Capitulo 8

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V

erdades y mentiras.

— Lo siento pero tienen que llevarla Zeus— mis ojos se cristalizan cuando sus palabras golpean mi cara y pone su mano en su hombro para apartarme.

Hace mucho que ya no la amaba y eso yo lo sabía, cada vez que lo veía con otra mujer sabía que todo esto se iba al carajo, él no le preocupaba mi madre en absoluto, solo estaba buscando una excusa para poder sacar a mi madre de su vida.

Cada vez que mi madre lo veía con otra mujer, ella no hacía nada, solo de ponía a tomar durante días, era su forma de afrontar la situación, yo no quería que me dejará, trataba de estar con ella porque la quiero tanto pero ella no quería tenerme cerca, menos cuando invitaba a esos hombres.

— ¡Mamá!— trato de que reaccioné pero no lo logro — Mamá, debes levantarte para irnos antes de que vengan— pongo uno de sus brazos al rededor de mi cuello, pero su peso es tanto para mí.

El ruido de una camioneta me alarma, me incorporo asomandome a la gran ventana, una camioneta blanca me hace tragar grueso, tres hombres bajan de ella mientras caminan hacia la puerta, regreso hacia donde está mi madre tirada pero no está bien, aún está borracha y los hombres que portan un uniforme en blanco ven a mi madre mientras mi padre da la orden.

— ¡Mami despierta!— deja que las lágrimas bajen por mis mejias — Ma por favor— ruego apegandome a su pecho.

Rodeó el cuerpo de mi madre con mis brazos, me aferró a su cuerpo mientras ruego porque no se la lleven, no me importa si no me quiere, si no me pone atención, si no me da de comer, no me importa nada pero que no la alejen de mí. Es mi madre, la amo, la necesito aquí conmigo, papá nunca me presta atención, nunca está.

— No, no déjenme— le gritos a uno de los hombres que trata de quitarme.

Siento que el corazón se quiebra en mil pedazos, acaricio el rostro de mi mamá rogando porque abra los ojos y me abracé fuerte, no puedo imaginarme sin ella.

— ¡Debemos llevarla ya!— dos hombres me levantan, me aferró a la ropa de mi madre, jalando con fuerza pero al parecer ni siente nada.

Pongo resistencia pero no logro nada, solo siento que el dolor me mata y que todo pasa en cámara lenta.

— ¡Mamá!— la voz se rompe cuando nadie nota mi dolor y me hacen atrás.

Veo como cargan a mi madre, poniéndola sobre una camilla, se renueve un poco en ella y grito con impotencia para que despierte, la mirada de desprecio que me da Lizeth me vale mierda, mi padre no hace nada y solo veo como mira a otra dirección cansado de la situación.

— Es por su bien hijo— me dice uno de los hombres de banco pero me niego.

— ¡Llevenme con mi mamita!— mi labio tiembla cuando uno solo agacha la cabeza y me niega la propuesta.

𝗔𝗧𝗢𝗥𝗠𝗘𝗡𝗧𝗔𝗗𝗢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora