➜ ᎒ 09

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Horario, por su parte, se había rendido. Sabía que nadie le iba a hacer caso aún cuando estaba dando un lamentable show detrás de la comisaría, pero esa ni siquiera había sido su intención. Ahora, estaba solo. A Gustabo lo habían sometido a presión. Debía llamar a sus otros amigos.

Cogió su móvil de su bolsillo trasero, agradeciendo mentalmente a Segismundo haber robado ese móvil solo porque él no tenía dinero como para costear uno. Uno, dos y tres repiques hicieron falta para llamar a Pablito y uno, dos, tres y cuatro repiques para que éste contestara.

"Acabo de ir a verlo." Dijo, apenas el otro le había preguntado '¿Dónde vergas te metiste, pendejo?'. "Me ha dicho que lo han metido a prisión un año y unos meses más, por lo que intuyo que se lo llevarán a la federal en cero coma."

"Carajo, ¿pero qué ha pasado ahí dentro?" Sonó desconcertado. "¿Cómo has podido hablar con él con lo duro que es el viejo toca huevos con los presos?"

"Me he tenido que rebajar, pero yo por Gustabo lo hago."

Se escuchó un suspiro al otro lado de la línea, al mismo tiempo que se escuchaba un bullicio y, a la vez, otra persona había parecido tomar el móvil.

"Horacio, que he planeado algo con mi primo cuando te has escapado. Ven frente de comisaría para recogerte y comentarte." Se trataba de Segismundo, que, por una vez en la vida, se escuchaba seguro, confiado en sí mismo. "Tal vez haya que hacer una cuentas, no, miles de llamadas pero no se deja atrás a nadie del grupo."

El mohicano sonrió. Tenía amigos que también se preocupaban y querían a Gustabo, tenía un grupo, una familia más amplia, aunque no los hubiera tratado durante años, sabía que podía confiar en ellos. Pablito los acompañaba a hacer el gamberro en cualquier lugar, Segismundo siempre estaba ahí para ellos y para cualquier cosa y Rogelio era el de un poco más de cabeza que había logrado sacarlos en más de un aprieto, no dudaba que ahora los ayudara. Eran unos gilipollas de primera, pero los quería, no tanto como a su compañero, pero el sentimiento estaba ahí.

Entre tanto, Gustabo estaba molesto, fastidiado y asqueado, nunca hubiera creído que una persona no podía aborrecerla más, y es que un agente de policía había estado molestándolo en todo su momento en las celdas, salvo que llego el superintendente Conway después de un tiempo a sacarlo de ahí, y Gustabo casi le besaba los pies, porque de haber estado ahí cinco minutos más, se colgaba del techo con su misma ropa o le metería un puñetazo entre los barrotes al agente.

Ahora, un poco mejor, estaba en la parte de atrás de un patrulla, esposado y con una expresión entre serena y molesta. Le jodía tener que pasar todo eso, pero no le quedaba de otra si esa había sido su decisión, decisión por la cual no se había arrepentido en ningún momento.

"Creo que será un viaje largo, ¿por qué no me cuenta una de esas historias que les dicen los abuelos a sus nietos?" Murmuró Gustabo hacia Conway, mirándolo en todo momento por el retrovisor del coche con una posición encorvada en el asiento trasero y con sus manos en su regazo, puesto que estaba esposado.

"¿Te cuento cuando me jodí a tu puta madre esta mañana o qué cojones quieres que te diga, capullo?"

"No se me vaya de la olla, superintendente, que solo le he pedido que me cuente cuentos." Ladeó la cabeza, estirando sus manos hacía arriba para sacudirlas y hacer el sonido de las esposas. "Estoy esposado, en la parte trasera de un patrulla, a punto de ir a federal por un largo tiempo. ¿No cree usted que al menos me debería otorgar este tiempo de camino a mi nuevo hogar?"

Conway resopló, molesto con él mismo por hacerse cargo de ese chico, que, por una parte de él, aborrecía, pero por otra, le daba cierta curiosidad.

"¿Qué te crees que es esto, un show antes de ir a la puta federal?" Le reclamó, mirando un momento por el retrovisor a Gustabo, quien muy a gusto estaba en la parte trasera con las piernas un tanto abiertas, las manos en su regazo y sus ojos celestes haciendo contacto con los suyos oscuros. Volvió a dirigir su mirada en frente porque de pronto había sentido algo muy familiar, de veras que odiaba a ese tío.

Dulce Hogar | Gustacio. [Ver. Original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora