Tentación.
Zeus.
Por fin había llegado a mi departamento, lo único que quería era llegar a mi cama y tomar una siesta, el vuelo fue estresante. Tenía un dolor de cabeza que no me dejaba en paz, tuve que soportar el tráfico de New York, yo solo, Renzo se había quedado en Canadá.
Salí del ascensor y me llevé una sorpresa al ver que mi puerta no tenía seguro, Nala gruñía dentro y justo cuando di el primer paso algo paso volando a mi costado.
Le habían aventado una figura de cera a mi bebé, le querían pegar a mi bebé.
— ¡Por fin llegas, querido!
— ¿Quién te dejo entrar?— la ignore, pasando delante de ella molesto.
— Le dije al porterete ese que soy tu tía.
— Tendré que hablar con él para que no te dejen pasar de nuevo.
— Que gracioso eres pequeño crío— exclamó sarcástica — estuve revisando los estados de cuenta y note algo anormal.
Aquí lo único anormal en mi vida era ella, con sus aires de grandeza y superioridad, tenía que ser la madre de Rossie, pobre criatura.
— Solo eso te faltaba ¿No?— aflojé la corbata de mi cuello — no te basta con ser una entrometida, ahora también revisas mis gastos.
— Lo hago para que no te suceda lo de la última vez, aunque... veo que ya estás en la misma situación— arremetió mostrándome los papeles — Un collar de perlas y un rubí. ¿De verdad?
— Cállate— espeté — no olvides que mi fortuna cubre tus malditos banquetes de mierda con esas viejas argüenderas.
Me preparé un trago cargado en el minibar del departamento, apenas iniciaba el puto día como para que una vieja chismosa me amargara ya todo el maldito día, no sé por qué mierda fingía que yo le interesaba si cuando la necesité también me hizo a un lado.
Supongo que nuestra familia se le da bien eso de fingir que nos interesa alguien.
— Zeus, no quiero que te hagan daño de nuevo.
— Me haces daño tú— confesé, me ardió la garganta al pasar el trago — fingiendo que yo te importo, entrometiéndote en mis asuntos, haciendo cosas que me molestan y recordándome ese puto error.
Las palabras calaban más cuando yo las decía en voz alta, no iba a olvidar el daño de esa mujer, pero que lo recordarán a cada rato me hacía sentir como el idiota más grande de este puto mundo, no importaba todo lo bueno que fui si por un error siempre iba a ser señalado.
— Te quiero Zeus, eres hijo de mi hermano y estaré aquí hasta que muera— su mano tocó mi hombro.
Apreté con fuerza la isla, sería incapaz de levantarle la mano a una mujer. Respiré profundo intentando controlar todo mi semblante. Ella tenía razón, era mi tía, entrometida o no debía guardarle respeto por Rossie aunque eso me resultará muy difícil a veces.
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𝗔𝗧𝗢𝗥𝗠𝗘𝗡𝗧𝗔𝗗𝗢
Teen Fiction¿Cómo alguien tan hermoso podría ser tan horrible? Preguntemos a Zeus. El solo quería sexo y placer sin ningún tipo de compromiso, no estaba dispuesto a arriesgarse de nuevo por alguien. Su vida era tan normal, tan metido en su rutina de pasar la no...