darkness

19

-¿Itachi?- Susurré despacio.

Frente a mí estaba mi hijo, dormía incomodamente en el respaldo de la silla del escritorio de su habitación.

Las paredes grises no le daban color a la estancia, el escritorio de caoba estaba desordenado, libros esparcidos por todos lados y la laptop prendida dejando ver unos escritos, a su lado había un vaso de plástico de alguna cafetería.

Recogí todo el desorden sin hacer ruido, los libros pesados los apile y guarde, los vasos desechables y las pequeñas bolas de papel las dejé en la basura, sin hacer ruido tome la sábana que había doblada en la cama para dejarla sobre sus hombros, bese la mejilla de mijo mayor para después salir de la habitación.

-Mikoto- Una voz profunda se escuchó a mi espalda.

Me gire sin hacer ruido para ver el rostro serio de mi marido.

Fugaku miraba con seriedad a la peli negra quien solo estaba de la misma forma que el.

-¿Necesitas algo?- Inquiri con seriedad.

Fugaku pareció pensarlo, dudaba en hablar.

-Mira... Se que estos días han estado un poco tensos- El azabache empezó- Pero en estos momentos necesito que me hagas un favor.

Sin opinar ni hablar deje que siguiera hablando. Asentí con cuidado aún sin aceptar lo que me pidiese.

-Eres la madre de Sasuke- Empezó- Si tú le dices que deje al demon...

-Naruto, se llama Naruto- Lo interrumpí- Y no le diré que lo deje.

El mayor frunció el ceño con desacuerdo ante lo que había dicho.

-Mira no estoy para discutir- Agrego con cierto enojo- Si no quieres ayudar... Pues no ayudes.

Asentí con desconfianza, Fugaku no era alguien que dejabas las cosas por dejar.

-Pero quedarás revocada de información y dejaras tu placa como cazadora- Sentenció al igual que estiraba su mano.

Fruncí el ceño con indignación al mismo tiempo que desabrochaba el pequeño dije de oro que posaba en la parte de mi corazón, con cuidado lo quite para dejarla en su grande mano.

-Yo también puedo jugar el mismo juego- Especte con cierto enojo.

El Uchiha no dijo nada, solo se dió la vuelta y se fue con tranquilidad, como si lo que hubiera pasado fuera insignificante.

Apreté mis puños en espera a que se diera la vuelta y se disculpara, pero no pasó, aquel hombre de espalda ancha que se retiraba no era mi amado esposo, aquella espalda ancha y fuerte que veía solo reflejaba a Madara Uchiha.

...

Frente a mí habían hermosas rosas escarlatas, todas en una hilera decorando el hermoso y espacioso patio de la gran casa, tras las rosas habían más de diferentes colores, dándole vida así al hermoso verde que había en la tierra que no se veía por el pasto abundante pero corto a la vez.

El cielo nublado y el sol escondido daba un aspecto de melancolía, en mis muslos reposaba el libro de pasta marrón vieja, las fotos de aquella página habían sonrisas y ojos brillantes, en cambio ahora todo eso parecía perdido.

El viento mecía los mechones carbones al igual que el columpio de madera desgastada color blanca, dónde en ese momento me hallaba sentada.

Con pesar y con una mirada melancólica recorrí la foto que aguardaba aquella página.

Mi segundo embarazo y el primer embarazo de Kushina, que en ese entonces no sabía que era la heredera Uzumaki.

...