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Habiéndose levantado de la silla, caminó por el despacho, saliendo de éste con Gustabo pisándole los talones. Ni siquiera se inmutó cuando bajaron las escaleras y el montón de gente que iba a poner denuncias le comenzaba a recriminar. Vio como Gustabo se dirigía hacia Horacio, quien sentado en una silla le esperaba, como madre que esperaba a que su hijo saliera de una consulta.

Tal vez lo que iba hacer a continuación no fuera lo mejor que se le habría ocurrido, pero de tantas vueltas al asunto, no podía evitar caer siempre en la misma pregunta. Y es que, por mucho que tratara, no terminaba de confiar en Gustabo, en Horacio sí, pero del otro no.

Cuando los tuvo detrás del patrulla, volvió a caer la pregunta sobre de qué eran de otro. No quería preguntar, porque cuando lo hiciera, Gustabo iba a responder por Horacio, inventándose cualquier cosa, o, tal vez, diciendo la verdad, pero no tenía indicios para fiarse de sus palabras. Dudaba, pensaba e intuía; Horacio miraba a Gustabo sin nada de disimulo, mientras que Gustabo parecía ignorarlo, pero sonriendo ante su cometido, al parecer Horacio sabía que lo hacía de broma.

Otra vez no entendía las emociones que expresaba Gustabo, hace unos minutos se había recriminado de lo poco capaz que era Horacio en la investigación, pero ahora estaba de sonrisas de enamorado con él. En tan solo seis minutos Gustabo se había encontrado irritable.

"Os lo preguntaré una vez." Comenzó a decir, después de haber estado minutos y minutos en silencio absoluto, sabiendo que Horacio no entendía nada de lo que ocurría. "¿Queréis seguir con la investigación en la que estáis involucrados? Quiero decir, habéis empezado con el mal pie, para haber acabado de esa manera. No estáis bajo el paraguas de nada, no tenéis la protección que tendría un agente infiltrado, ni mucho menos los medios. Habéis conseguido todo por mano propia y sin haber necesitado ayuda. Tal vez ha sido lo más surrealista que os ha pasado en la vida, por lo que os digo, podéis dejarlo hasta acá. El CNP os recompensará por vuestra ayuda. Ahora que estáis bajo la mira, será más difícil controlaros y teneros en comunicación."

Para entonces, Horacio y Gustabo parpadearon cuantas veces pudieran. Pensar que, el superintendente les estaba dejando la vía para irse, era extraño, extraño por haber estado durante meses en busca de los cabecillas de cada organización, para que después de un arduo trabajo, pudieran irse como si nada.

Gustabo estaba contento, contento de estar aliviado y agradecido por pronto conseguir un buen dinero para salir de la ciudad e irse junto a Horacio. Mientras que, Horacio, por su lado, sentía un extraño vacío; un regocijo que le sentaba mal ante el pensamiento de dejar de ayudar al superintendente.

A Horacio le había comenzado a gustar todo ese rollo, se sentía útil en la vida y era de las pocas cosas que le hacía feliz. Fue duro en un principio, pero una vez recibió la orientación de Conway, fue más fácil, comenzaba a ser un calculador silencioso.

Por lo que, ambos, decididos ante sus pensamientos, dijeron al unísono.

"Págueme aquí y ahora que me piro."

"Quiero seguir con la investigación."

Como la primera vez, ambos se voltearon a ver, ahora extrañados por la respuesta que había dado el otro. Habían intuido que el contrario pensaba igual, pero, al parecer, no era así.

"¿Os quedáis o no?"

"Que no, deme la pasta que cojo un avión hoy mismo."

"Gus..." Le llamó Horacio, en un murmullo apenas audible. Se giró a verlo, sintiéndose, repentinamente, mal, al verlo con una expresión afligida. Aunque, igual no iba a cambiar su decisión. "Podemos con esto, que no será tan difícil una vez estar dentro. Y, tal vez... después podemos pasar las oposiciones para ser polis de verdad, y no infiltrados inexpertos."

Dulce Hogar | Gustacio. [Ver. Original]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora