𝓠𝓾𝓲𝓷𝓬𝓮

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—Que tengan buen día ambos. —Douma se despidió de ambos, los cuales no contestaron a dicho saludo.

—Papi...

—Tranquilo amor, ya estamos a salvo...hay que volver a casa.

Tanjiro fue por un taxi el cual los llevó a casa, en el camino el mayor comenzó a pensar como explicaría su ausencia por casi 5 horas. Su familia lo mataría, o sobreprotegería, y sinceramente no sabía cual era peor.
Al cabo de algunos minutos ya se encontraban frente a su hogar en el cual había patrullas y autos que les hacía conocidos, además de su familia llorando y preocupados.

—¿Qué está pasando aquí?

—¡Tanjiro, Shui! —todos fueron hacía ellos siendo la primera en abrazar al mayor su madre.

—¡¿Dónde estaban? todos nos moríamos de la preocupación!

—Yo-

—¡Nii-san te dijimos que nos esperes! —lloraba desconsolado Takeo.

—Lo siento...Muzan nos...secuestró. —ya ni siquiera sabía si llamarlo así.

—¡¿Qué?!

—¡Policía escuchó eso ¿verdad? quiero que atrapen a ese psicópata ya mismo! —demandó la mujer.

—Él y su nieto están bien, no veo la necesidad de una denuncia señora... —contestó nervioso aquel hombre.

—¡Pero!-

—Mamá está bien...ya hablamos de esto. —suspiró.

—¡Pero hijo ese hombre es un peligro para ti y Shui!

—Y también es alguien intocable, lo mejor es dejar las cosas así.

—Tanjiro-kun.

—Kyojuro-san... —sintió sus ojos humedecerse al ver al rubio.

Rengoku fue hasta él para tomarlo en brazos, al igual que a Shui quien en un comienzo sintió confusión pero luego un sentimiento de paz lo invadió al oler el aroma del mayor rubio.

—Estaba muy asustado por ambos, creí...creí que los perdería para siempre.

—También pensé eso —sollozó—. Pero ya estamos bien así que no se preocupe.

—¿Tanjiro en verdad estás bien? —preguntó Tomioka.

—Si, solo necesitamos descansar ambos. —medio sonrió a todos.

—Todo resuelto, ellos están bien y yo puedo volver a mi trabajo.

—Es el peor policía que existe. —escupió el patriarca de los Kamado.

El hombre nervioso por las miradas de todos esos alfas se fue lo más rápido posible de aquel lugar. Todos los presentes se adentraron a la casa Kamada temiendo por el bienestar de papá e hijo quienes aún se veían asustados.

—Papi ¿estamos bien ahora?

—Si mi vida...estamos bien. —le sonrió refregando su mejilla con la del pequeño.

El aroma a lirios invadió el lugar, uno dulce y cálido, Tanjiro impregnó a su hijo dándole un ambiente seguro y reconfortante. Estaban bien ahora, en su hogar con su familia y amigos, seguros de que todo estaría mejor.

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