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"Cherry blossom on your sycamore tree
What don't you tell no one,
You can tell me
Swing it high like Jesus,
Wild and free"
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       En una semana y media, Lulú cumpliría cuatro meses conviviendo con Hera y su familia, quién ahora se proclama como la suya. Ya se ha adueñado de una rama en el árbol genealógico de los Tiedemann Wilssen.

Conoce los choques culturales, los ha vivido en carne propia cuando gasta tiempo estudiando y pensando, porque mezcla idiomas, sin fijarse en ello. Pero convivir con alemanes, era una experiencia completamente distinta.

Lo primero que notó fue que caminan bien descalzos, en medias o pantuflas, pero nunca con zapatos dentro de casa, ni siquiera el personal que atiende la cocina, el jardín o la limpieza. Lulú lo adora, se siente libre y el escuchar los pasos de los niños corriendo descalzos detrás de ella, o visitando la cocina para pedirle un pedazo de lo que ha horneado, le hincha el corazón.

En casa de Jazmín separaban la basura, lo que se pudiese reciclar y lo que no, simple. En cambio ellos, tiene seis tachos de distintos colores, Lulú ha aprendido que el blanco es para vidrios blancos, el azul, para papel y cartón, el amarillo es para envases, el marrón, el verde para, pues, vidrios verdes, y el último, para residuos orgánicos.

El personal continúa haciendo las cosas de esa manera por costumbre, porque Lulú ha visto que los recolectores de basura, unen todo en el camión.

También que mientras pudiesen, evaden tomar medicinas, todo lo arreglan con un té, aire fresco y si estornudad, Lulú aprendió a decirles 'Gesundheit', una forma de desearle salud.

Antes, ella lo ignoraba, pero Hera le ha dicho que se siente triste si no lo hace.

Pero si hay algo que le extraña en exceso, es que aún con el espectro del invierno acechando la residencia en busca de una abertura para colarse, ellos no lo combaten, al contrario, le dan la bienvenida abriendo las ventanas permitiendo que se asiente y luego lo despiden, como un visitante más. Agnes le ha dicho que necesitan ventilar y matar los microbios, o algo así, con aire helado.

A eso lo llaman 'Lüften', la primera vez grito pensando que estaban locos, pero Ulrich levantó un dedo y decretó '¡necesitas frische Luft, niña!' ¡Aire fresco, en invierno! Lulú respiraba copos de nieve, mientras se retorcía bajo una manta mirándoles reír y tomar... ¡Más té!

Era una locura, una nueva experiencia que le abastecía con cariño y amor, mucho amor.

Sol se había ido hace un par de horas, al despedirse, Eros no dejaba de verla como si se mordiese la lengua. Pensó que su amigo se echaría a llorar en la cena, su rostro decaído no se iba, ni cuando Eroda le besaba la mejilla.

Ella quería mantenerse al margen, los comprendía a los dos, tomar un lado no se sentía correcto, porque no le gustaba verlos enfrentados, prefería tomarlos de las manos y tratar de guiarles, aunque ella misma se encentrase perdida.

—Pica mucho, Dios.

Hera pasa el cepillo de cabello de Helios por la cima de sus senos prominentes. Un mohín le acaricia el semblante. Los cambios en su cuerpo le eran una molestia, nunca antes se había sentido tan cansada, al punto de dormirse en medio de una conversación. Aunque los vómitos desaparecieron al sexto mes, la acidez seguía presente, una calamidad que no permite que se olvide de ella.

Sin contar lo hinchada que estaba, pies, pantorrillas, brazos, rostro... Hera a veces sentía que en lugar de bebé, tenía un inflador de globos ocupando su vientre.

Una Mariposa Para Lulú |Spin-off|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora