~Capítulo 2~

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Carta Masaru

Dos días después del incidente, Eijiro se dirigió al hospital en el que se encontraba su buen amigo. Según el padre del pelinegro, llamó la noche anterior para avisarle que había despertado. Fue así que el chico de ojos carmesí tomó camino con uno de sus colegas para visitarlo y llevarle ropa para cuando saliera.

El camino fue corto y tan pronto ingresaron al edificio buscaron quien los guiará a su habitación, una mujer de tez morena los llevó por los pasillos que, a pesar de ser cortos, los nervios de ambos chicos los hacían sentir interminables.

Por fin llegaron a su destino. Sero estaba completamente despierto cuando el pelirrojo y compañía entraron, este último le regalo una gran sonrisa de alivio al chico postrado en cama.

- te ves horrible como de costumbre – el rubio pronto tomó lugar a lado del herido recibiendo un pequeño empujón para que saliera de su espacio personal, aunque en realidad no le molestaba en lo absoluto.

- Cállate, me veo mejor que tú- rieron juntos – y también que tú- dijo sonriéndole al pelirrojo que aun venia vendado de su hombro.

Eijiro le devolvió la sonrisa y los tres amigos se sentaron juntos en la angosta camilla del hospital, compartimento chiste y bromas entre ellos.

El azabache estaba perfectamente bien, solo esperaban que dieran de alta y así todos regresaran a la mansión de los Kirishima para seguir con sus actividades y hacerse cargo de unos trabajos que se les habían asignado por una de las madres de Eijiro, que tenían pendiente.

El azabache estaba perfectamente bien, solo esperaban que dieran de alta y así todos regresaran a la mansión de los Kirishima para seguir con sus actividades y hacerse cargo de unos trabajos que se les habían asignado por una de las madres de Eiji...

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E

n, literalmente, el otro lado de la ciudad el chico de cabellos arena se hallaba sumido en su laboratorio experimentando, con sustancias y materiales de alta combustión, nuevas formas para crear explosiones inmediatas. Su madre le había asignado un trabajo de negocios la próxima semana en la cual al parecer irían representantes de la familia rival, los Kirishima, por lo que Katsuki pensó en lo divertido que seria que sus vehículos estallaran con su gente dentro de ellos.

A pesar de que ambas familias tuvieran un "tratado de paz" que, realmente no es que como que alguno lo respetara mucho, no los salvaban de las acciones del rubio. En realidad, el tratado solo marcaba los límites territoriales de cada familia  sin embargo, había lugares y ocasiones que se encontraban en un espacio neutro de dicho convenio en el cual las dos mafias daban rienda suelta a las atrocidades mutuas.

Katsuki se sentía extasiado al imaginar el daño que podía hacer encontrándose en este espacio neutro.

Estaba completamente absorto en colocar el ácido nítrico concentrado con el ácido sulfúrico y glicerina, de esa manera crear una minina explosión de prueba para fijarse si las cantidades eran adecuadas, cuando un peliverde irrumpió en su laboratorio.

El ojirubí se detuvo inmediatamente y giro a verlo muy molesto.

- ¡¿Qué sucede contigo, maldito nerd!? ¡¿Cuántas veces tengo que decirte que no me interrumpas cuando estoy ocupado?!- el joven de ojos verdes se encogió ante los gritos del chico con gafas de laboratorio.

Un pequeño trato   [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora