Capítulo especial narrado por: LOLITA
Han pasado seis días desde que me drogaron y acabé en el hospital. La policía por lo visto ha venido a verme, pero aún no han entrado. No tenemos noticias de Javi. Ni sus amigos ni sus hermanos saben nada. No pueden localizarle al no llevar el teléfono, pero ni siquiera Bryan sabe nada. Espero que la información de la policía sea más completa o al menos me den una pista. Hoy me darán el alta médica, el bebé está sano y yo también. No quedan restos de droga en el organismo y parece que puedo llevar una vida medianamente normal. Manteniendo siempre cierto reposo hasta que después de las revisiones me den el alta total. Me han dicho que no debo preocuparme, pero eso es imposible. Javi no aparece y gracias a algunas de mis compañeras en la compañía he sabido que Paul también está en Berlín. Solo espero que no le haga daño a mi grandullón.
Hace un par de días, hable con mi padre y con Marcos, para contarles por encima lo que pasaba. Llegaron anoche a la ciudad. Carlos, que es con quien mayor relación estoy teniendo en este proceso, los traerá en un rato para que los pueda ver.
La puerta se abre y los mismos agentes del otro día entran. Tan serios como el primer día. Y yo pensando que Javi me pareció sieso el primer día. Estos son los reyes de los siesos. Y Javi es hasta divertido. Jajaja.
— Señorita Luján – Asiento a los agentes, el agente 1, que es el más borde y el más mayor de los dos pone a los pies de la cama un maletín negro de metal. Nunca había visto uno similar. Al menos no fuera de una película o serie policiaca de esas que a mi amiga Marta le chiflan. Mientras abren y preparan el maletín, otra mujer vestida de calle entra hablando por teléfono. Es muy alta para ser una mujer. Es rubia, con un moño estirado y extremadamente atractiva.
— Señorita Luján – la mujer se acerca a mí y me tiende la mano a modo de saludo mientras cuelga el teléfono – Soy la teniente de la policía Blanca Cruz. Estoy al mando de su caso después de hacer algunas averiguaciones. ¿Cómo se encuentra?
— Mejor, hoy me darán el alta.
— Me alegro mucho. Y enhorabuena por su embarazo – me señala el vientre. Asiento con la cabeza
— ¿Han sabido algo de mi novio? – la mujer me mira.
— Algo hemos sabido sí. Ahora la pondremos al día de todo. Pero antes hablemos un poco.
— Vale – estoy bastante nerviosa, la mujer es muy seca hablando y no parece muy simpática, aunque se esfuerza mostrándome una sonrisa.
— Bien – pone una grabadora – voy a garbar la conversación. En parte es una declaración. No necesita abogado porque usted no es más que una víctima. ¿Está de acuerdo con ser grabada? – asiento – firme aquí – me pasa unos papeles y un boli. Leo y son mis derechos. Imagino que es lo normal en una declaración. El agente 2 recoge el papel que firmo y lo guarda en una carpeta. – ¿Cómo y cuándo conoce usted al señor Schmidt?
— Lo conocí el año pasado en Málaga, en una convención de aviación. Se me presentó en una fiesta posterior a la feria y nos acostamos.
— O sea, que tuvo relaciones consentidas con él.
— Si.
— ¿Recuerda donde fue la fiesta donde le conoció?
Hago memoria, de esto hace un año. – No recuerdo el nombre de la discoteca. La organización nos consiguió las entradas y las repartían en la entrada a la gente que tenía la acreditación del evento – observo que el agente 1 está tomando nota de todo.
— Vale. ¿Tiene más citas o comienza una relación con el señor Schmidt?
— No. Bueno esa noche en el hotel donde me llevó para... ya sabe – agacho la vista con vergüenza – me dijo que era directivo de la compañía aérea y me dijo que si quería un puesto, cuando aprobase los exámenes, le llamase. No volví a verle hasta que me incorporé en plantilla unos meses más tarde – Ese día conocí a mi grandullón. Una lágrima traviesa asoma por mi ojo derecho. Restriego mi mano y la elimino antes de que la vean.
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Enséñame a volar
Romans"Si a mis 38 años, soltero, friki y hogareño me dijesen que mi vida iba a cambiar radicalmente en un segundo. Me reiría en la cara del que fuese. Pero, dicen que quien ríe el último ríe mejor y te digo desde ya, que fui el primero en reírme y el que...