— Lola ya me ha mandado la ubicación — Digo saliendo del baño de mi cuarto donde me esperan, Bryan y su mujer. Aún estoy en shock, aunque me vienen imágenes de su boda y de Lola y mías de anoche. Aún tengo lagunas, pero después de que Bryan me contase todo lo que él sabe, no puedo más que agachar la cabeza. No puedo hacer un puto agujero y enterrar la cabeza bajo tierra, porque no soy un avestruz, pero... es lo único que me apetece. Cojo la ropa que quiero y me encierro de nuevo en el baño. Me lavo la boca, es la tercera vez que lo hago. Me sabe a rayos. Puta marihuana. Bueno, igual el alcohol también influya. Me miro en el espejo y me veo el tatuaje. Es una pasada, la verdad. Es el dibujo que le hice a Lola en su truncada tarta de cumpleaños. Pensé que ni siquiera la había visto. Con todo lo que pasó. Fue nuestra primera discusión y también lo que nos unió aún más. Lola rompió sus barreras conmigo, se sinceró y ahora estamos juntos. Cometiendo "loladas" por donde vamos. Me rozo con la yema de mis dedos la frase. Es su letra. La frase que pone es "Déjame enseñarte a volar, para poder estrellarme contigo". Al paso de mi dedo la sensación es de ardor, escozor y a la vez, sé que la llevaré siempre aquí. En el corazón. Y eso lejos de horrorizarme, porque es bastante grande el tatuaje, me llena de felicidad. Es como si el espacio se llenase de luz.
Llaman a la puerta. Es Bryan, la abre y asoma su cabeza.
— ¿Puedo pasar?
— Claro — le abro más la puerta. Entra y cierra.
— Me gusta este Javi — señala el tatuaje — ¿Qué te ha dado esa mujer?
Le miro, tiene unos ojos marrones verdoso grandes, con largas pestañas. Y unos hoyuelos al sonreír que vuelve locas a todas las mujeres. Eso y sus raíces latinas. — No lo sé — le reconozco — solo sé que la seguiría al fin del mundo. Y que quiero que sea para siempre.
Veo que se pone una crema en la mano — Debes ponerte esto varias veces al día. Para que te cicatrice mejor — todos hemos cometido locuras este viaje.
— Te has casado ¿no? — veo que se tensa — ¿estás bien?
— Tío, es que ayer, estaba de puta madre. Cometí una locura, sí, pero, ¡Joder! Has visto a esa mujer. Es increíble hermano. Es guapa, divertida, extrovertida, una fiera en la puta cama. Pero cuando dije que sí ayer en esa capilla, lo dije sabiendo que al llegar a Berlín eso se acabaría.
— ¿Y? — noto que está poniéndose nervioso. Nunca le he visto así — ¿Ya no es así?
— No sé. Me estoy rallando tío. Ya no sé si cuando llegue a Berlín quiero que esto se acabe — se señala el dedo meñique donde ahora lleva un tatuaje también. Un hilo rojo que le cuelga.
— ¿Qué significa? — le pregunto.
— No lo sé. Ella se lo ha hecho igual, si nos damos la mano parece que los hilos se uniesen y fuese el mismo hilo. Pero eso es lo de menos. Me gusta esa mujer.
— La conociste ayer. Bebiste, Esto es Las Vegas. — Quiero darle un chute de realidad.
— Hermano — me abraza — Me encanta. Me gusta mil. Nunca he sentido la conexión que siento con ella. Con nadie.
— Bueno date tiempo, el tiempo habla por todos. Y solo él pone las cosas en su lugar. No quieras adelantarte a los acontecimientos. No te agobies antes de tiempo o harás algo de lo que te arrepentirás. ¿Cuándo volvéis?
— Esta noche. Yo al menos. Ella no sé qué hará. No lo hemos hablado.
— Bueno pues luego lo habláis. ¿Queréis quedaros aquí mientras voy a por Lola? Ya me encuentro bien — no es del todo cierto. Estoy bastante despejado, pero, la verdad es que tengo un cuerpo de mierda.
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Enséñame a volar
Romance"Si a mis 38 años, soltero, friki y hogareño me dijesen que mi vida iba a cambiar radicalmente en un segundo. Me reiría en la cara del que fuese. Pero, dicen que quien ríe el último ríe mejor y te digo desde ya, que fui el primero en reírme y el que...