~Capítulo 28~

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pecado anhelado 

Bakugo había preferido dar una vuelta alrededor de la cabaña, ya que esta estaba a las afueras de la ciudad, la mayor parte que rodeaba a la propiedad era vegetación, sin embargo, los insectos lo irritaban bastante. Luego de que sus amigos se marcharan, Jirou, Ochaco y Kaminari fueron su única compañía, eran demasiado alegres, la pelimorada todavía era tolerable pero la cara de idiota...

Pasada una hora y media, volvió por la puerta trasera obstruyendo ver un auto familiar. Al entrar escuchó que algo cayó al suelo. Los susodichos lo miraron y después al cuarto principal, no comprendió bien lo que veían sus los ojos, pero antes que les gritara que mierda pasaba Sero entró a su campo de visión. Unas pisadas rápidas se oyeron venir, no tuvo tiempo de reaccionar cuando Kirishima llegó y lo cogió de los hombros con fuerza.

- ¿Qué demonios sucede contigo? - le gritó en la cara mientras sacudía su cuerpo con brusquedad.

Si no fuera porque quedó atónito ante los ojos cristalinos del chico, le hubiese empujado. Miro a las espaldas del pelirrojo; sus amigos entendieron su lugar y sabían que necesitaban espacio. Los odió por ello, ya que todos se marcharon, dejando a los dos solos a mitad de la sala.

- ¡No sé de qué hablas! - le gritó de vuelta aún preso en sus manos. Se removió bajo su fuerza- ¡ahora suéltame, cabellos de mierda!

Kirishima se aferró mas

- ¡¿cuándo dejaras de mentir?!

Abrió los ojos como platos, una lagrima cayo del rostro de Eijiro. Furioso, lo empujó hasta liberarse de sus manos.

Él lo sabía... lo había descubierto

Quizá sea lo mejor, su mente de nuevo en contra.

No debía adelantase. Katsuki pensó que habla sobre todo el teatro que montó acerca de que lo odiaba, pero no era así:

- Eres el segundo sujeto- dijo Kirishima con voz más tranquila.

Algo en él se decepcionó; muy en el fondo sí deseó que Eijiro se hubiese entrado que en realidad no lo odiaba.

Sin embargo, no podía ceder, era su deber colocarse la mascara que formó por años con cualquier persona; marcara que el pelirrojo tiro, pero que ahora era necesaria. Se enderezó desafiante y frio ante el hombre que amaba. Sacudió su mano restando importancia a lo dicho y gritó.

- Lo que me suceda no es de tu maldita incumbencia. - Eijiro retrocedió un paso sorprendido, su semblante cambio a uno decidido y cerro lo puños. - ¿Por qué no te entra eso en su cabeza? ¿tan pequeño es tu cerebro?

Con lo último dicho, colocó su dedo en la cien del contrario y lo empujó.

Con una delicadeza inhumana, Kirishima sujetó su mano y enredó sus dedos con los suyos, esto lo tomó por sorpresa, dándole la oportunidad al mayor de acercase y coger su otra mano, las cautivó entre la suyas y se aproximó a él hasta pegar sus frentes, cerró los ojos mientras que Katsuki los tenía tan abiertos que podrían salirse de las cuencas.

- Katsuki. Sé que, en el fondo, aunque a una pequeña parte de ti, no me odia, fue esa parte la que no quiso decirme para que no me preocupara, o eso quiero pensar- susurró desesperado- de cualquier modo, no importa si es así o no... yo te amo y quiero- pasó un segundo para corregir su última palabra- necesito que estés a salvo.

Eijiro aun permanecía con los ojos cerrados, mientras Bakugo miraba sus labios moverse. ¿Cómo podía decir algo como eso? ¿estaba enfermo? ¿yo estoy enfermo por querer estar así, por querer besarlo?

Un pequeño trato   [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora