Capitulo 11

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No supo cómo fue que llegó a Leo hasta que estuvo allí, a mitad del quinto templo, llorando a mares e hipando sin poder detenerse. No había pasado ni un minuto desde su llegada, cuando vió a Saya y su tío dirigirse hacia ella, le preguntaron qué pasaba y si estaba bien, pero no conseguía decir algo coherente y aún si hubiera podido, no habría sabido que decir

De cierta manera, nunca se había detenido a pensar demasiado las cosas, realmente no se había planteado ninguna posibilidad, porque por extraño que pareciera, creía que si se abría a una posibilidad que no fuera que su madre estaba con vida, eso significaría que creía lo contrario y eso... eso hubiera sido algo que no hubiera soportado. Siempre pensó que un día se despertaría con ese presentimiento de que algo grande, algo bueno iba a pasar, pensaba que cuando viera a su padre, él le diría que había hallado a su madre y ella aparecería, se vería igual a las fotos que habían en su hogar y Lia sabría que era su madre, correría a abrazarla y lloraría, estaba claro que lloraría, se abrazarían, le diría cuanto la había extrañado y cuando ya se hubiesen calmado un poco, le contaría todo lo que había hecho los últimos dieciocho años. Era un lindo sueño. Algunas veces era ella la que encontraba a su madre y otras veces era su madre quien los encontraba a ellos. Toda su vida se había aferrado a ese sueño, a ese pensamiento, y jamás se había planteado la idea de que eso no ocurriera, pero no siempre ocurre lo que esperamos, su padre afirmaba que su madre estaba muerta. Nunca creyó que su padre pudiera perder la esperanza, lo había visto llorar de la frustración, lo había visto lleno de vendajes, lo había visto sangrar, lo había visto discutir con su tía por exponerse a tanto peligro, lo había visto derrumbarse cuando creía que ella no lo veía, pero no pensó que pudiera verlo rendirse

En algún momento debió hundirse en sus pensamientos, alejarse de todo, porque cuando se dió cuenta, había dejado de llorar pero aún podía sentir las lágrimas secas en sus mejillas y un ligero dolor de cabeza ¿Cuánto tiempo habría estado llorando? Mejor aún ¿En qué momento se había ensimismado y cuánto tiempo llevaba así?, estaba en la sala del templo, a su derecha, en otro sillón, estaban Dylan y Saya, a su izquierda, en el mismo sillón que ella, Ian. Todos la miraban preocupados. Trató de hablar pero sintió su garganta seca

-Papá fue por un poco de agua- le dijo Dylan, a lo que ella asintió a medias

-¿quieres que te traiga algo?- cuestionó Saya, esta vez asintió con más firmeza que antes

-Por favor- musitó- me duele la cabeza

Levantándose, Saya asintió y antes de irse le regaló una sonrisa. Lia no lo vió pero Ian le hizo una seña a su hermano para que se fuera, lo que este ejecutó, no sin antes dirigirle una mirada de odio. La peliverde giró la cabeza para ver al joven a su lado

-¿pasó algo con tu padre?- le preguntó él

Trato de responder pero la garganta en verdad le dolía, por lo que Ian al comprender le extendió su mano y ella comenzó a trazar letras una a una, aquello era algo que llevaban años haciendo, por lo que al mayor no le costó casi nada comprender. ''Cree que mamá está muerta'' trazó

-¿Qué? ¿Por qué?

''Larga historia''

-Tengo tiempo

Y poco a poco fue trazando todo lo que su padre le había dicho cuando habían estado en Escorpio, en ningún momento Ian la interrumpió y cuando, para sorpresa de Lia que creía no poder llorar mas, las lágrimas comenzaron a caer, el la rodeo con su brazo en un medio abrazo y apoyo la mejilla en su cabeza al tiempo que ella lloraba. Ninguno dijo nada, pero tampoco era necesario hacerlo

La búsqueda de ShainaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora