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"Change is a powerful thing, People are powerful beings
Trying’ to find the power in me to be faithful
Change is a powerful thing,
I feel it comin’ in me"

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           La noche tenía una esencia a lavanda y la luz resplandecía como si la luna usara una capa de brillantina. Lulú no se lo explicaba, poco le faltaba a la luna iluminar el bosque con la intensidad del sol, y si toma en cuenta el peculiar fenómeno de la aparición de las estrellas titilando, estaba segura que era un regalo de la naturaleza para Sol.

Sale del balcón cuando siente el cabello seco, cierra las ventanas y aún con la toalla enrollada en el cuerpo, se sienta frente al vanity a cerrar el diario que estuvo llenando, había retomado el pasatiempo, y se dispone a responder mensajes atrasados.

Ciro le facilitaba unos apuntes de la última guía de su clase de ética, Shirley le enviaba una foto de Nelson masticando un pedazo de pizza, Randall le comentaba sobre la última actualización de los drivers para sus tarjetas gráficas, por último, tecleó un ‘espérame en la salida, llevaré un vestido blanco y un gorro lila’ y se concentró en decidir que ponerse.

Desde que el señor Ulrich insistió en hacer una fiesta sorpresa a Sol, dudaba en escoger dos vestidos. Uno verde y uno azul. El azul le hacía sentir cómoda y fresca, pero el verde le hacía destellar.

 En un chasquido, se visualizó usando su collar de mariposa. No lo pensó más, tomó el vestido verde y lo lanzó a la cama.

Esperaba encontrarse con Helsen esa noche. Sentía que entre los dos transcurrieron años desde los últimos toques y solo habían pasado diez días. Pero Lulú quería más y estaba decidida a conseguirlo, tenía no una, miles de corazonadas que le susurraban que estaba lista, podía tomar vuelo.

Su celular se prende, notificando un mensaje nuevo. Lo toma enseguida, su sonrisa crece en desmedida al leer ‘yo me pondré un gorro naranja’. Lulú le preguntó su talla de zapatos, no lo quiso deducir, la última vez que vio a Luciano, media lo mismo que ella, sería un muchacho alto.

Invirtió parte de su quincena en un par de zapatillas y un videojuego, su favorito, Resident Evil Village y, al notar la hora, saltó de la silla con la ganas de cumplir una hazaña: prepararse en veinte minutos, hora de la llegada de la familia de Sol.

Su instinto la arrastró a la puerta en busca de Hera, pero recordó que Maxwell estaba con ella y Jäger, no la necesitarían para mucho, así que se quitó la toalla de encima y con el frío de la noche, rebuscó en el cajón de ropa interior a ciegas, se metió en el vestido y después de batallar un rato con el delineado, decorarse las clavículas con la mariposa y recorrerse de pies a cabeza con la mirada en el espejo para asegurarse que no le falte nada, salió de la habitación, en el instante que Hera, apoyada del brazo de Maxwell que no sostenía al bebé, lo hacía de la suya.

A Hera todavía le costaba caminar por sí sola, se desplazada arrastrando los pies y entre respiraciones hondas, ese detalle no disminuía ni un poco lo hermosa y radiante que se miraba con ese collar de perlas, vestido de seda rosa y sandalias bajas atadas a los tobillos.

—¡Qué hermosa!—exclaman al unísono, Hera se toma las costillas y aspira aire evitando reír.

Lulú le ofreció el brazo, bajar las escaleras con el bebé y ella atados a Maxwell le ponía de los nervios.

A mitad de camino al recibidor, oyeron la puerta principal abrirse y la caminata de al menos cinco personas, seguido de risas y la mezcla de voces y acentos. Lulú reconoció a la familia de Sol, su estómago se contrajo de pura emoción. A ella le parecía divertidísimo ese encuentro, dos familias unidas por un matrimonio recién disuelto, era como el final de una comedia romántica de inicio del siglo.

Una Mariposa Para Lulú |Spin-off|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora