Capitulo 13

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No era la primera vez que Lia estaba en la antigua cabaña de su madre, normalmente iba cuando la extrañaba más que de costumbre, le ayudaba a de alguna manera sentirla cerca. Estaba sentada en una de las sillas del comedor viendo todo a su alrededor a la vez que jugueteaba con una pequeña pelota que tenía en su regazo, empujandola y atrayendola hacía ella de nuevo. En la cabaña cada cosa estaba en su lugar original y hubiera pensado que eso era extraño de no ser porque sabía que al menos una vez al mes, su tia Geist y su padre la limpiaban. Aunque quizas desde ahora dejarían de hacerlo, teniendo en cuenta que si su madre no iba a regresar, no tenía ningún sentido que limpiaran sus cosas

Se levantó con pesadez de la silla dispuesta a irse, pero al hacerlo, la pelotita que sostenia cayó al suelo y rodó un poco hasta chocar con la pared. Lia caminó con parsimonia y se agachó para recoger la pelota, más al hacerlo, notó que en realidad lo que había creído que era la pared, era una puerta, no tenia picaporte sino una hendidura para una llave y su color era bastante similar al del verdadero muro, quizas por eso los había confundido, no obstante, eso no evitó que se regañara mentalmente por haber estado tantas veces en aquel lugar y no haber notado la existencia de esa puerta

Iba a ignorar su reciente descubrimiento pero su curiosidad fue mayor, por lo que se levantó y trató de empujarla, algo en lo que falló, por lo que lo siguiente que intentó fue forzar la hendidura de la llave. Trató de usar su cosmo e invocar la aguja escarlata como su padre le habia enseñado pero no consiguió mas que unos milimetros

-En este momento desearia haber practicado más esa aguja- se quejó con ella misma mientras se quitaba uno de sus pendientes

Acercó el rostro a la parte en que debía entrar la llave e insertó el arete, empezó a girarlo en sentido de las manecillas del reloj y luego de reves. Cuando tenia unos quince años, Alexander le habia enseñado un pequeño truco para cuando sus candados se atoraban y de casualidad, el mismo truco funcionaba para abrir puertas, no se enorgullecia de ello pero saber abrir una puerta le había servido en bastantes ocasiones, en especial cuando se olvidaba las llaves. Una parte de ella le regañó por estar usando esa artimaña para abrir una puerta que no era de ella ni de alguien que necesitara abrirla. Su padre la había educado lo suficientemente bien como para que jamás le hubiera gustado meterse en las cosas de otros, eso era asunto de ellos y ella respetaba su privacidad, pero en ese momento, lo que hubiera tras esa puerta podría ser algo muy importante 

Al cabo de un rato, lo consiguió, la puerta se abrió y Lia se encontró frente a lo que parecía un estudio, bastante desordenado, debia añadir, los papeles y mapas se apiñaban en torres que parecian a punto de colapsar, no importaba si era en mesas o en el suelo pero las torres estaban en toda la habitacion. Mientras se ponia su pendiente, caminaba por donde el suelo estaba vacio y le permitia avanzar, habia un monton de cosas que le llamaban la atención pero lo que casi de inmediato le hizo acercarse fue una mesa con un mapa extendido que la ocupaba casi por completo. A diferencia de todo lo demas en ese lugar que estaba a atiborrar, esa mesa solo tenia el mapa, un cuaderno abierto casi en la mitad y cuatro cuadros con fotografías

Al acercarse, lo primero en lo que se fijo fue en el mapa, no tenia nada extraño, salvo por las ''X'' marcadas en lugares aparentemente aleatorios aunque era posible que si su madre habia sido quien marcó los sitios, para ella si tendría sentido

-¿Qué estabas buscando, mamá?- cuestionó al aire pasando sus dedos por encima del papel

Giró su mirada y la dirigió hacía el cuaderno, lo tomó en sus manos y comenzó a leer. Era un diario de viaje, escrito con una letra pulcra

11 de Enero

Nuestras sospechas se confirmaron cuando llegamos a la antigua ubicación de la biblioteca de Alejandria, pues encontramos uno de los muchos sellos de los titanes. Hasta el momento hemos encontrado cinco sellos, Geist cree que hay millones de sellos dispersos alrededor  del mundo, pero yo creo que solo hay doce .

Creo que tendría sentido, existieron doce titanes que fueron enviados al Tártaro, hay doce dioses olímpicos y el número doce es bastante importante en miles de mitos, pero ninguna está segura de nada .

Dejando eso de lado, la visita a Alejandria fue interesante, poder estar en el mismo lugar en que en algun momento estuvo la biblioteca más grande del mundo fue una experiencia inolvidable, algun día debo volver aqui con Milo, estoy segura de que le encantará, aunque probablemente se la pase quejandose del calor. Es un quejumbroso .

Lia terminó de leer y cerró el diario, regresó su vista al mapa y comprobó que una de las ''X'' apuntaba a Egipto, quizas en realidad querían señalar Alejandria. Sin soltar el cuaderno se acercó a las fotografias y las inspeccionó brevemente. La primera mostraba a su madre, a sus dieciocho o veinte años más o menos posando con su tia Geist y con su tia Marin frente a una tienda en Rodorio. En la segunda, su padre aparecia cargando en la espalda a su madre, ambos sonreian y aunque parecia de la misma época que la primera foto, las sonrisas que ambos tenían los hacían ver más jóvenes. La tercera le daba la imagen de sus padres, los padres de Saya y los de Ethan, junto a su tia Geist, todos apiñados para caber en la foto. La última foto, le mostraba a una bebé, con sus ojitos cerrados y su boquita en un intento de sonrisa, con algunos mechones de cabello verde apenas asomándose

Lia se sorprendió al notar que la bebé de la foto era ella misma, su padre tenía la misma foto colgada en su cuarto y esbozando una sonrisa, reforzó el agarre que tenia en el diario para luego emprender el camino hacia el templo de Escorpio y antes de salir, dijo al aire una promesa

-Te voy a encontrar, pase lo que pase

La búsqueda de ShainaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora