Escuchando los gritos del Behemoth que se volvían cada vez más y más débiles. Escuchando el puente derrumbándose hacia la nada. Y entonces, todo demasiado pronto, Hajime fue arrastrado a la oscuridad junto con los últimos escombros.
El tiempo pareció que se ralentizaba mientras Kaori miraba a Hajime caer a las profundidades de la tierra, con desesperación evidente en sus ojos. La conversación que tuvo anoche con Hajime se repetía en su mente una y otra vez.
Habían hablado bajo la luz de la luna, bebiendo la sub excusa de té negro de Hajime. Fue la primera vez que tuvo una conversación tan tranquila.
Recordó la pesadilla que había provocado su visita, y lo sorprendido que estaba Hajime cuando de repente apareció delante de su habitación. Incluso se había tomado su tonto sueño tan en serio. Y antes de que se diera cuenta, sus temores habían desaparecido y habían estado hablando alegremente de cualquier cosa.
Había regresado a su habitación en una nube, hasta que recordó que lo había visitado con un traje bastante atrevido, y se retorció de vergüenza. Segundos después se sintió un poco deprimida, pensando que no debía tener mucho encanto ya que Hajime no había reaccionado a su aparición en lo más mínimo. Y luego, también recordó cómo había intentado olvidar que todo esto había sucedido cuando vio la expresión exasperada de Shizuku.
Pero lo más importante, ella recordó la promesa que hizo con Hajime esa noche. La promesa de protegerlo. La promesa que Hajime había sugerido para aliviar los temores de Kaori. Ella repitió esa promesa en su cabeza una y otra vez mientras veía a Hajime ser tragado por el oscuro abismo.
Escuchó un débil y lejano grito, y luego se dio cuenta que era suyo, antes de volver a sus sentidos. Su cara se retorció de la angustia cuando la realidad de lo que pasó volvió a golpearla.
«¡Déjame ir! ¡Tengo que ir con Nagumo-kun! ¡Se lo prometí! ¡Le prometí que lo protegería!
¡Déjame ir con el!» Shizuku y Kouki lucharon por contener a Kaori, que miraba a su alrededor y estaba lista para saltar al abismo. Luchó con más fiereza de lo que cualquiera hubiera pensado que era posible teniendo en cuenta su cuerpo delgado.Si seguía así, Kaori acabaría lastimándose. Sin embargo, definitivamente tampoco podían darse el lujo de soltarla. Si lo hacían, seguramente saltaría del acantilado sin dudarlo. Ella ya estaba más allá de cualquier sentido de racionalidad. El dolor había sobrepasado completamente su mente.
«¡Kaori, detente! ¡Kaori!» Precisamente porque comprendía lo que sentía Kaori, Shizuku no podía encontrar palabras para consolar a su amiga. Todo lo que podía hacer era seguir diciendo su nombre.
«¡Kaori! ¡No tiene sentido desperdiciar tu vida también! ¡Nagumo ya se fue! ¡Cálmate! ¡A este paso te lastimarás!» Esas fueron las mejores palabras que llegaron a la mente de Kouki. Sin embargo, también fueron las peores palabras que podría haberle dicho a Kaori en ese momento.
«¿¡Qué quieres decir con que ya se fue!? ¡Nagumo-kun no está muerto! ¡Tengo que ir a salvarlo! ¡Me necesita!» Era claro para todos los demás presentes que no había salvación para Hajime. Se había caído de un acantilado tan profundo que nadie podía ver el fondo.
Sin embargo, Kaori no estaba en un estado mental en el que pudiera aceptar ese hecho. Cualquier cosa que alguien dijera simplemente sería perjudicial y doblaría su determinación de saltar ella misma. Ryutarou y los otros estudiantes la miraban todos preocupados, sin saber qué hacer.
Fue entonces cuando el Capitán Meld se acercó a Kaori y le dio un golpe fuerte en la nuca. Tuvo un espasmo y luego cayó inconsciente. Kouki cogió a Kaori antes de caer, mirando enfadado al Capitán Meld todo el tiempo. Antes de que pudiera decir algo, Shizuku le cortó el paso y se inclinó ante el Capitán Meld.
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Arifureta: de lo común a lo mas fuerte del mundo
FantasiaHajime Nagumo, de diecisiete años, es un otaku normal y corriente. Sin embargo, su vida cotidiana termina de cabeza cuando él, junto con el resto de su clase, son invocados a un mundo de fantasía. Son tratados como héroes y tienen el deber de salvar...