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La respuesta era todo. Absolutamente todo. Su terapeuta le había enviado la licencia, pero cuando Jisung la leyó su cara cayó al piso al leer que solo lo salvaría por ese día. ¿Qué de todo lo que le había comentado no le había hecho pensar a su terapeuta que necesitaba otro día más para poder descansar?

Su alarma lo despertó a las 5 de la madrugada. Desgraciadamente, su sentido de responsabilidad era mayor. Así que apenas la apagó se levantó y se arrastró a paso lento a la ducha.

Iba a ir a trabajar, pero se tomaría su tiempo. Mientras más lento lo hiciera, más aplazaría lo inevitable. Aunque quizá... si llegaba a la hora justa se evitaría el encontrarse con él. Pero sabía que no podía hacer eso. Era muy riesgoso, y no quería llegar tarde nuevamente.

Salió de la ducha listo, miró la lonchera que su mejor amigo le había preparado y decidió que solo se llevaría el café. No se sentía con ánimos para digerir nada en realidad, pero tenía que hacerlo. No quería preocupar a sus amigos.

Al llegar al metro se subió con pocas ganas, sabiendo que el trayecto era corto. Se puso sus audífonos y puso un playlist aleatorio. Hacía un par de años había descubierto a un rapero que subía sus canciones a youtube, le agradaba el tono de su voz y cómo la ocupaba en cada letra. Los beats también eran algo que lo dejaban fascinado. Jisung pensó que era una lástima que no fuera tan reconocido. Y es que Seo Changbin tenía todo el talento para triunfar, pero no el apoyo suficiente.

Llegó faltando 10 minutos para las 6 de la mañana. Subió el ascensor en silencio y al bajar notó la puerta abierta. El chef ya había llegado.

Entró y se encaminó a su lugar usual. Se sentó mirando hacia afuera, y sacó el termo de su mochila. Se sirvió un poco de café y bebió, con la música de Seo Changbin aún reproduciéndose en su celular. La pausó, pensando en lo genial que sería poder mostrarle la suya.

Se arrepintió al segundo, sus padres lo desheredarían si se enteraban de eso.

—¿No hay lonchera hoy? —esa voz que reconocía a la perfección lo hizo tensarse. Se giró a ver al pelinegro que lo miraba con una sonrisa.

—Chef... Lee —lo saludó un tanto desconcertado. Minho avanzó hasta él y se sentó a su lado.

—¿Qué pasó con tu desayuno? —preguntó, haciendo un esfuerzo por ignorar la expresión del chico. Quería reírse por lo tierno que se veía, pero sabía que eso causaría su enojo, así que se aguantó como pudo.

—Lo dejé en casa... ¿Estás..?, ¿Estás preocupándote por mí?

Minho rodó los ojos.

—Es simple curiosidad, novato. No te hagas ilusiones. —habló rápidamente.

Jisung miró hacia delante, no pudiendo ocultar la desilusión en sus ojos. La verdad tenía la esperanza de que el chef lo tratara un poco mejor, pero no había razón para eso. Después de todo, lo había molestado la noche anterior, y aún debía disculparse por eso.

—Chef Lee, quería disculparme con usted por lo de la otra noche. No debí haberlo hecho. —soltó con la vista hacia el frente y a ojos cerrados. Los minutos pasaban y Jisung no oía respuesta del chef. Abrió un ojo para ver si aún estaba ahí y se encontró con el rostro burlesco de su jefe.

—¿Así que ahora usas honoríficos? —se burló. Jisung bufó—. Está bien. Pero para que conste, solo me gusta que me llamen ebrios para decirme que me aman —lo molestó—, no para decirme que me odian y preguntarme por qué no los amo.

La boca de Jisung casi cayó al piso.

—¡Eres un idiota! —exclamó, ahora no solo sus orejas estaban rojas, sino todo su rostro.

 𝓽𝓪𝓼𝓽𝓮 𝓸𝓯 𝓵𝓸𝓿𝓮 || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora