Capítlulo 15

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            Acabamos de aterrizar en el aeropuerto de Dubái. Es un destino en el que no he estado nunca y la verdad, estoy deseando llegar porque Desde mi primer beso con Lola, han venido muchos más. Y muy subidos de tono. Pero quiero que la primera vez que compartamos la experiencia de llegar hasta el final, sea perfecta y preciosa. Algo que no se pueda olvidar fácilmente. Lola y yo no hemos puesto nombre a nuestra relación, me agobian las etiquetas, ella lo sabe y no ha intentado sacar el tema, pero desde que fui a buscarla a esa discoteca no podemos dejar de arrinconarnos en cualquier lugar de la casa para besarnos y tocarnos. Al día siguiente, tuvimos comida familiar y era la primera vez en que mi familia, me estorbaba, quería encarecidamente que se fueran. Lola supo guiarnos para poder escondernos y besarnos como dos adolescentes que tienen que ocultar su mayor secreto. Mis sobrinos no hacían más que reírse y tirarnos pullitas delante de todos.

Enzo vino a hablar conmigo cuando preparaba el postre en la cocina. Y me habló con mucha sinceridad, para eliminar esa sombra sobre él y Lola.

— Menos mal que por fin os habéis liado — me dice — Anoche vi claro que Lola está loquita por ti — me da un empujón con su hombro.

— Yo no estaba seguro. — le miro buscando comprensión y apoyo. Carlos entra en la cocina y se une a la conversación.

— ¿Así que tú y Lolita eh? Menuda sorpresa – Mi hermano, al principio no quería que Lola y yo tuviésemos algo. La diferencia de edad y sobre todo que sea casi como sus hijos, le hacían verlo con malos ojos. Pero poco a poco, conociéndola y viéndome con ella, se ha dado cuenta de que no hay mucho que hacer. Estoy loco por esa mujer.

— No me juzguéis ¿vale? Carlos tu mejor que nadie debería entenderme. ¿Tan seguro estabas de que una chica como ella, de veinticinco años y tan distinta a ti o a mí, estaría con un carca como yo?

— Tío, no eres ningún carca. ¿Por qué piensas eso? A Lola se la veía a leguas que estaba loquita por ti. — mi sobrino a veces es más listo que yo. O yo simplemente me cegué por mis inseguridades.

— Déjalo — Alfonso también entra en la cocina — es tonto del culo. Siempre ha tenido a medio pueblo rendido a sus pies y ni siquiera se daba cuenta.

— No te pases Alfon. Yo no soy un ligón. Las mujeres me rehúyen. Vosotros lo sabéis mejor que nadie.

— Eso es lo que tú piensas — Carlos mete la mano en el pastel de Enzo y coge nata. Se relame los dedos mientras sigue hablando — Te ligaste a la chica más guapa del insti sin ni siquiera intentarlo. Grace estaba colada por ti. Pero la dejaste. No sé qué has tenido todo este tiempo en la cabeza. Mira Sara. Está colada por ti desde el colegio y no la haces ni caso.

— Bueno Sara me agobia. No me gusta. Tiene algo que siempre me ha echado para atrás. Grace me enseñó a ser un hombre, pero nunca sentí esa atracción que te vuelve loco y que todo el mundo decía que tenía que sentir — Garce además me hizo el hombre inseguro que soy. Llegué a pensar que esos sentimientos profundos que se sienten por "esa" persona eran utopías, descritos en libros románticos. Jamás me he sentido atraído por una mujer al nivel que siento con Lola. Ahora creo en esas utopías.

— ¿Qué quieres decir? — Enzo se acerca y me escucha con mucha atención. Como si fuese a aprender algo de mí. Alfonso y Carlos también esperan mi respuesta.

— Cuando tengo a Lola cerca... sueño. Me veo con ella de la mano, dando paseos, o hablando. Ha entrado en mi mundo sin suponer un estorbo. La he dejado ser cariñosa conmigo, cuando esas muestras fuera de la familia me abruman. Con otras mujeres me costaba acercarme. Me costaba soltarme y jamás les contaba nada de mí. Ni siquiera a Sara, que lleva en mi vida toda la vida. Cuando toqué a Lola por primera vez en la cocina de casa noté una chispa. Algo se activó en mí. Sentí deseo, un deseo que no había sentido nunca.

Enséñame a volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora