DEEP WATERS || ❝Y terminé naufragando en las aguas más profundas de tu corazón.❞
Ahilyn Shafi era una pirata que odiaba cualquier cosa relacionada con la política, pero de alguna manera terminó enredada con la Invocadora del Sol, El Oscuro y un tal...
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【𝟬𝟭𝗦𝗧𝗨𝗥𝗠𝗛𝗢𝗡𝗗】
Caminaba con pasos despreocupados aunque no debería de hacerlo aquí, en Ketterdam, esta ciudad tenía por habitantes a criminales y pasear por ahí despreocupadamente con una bolsa llena de monedas no era una decisión inteligente. Pero quería que intentaran ponerme una mano encima, ansiaba que alguien se atreviera siquiera a mirarme de mala manera.
Ya se me había pasado el mal humor de la resaca y ahora quería entretenimiento y, para ser sincera, nada me entretenía más que partirle la cara a golpes a cualquier bastardo, sobre todo si tenía una razón en especial para hacerlo.
Iba en camino hacia el Club Cuervo, la bolsa de monedas atada a mi cinto vibraba con ganas inmensas de ser gastada, y se le iba a cumplir su deseo.
No soy la mejor jugando a las cartas, lo admito, pero tengo mis rachas de buena suerte y hoy estaba en una, así que tenía que aprovecharla al máximo si quería que mi cuenta bancaria siguiera creciendo.
Soy una pirata, sí, pero no significa que soy una salvaje; sé administrarme perfectamente bien.
Llegué al club justo cuando anocheció. Pasé por la puerta esperando a que el chico zemeni de siempre me registrara, pero no se encontraba.
Lástima, me agradaba demasiado.
Después de ir a la barra y pedir ron me senté en una mesa de blackjack.
Gané 7 manos seguidas.
—Eres una tramposa. Estás contando las cartas, no pienso darte mi kruge.—un hombre en la mesa impidió que recogiera mi premio.
Estaba jugando con 4 caballeros, y se estaban impacientando porque seguía quitándoles más y más dinero.
—¿Qué? ¿Te molesta que te esté ganando una mujer, o el hecho de no poder ganar ni una mano?—me burlé cruzando los brazos, el tipo bufó.
—Escucha, zorra.—se acercó y agarró el cuello de mi camisa, pude sentir su repugnante aliento en mi cara, hice una mueca.—Yo no pienso regalarte mi dinero nomás porque sí, así que olvídate de que tomarás mi parte.
¿Por qué todos los hombres cuando se enojan les dicen zorra o puta a las mujeres? ¿Es que acaso no conocían otro insulto?
Lo separé de un empujón.
—Escúchame tú, pedazo de mierda.—desenfundé mi espada.—A mí no me vuelves a tocar-
—En este club no se toleran las peleas.—dijo el dealer.—Así que guarda tu arma o voy a tener que pedirte que te retires.
Aburrido. De seguro era nuevo.
—De acuerdo.—accedí.—Sólo porque estoy de buen humor te propongo un trato: escogemos una carta, quien saque la carta más grande se lleva la apuesta.—el hombre estaba por responder.—Pero es todo o nada.
