𝓓𝓸𝓬𝓮

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—Bien ya es hora de dormir, vamos Shui.

—No papi~ un rato más ¿si? Quiero seguir jugando con mis tíos.

—Tienes escuela mañana así que a dormir.

—Por favor~ —insistió con un puchero.

—Mañana podrás jugar todo lo que quieras con ellos, yo debo ir por unas cosas a nuestra casa y volveré.

—Está bien~

Papá e hijo fueron al cuarto de visitas, la cama era lo bastante amplia para estar ambos cómodos. Tanjiro preparó a su pequeño, pijama, lavar sus dientes y luego a descansar, al apagar las luces y acomodarse junto a su hijo todo lo ocurrido en el día cayó de golpe en su mente. Muzan había vuelto a su vida, ahora estaba huyendo de él y su corazón estaba tan intranquilo que podía sentirlo en su garganta.

Atrajo a Shui más cerca, abrazándolo con fuerza para posteriormente llorar en silencio, porque el solo pensar que su rayito de luz fuera alejado de su persona le destrozaba el alma y más aún le aterraba que el pequeño pelirrojo supiera de la existencia de ese vil hombre.
Pero como su madre le había dicho, no estaba solo y si era necesario lucharía con dientes y garras por la custodia de Shuichi.

La noche pasó con tranquilidad llegando así la mañana y con ello el caótico desayuno, eran 9 personas en aquella casa siendo Rokuta y Shuichi los más pequeños, por lo que los gritos y el alboroto no faltaban. Tanjiro debía admitir que extrañaba eso, una mañana patas arriba para animar el resto del día.

—Dí adiós Shui. —dijo su papá mientras tomaba las cosas de su pequeño y la suyas.

—Adiós~ —se despidió con su manita y una sonrisa.

Ambos salieron de la casa mientras el resto de la familia los despedía, tan solo cerrar la puerta la mujer dio un largo suspiro demostrando lo preocupada que estaba.

—¿Qué sucede mamá? —preguntó  Takeo.

—Hay algo de lo que debemos hablar, ayer era un mal momento pero deben saberlo también porque su hermano necesita toda nuestra ayuda.

—¿Le pasa algo a nii-san? —cuestiono está vez Nezuko.

Y así la matriarca de la familia les informó lo sucedido el día anterior y la repentina visita de Tanjiro junto a su nieto. Era visible la molestia de todos, Tanjuro no solo sentía enfado sino que suma preocupación por su hijo después de todo había sido un proceso muy difícil y largo el que Tanjiro tuvo que pasar para superar aquella situación traumática.

En otro lugar, una preparatoria específicamente, el enfermero de esta llegaba más temprano de lo normal debido a que necesitaba salir temprano para luego pasar por su niño antes y después a su departamento. Sería un día largo. La calma de la escuela sin demasiado estudiantes era contagiosa, no sentía tantos nervios como el día anterior pero aquella preocupación que se había instalado en su pecho no se iría fácilmente.
Comenzando a organizar algunos papeles y otras cosas de la enfermería la primera parte de su mañana acabó dando paso así a su dichoso almuerzo.

A paso tranquilo se dirigió a la sala de profesores por su matutino café, el cual acompañaría perfectamente el dulce que su madre había empacado para él, y así también podría ver a sus demás amigos/compañeros de trabajo.
La primera en recibirlo fui Mitsuri, con una cálida sonrisa, seguida de Shinobu con la misma sonrisa acogedora. Ellas sabían su situación, lo habían consolado, la confianza era totalmente mutua y agradecía enormemente que no lo asfixiaran con preguntas en ese momento. Luego de ellas se sirvió su café.

—¡Buenos días Tanjiro-kun! —saludó con su típica energía aquel rubio.

—Buenos días Kyojuro-san. —devolvió el gesto con una sonrisa y más calmando el peliburdeos.

ꨄ︎𝓕𝓲𝔁 𝓶𝔂 𝓱𝓮𝓪𝓻𝓽 ꨄ︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora