El que Venezuela haga sonrojar a Siria era algo más o menos fácil. Ya que esto ocurría más que todo cuando se sentía avergonzado por algún lindo gesto que el latino tuviera con él...ya que el árabe no estaba acostumbrado a que alguien lo tratara como lo hace el venezolano. También cuando este se le quedaba viendo fijamente, o cuando le decía una que otra "labia".
Aunque las pocas veces que nuestro bello venezolano a logrado hacer sonrojar al sirio, le ha parecido muy tierna la forma en que actúa.
¡Era prácticamente tan tierno que provocaba abrazarlo y darle besos por todo el rostro!
A parte que había que admitir que también le daba algo de risa. Pero en fin.
Estamos en casa de Siria, era casi medio día, y el Memezuela había ido de visita junto al Tripalosky. Querían "invadir" al árabe por un rato y tal vez quedarse a dormir allí durante esa noche.
Pasaron la tarde entre conversaciones de temas triviales, chistes malos que contaba el latino, Rusia tomando el solito unas botella de vodka que había llevado, reclamos e insultos por parte del pelirrojo en su idioma ya que el eslavo había vomitado en su alfombra, el venezolano cantando una bachatas a todo pulmón, y entre otras cosa más. Ya saben, lo normal entre eso tres.
La noche ya había llegado. El ruso, gracias a que estaba ebrio, termino rendido, tumbado en la cama que se supone que debía compartir con su colega latino, acaparandola toda. Dejando al pobre sin espacio para cuando fuera a dormir.
Venezuela: Mardeto Tripalosky...no me dejo ni una orilla de la cama...
Observaba con desaprobación al de blanco, azul y rojo desde la puerta de la habitación.
Venezuela: Ni modo, me tocará dormir el en mueble.
Siria: Tu no vas a dormir en el mueble, Venezuela. Tu dormirás en mi cuarto, yo iré al mueble.
Dijo, acercándose a su amigo.
Venezuela: ¿Qué? No, no, pana, no quiero molestarlo. Esta es su casa y usted tiene que dormir en su cuarto, no me incomoda dormir en la sala.
Siria: Y precisamente como es mi casa, te digo que tu dormirás en mi cuarto y yo en la sala, punto.
El venezolano suspiró y le regaló una cálida sonrisa al árabe.
Venezuela: Bueno, conociendo lo terco que es usted, será mejor que no discuta más.
Siria: No soy terco, sólo que al ser mi invitado te estoy proporcionando más comodidad.
Aclaró, viendo al latino directo a los ojos. Estuvieron así un rato, en silencio, hasta que el más bajo empezó a sentirse raro y apartó la mirada hacía otra cosa que no fuera el rubio. Aunque todavía podía sentir la mirada del contrario encima suyo, y no era sólo cosas de él, en realidad el más alto aún lo estaba observando fijamente.
Siria: ...¡Ya deja de mirarme!
Gritó en susurro ya que seguían en frente de la puerta de la habitación en donde se encontraba el eslavo. Por alguna razón, el que Venezuela tuviera la mirada clavada en él lo ponía un poco nervioso y tuvo que apartar la mirada nuevamente, además de que sus mejillas obtuvieran un pequeño tono carmesí que a penas y era visible.
Aunque no comprendía en porque ese sentimiento de nervios, sí siempre que se la pasaba con el hispanohablante nunca le ocurría eso...se sentía extraño pero agradable.
Venezuela seguía detallando el rostro del sirio, simplemente se le quedaba viendo con una expresión neutral, hasta que por fin habló.
Venezuela: ...¿Ya le han dicho que se ve muy lindo cuando se sonroja?
Ese comentario sólo causo que el árabe se sonrojara aún más, fingiendo estar enojado para ocultar los nervios que empezaban a generarle las palabras del tricolor de ocho estrellas.
Siria: ¡No estoy sonrojado! Y tampoco soy lindo.
Venezuela: ¿Pero qué dice? Sí usted es bien hermoso vale, creo que hasta más que yo...y vea que yo soy el que tiene un montón de coronas de belleza e igualito le digo que me gana en hermosura, eh.
Siria: No soy lindo, Y YA DEJA DE DECIR ESTUPIDECES.
Chilló el pelirrojo para seguidamente irse a la sala. Pudo escuchar como el suramericano reía por lo bajo y luego se adentraba a la habitación propietaria del de dos estrellas verdes.
Buscó algunas sabanas y se recostó en el sofá, aun no podía entender el por qué se había puesto algo nervioso. Tocó sus mejillas las cuales seguían poco calientes por el pequeño sonrojo que este aun portaba en su rostro.
Siria: ...Seguro es porque me estoy empezando a enfermar o algo así...
Por su mente pasó fugazmente como en venezolano mantenía contacto visual con él y la sensación de calidez que le transmitió ese momento. El calor aumentó en sus mejillas de nuevo.
Siria: Sí, definitivamente me estoy empezando a enfermar.
Afirmó tratando de engañarse a sí mismo antes de cubrirse con las sabanas y en menos de cinco minutos quedarse dormido.