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Jisung cayó a la cama rendido. Había perdido la cuenta de las veces que llevaban así, y honestamente, no se quejaba en absoluto. Sabía que en el fondo estaban recuperando tiempo perdido, y aprovechando lo poco que les quedaba para poder disfrutar del otro, puesto que Minho tendría que volver a sus labores el Lunes, y estaría completamente enfocado en el evento benéfico para el que estarían participando.

Y él quedaría solo... O no del todo. Estaba bastante implícito que luego de eso, no volverían a dormir separados.

Minho arrastró a su novato hasta tenerlo cerca de su cuerpo.

—¿Estás bien? —preguntó, besando la frente del menor. Jisung asintió, aún intentando recuperar el aire.

—Tú no te cansas nunca. —se quejó con una sonrisa en sus labios. Alzó la vista, encontrándose con la mirada del chef sobre él.

—¿Si se trata de ti? Jamás. —murmuró, estirándose para besarlo brevemente. Jisung pasó su brazo por el abdomen del pelinegro, abrazándolo.

Minho se permitió cerrar los ojos unos segundos, descansando de la intensidad de esa tarde. Ni siquiera habían salido a comer, así que no se sorprendió cuando el estómago de ambos comenzó a rugir.

—¿Quieres salir a comer o prefieres dormir y luego comer algo? —preguntó, luchando contra las ganas de dormir. Jisung se encogió de hombros.

—Lo que tú quieras está bien, Honnie.

Bajaron al restaurant del hotel y gracias al cielo aún habían platos servidos. Cada uno tomó una bandeja y observaron la poca variedad de lo que quedaba.

—Hubiéramos salido antes... —se quejó el menor. Minho lo miró con una ceja alzada.

—No decías eso hace unas horas. —sonrió burlón, notando como las mejillas de su novato se enrojecían.

—¡Minho! —chilló en voz baja—, hay gente aquí, ¿Sabías?

El pelinegro rodó los ojos.

—Creo que solo tomaré un café. —anunció Sung, caminando directamente a la máquina para prepararse uno.

Se sirvieron un café y el mayor tomó un baguette y un cuchillo para dividirlo entre los dos. Caminaron a una mesa alejada de la entrada y Minho se sentó en frente de Jisung. No podía dejar de mirarlo y sentirse tranquilo. Finalmente las cosas parecían ir bien. Finalmente podía disfrutar con él sin trabas, sin personas externas entrometiéndose. A sus ojos, el chico se le hacía el más hermoso que había conocido. Sus mejillas abultadas, su lunar bajo el labio, y la forma en que sus ojos brillaban lo cautivaban en demasía. Jisung notó la mirada del chef, y no pudo evitar sentirse cohibido.

—Ya deja de hacer eso. —pidió, mientras bebía de su café. Min sacudió la cabeza y sonrió.

Mordió su baguette con salame y queso mozzarella, pensando en el tema de Jinsoul y el padre de Jisung. No había tenido la oportunidad de hablar con ella, pero esperaba poder hacerlo pronto, más que nada para avisarle de lo que se había enterado por Jaeryeong. Miró nuevamente al chico en frente de él, ¿Cómo podría decirle lo que su jefe había dicho?

—¿Has hablado con tu madre? —preguntó.

Jisung frunció el ceño ante el repentino interés por ella, sin embargo, decidió no decir nada. Sabía que lo que había sucedido tenía que significar algo, pero le aterraba en cierta forma el avanzar rápido.

—Hablé antenoche con ella —contestó—, dijo que se había vuelto a inscribir en su clase de yoga, así que al menos estará algo distraída. Eso, y que Jeongin probablemente la visitará todos los días. —rió.

 𝓽𝓪𝓼𝓽𝓮 𝓸𝓯 𝓵𝓸𝓿𝓮 || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora