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 ˝I’m getting on that aeroplane
Leaving my old man again
I hope that I come back one day
To tell you that I really
Changed˝
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            Estudió, se esforzó en dibujar nubes onduladas de colores para cada definición en los mapas conceptuales, lo repetía como Valentina memorizando sus líneas del guión, escribió un borrador como Sol, leía en perpetuo silencio por horas, inmersa en las letras, como Eros; nada había sido suficiente, el cinco tachado en rojo parecía hecho por un fierra quemador sobre la hoja, doloroso de ver.

El aire fresco le alborota el cabello, aunque se lo ha recogido con una pinza pequeña en la parte trasera de la cabeza, los mechones seguían golpeándole los ojos y boca. Lulú se los quita con rabia, metiendo la hoja a la fuerza en la mochila, mientras camina a la salida.

Se despide de sus compañeras con un gesto de la cabeza, sonrisa disimulada o movimiento de la mano. A medida que avanza por la amplitud del pasillo, se topa con siete, las cuenta, siempre lo hace, a la espera de que ninguna falte.

—¿Pasaste?

La voz de su amigo no la detiene, ella sigue a su destino, aguantándose las ganas de llorar de decepción.

—Por poco—dice a media voz—. ¿Y tú?

El gesto se le descompone.

—No.

Esa respuesta le hace detenerse, su vestido de flores amarillas, demasiado ligero para el frío, siguiendo el camino del viento.

—Escúchame, Ciro—habla con firmeza, encarando al chico—. Nuestro deber como futuros profesionales, es estudiar y prepararnos para dar la mejor ayuda y atención, así que…

—¿Noche de estudios en mi casa?—completa él, enarcando una ceja.

Lulú asiente, reafirmando la respuesta con una fuerte pisada de sus botas negras.

—Yo llevo de comer—se apresura añadir ella.

—¿Este sábado?

Su mente enseguida registra la fecha y la descarta, ya la tenía ocupada, ese sábado tiene programado encontrarse con Helsen por la noche, no podría cancelar sus planes, es decir, claro que podría, pero no quería.

Su celular vibra en su mano, un mensaje de voz de Sol. No lo reproduce, ya sabe que le pide salir porque está cerca. Lulú le hace una seña a Ciro para que caminen los metros restantes, mientras ella, pensativa, se rasca la cabeza.

¿Cuánto tiempo le tomarán hacer… lo que sea que vayan hacer? Eso la tenía mordiéndose las uñas y caminando de un costado a otro en su recámara cada vez que lo recordaba, le emociona y aterra a partes iguales, quiero hacerlo, jamás había deseado algo como eso, quitarse el temor a besos del hombre que ella decida, pero vive un lucha constante contra su peor enemigo, su propia mente.

—¿Sí?—dice, dudosa—. ¿A las once?

Ciro se extrañó, Lulú nunca pasaba tan entrada la noche por su casa.

—De acuerdo—responde, sin cuestionarle nada más—. Ahí viene tu amiga la casada.

Lulú gira, encontrando el reluciente auto rojo de Sol acercase lentamente a la acera. Ella sonríe emocionada al oír el claxon.

—Harás que te atropelle—le avisa, observando bajar el vidrio del copiloto.

—¡Hola, Ciro!—saluda Sol, efusiva—. ¿Sigues reprobando?

Una Mariposa Para Lulú |Spin-off|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora