podéis hablar vosotros con ella? — Sigo oyendo voces de fondo.

— Claro que podem... hip... podemos, pero es que ella tiene que hablar contigo. Verás, si mis informadores no mienten, estás colado por mi amiga — Silencio. ¿Ha dicho que sus informadores dicen que estoy colado por ella? ¿Qué tenemos diez años?

— Bueno, lo que te decía, si ella te mola, ven a por ella y bésala tío, porque verás, ella se va a liar con el primero que pille aquí, y luego se va a arrepentir, porque tú le molas un huevo también. Y al final ella llora, tú lloras y se monta un pitote de la hostia aquí. Vaya drama y esas chorradas... — oigo un ruido seco.

— Tío — Es mi sobrino otra vez.

— ¿Se puede saber que está hablando la chica esa? — estoy muy nervioso. Porque acaba de decirme que le gusto a Lola.

— ¿Acaso es mentira tío? ¿Acaso no te gusta Lola?

Silencio. ¡Mierda!

— Bien. Te mando la ubicación. No tardes, Lola está descontrolada.

Pi, pi, pi, pi ¡Joder! Vale voy a vestirme.

Miro el móvil y tengo ¡Hostias! Veinticinco llamadas perdidas de Lola. Vale, recapitulemos. Le gusto. Eso ha dicho su amiga. Pero está descontrolada.

Entro corriendo al baño y me lavo un poco. Abro el armario, cojo una camiseta y un vaquero. Me los pongo corriendo y me calzo unas deportivas. Salgo corriendo al coche. Me ha llegado ya el mensaje con la ubicación. Cojo el coche y salgo como alma que lleva el diablo. Me pongo música para relajarme porque estoy atacado de los nervios. Y no me interesa matarme antes de llegar a recoger a Lola. Porque por loco que parezca las palabras de su amiga Marta me carcomen por dentro.

Llego a una céntrica calle de Madrid, creo que por el camino me he saltado todos los semáforos que me he encontrado, pero, la verdad, es que ni recuerdo pasar por los semáforos. Me han dicho que Lola iba a cometer una locura. Y quiero que las locuras las cometa conmigo y solo conmigo. Sé que es egoísta, pero, no puedo pensar otra cosa. Llevo dos meses sumido en su perfume, abrazándola todas las noches sin sentir que fuese para mí, cogiendo las migajas que la situación me ofrecía. Dios, amo a esa mujer. Sus ojos, su sonrisa, su pelo, su sonrisa, su forma de enroscarse el pelo en sus dedos cuando se pone nerviosa. Y no sé si hacerlo, si lanzarle al vacío, si es un error o no, pero Andrés tiene razón, por una vez en su vida, la tiene. Tengo que lanzarme sin miedo al fracaso. Eso es de cobardes. Y yo no lo soy ¿no? Ella lo merece. Pero sus palabras de esta noche, justo antes de irse, me han dejado hecho polvo. Polvo de verdad. Iba tan preciosa.

Enséñame a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora