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"Like a little peace of heaven"

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Resultó bien.

Esa noche todo iba de maravilla. Hera le ayudó a peinarse, le prestó uno de sus tacones aguja de suela roja y un cluth en el que solo entra su identificación, su celular, brillo labial y una panty diminuta.

Con ayuda de las dos, lograron cerrarlo.

Helsen pasó a recogerla como un caballero en su carroza, o eso dijo Ulrich, que lo esperaba en la puerta junto a la muchacha y no se contuvo de halar al treintañero de la oreja y meterlo a la casa.

Era un teatro, una forma de calmar la palpable ansiedad de Lulú, pero sin perder la seriedad de la conversación.

Salieron de la oficina no más de cinco minutos después, Ulrich, deseándoles una velada para recordar, Helsen, con el cabello algo despeinado, pero sonriente. Pasaron el viaje a la quinta avenida escuchando la radio, saltando de emisoras, descubriendo que tenían en común diversos gustos musicales, rock, metal, indie. Riendo ruidosamente porque Lulú las llama bandas vintage, cuando él se crió esperando el lanzamiento de esos mismos discos.

Helsen ayudó a Lulú a tomar asiento, ella por poco se lleva la silla al suelo por la incomodidad de los tacones, no estaba acostumbrada, se distrajo en la decoración del pequeño, pero acogedor local.

Helsen en el transcurso de la semana le preguntó que quería cenar y él la llevaría al mejor restaurante de la ciudad, ella, recordando su primera salida a solas, le respondió que comida taiwanesa, la gastronomía favorita de Helsen. Él supo entender el significado de la propuesta, no pudo estar más satisfecho con ella.

Su local favorito seguía ubicado en Francia, pero tenía que reconocer que ese pequeño espacio, apenas perceptible al público, se corona con el tercer lugar, solo porque irónicamente, no ha visitado Taiwán.

Lulú toma la carta de mano del amable mesero, los reciben con vasos de agua a temperatura ambiente y unos aperitivos que a ella de solo verlos, le hace agua la boca y el estómago gruñir.

—¿Qué me recomienda pedir?—le cuestiona, revisando la carta con minuciosa inocencia, pues no reconoce ni un platillo—. Distinto al de aquella vez, no lo tome a mal, fue exquisito, pero esta noche me quiero arriesgar.

Helsen no para de darle vueltas al anillo, esa noche se sentía fuera de sí, percibía el ambiente hostil, cuestión desencadenándose esas últimas semanas, tornándose una verdadera molestia al saber que Jamie, reside en la ciudad.

Veía a todos lados con disimulo, evitando ponerle los pelos de punta también a Lulú, pero todavía tenía el malestar del viaje, de la siniestra expectativa a que ocurra algo, atorado en la garganta como un pedazo de metal filoso.

Carraspea y endereza la postura, dejando el pobre anillo quieto.

—Bueno, tomando en consideración que la primera vez pedí mi plato favorito, creo que es tiempo de que pruebes el pad thai. Es un salteado, lleva tallarines de arroz, huevo, salsa de pescado, pasta de tamarindo, pimiento rojo y justo ahora no recuerdo que más—Helsen se detiene a media respuesta por el sutil asalto de una sonrisa, se ha dado cuenta que el rostro de Lulú, es el mejor distractor—. Este lugar prepara el mejor pad thai tradicional de la ciudad y, según recomendaciones y, como dato curioso, el platillo fue invento del dictador Plaek Pibulsonggram, tenía la finalidad de dar a conocer la cultura del país, a través de una receta que pudiese ajustarse al paladar que sea, se toma como única comida, personalmente, te recomiendo pedir la ensalada de brócoli como acompañante.

Una Mariposa Para Lulú |Spin-off|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora