~Capítulo 31~

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latidos

Él y Bakugo se deshicieron de los guardias de la entrada en cuanto llegaron, pero algo llamó su atención en la conversación de Monoma y la señora Kirishima. Sus oídos esperaron y ante dicha revelación, sus cuerpos se petrificaron.

Mientras Azumi estaba en estado de shock, Dai había elevado su arma apuntando a la cabeza de la mujer. No sin antes decirle algo que no llego a los oídos de la mujer ni de Bakugo, pero si a los suyos.

- ¿te cuento algo más? Alguien en esta historia no está muerto realmente.

Pese a su propio asombro, Sero reaccionó de inmediato cuando oyó el seguro del arma, y disparó al hombre. Este cayó al suelo y rápidamente corrió para auxiliar a su líder.

Su propia cabeza ya daba vueltas con lo que habían escuchado, pero era nada en comparación a lo que revoloteaba en la mente del cenizo. Él y Azumi tenían el mismo semblante y se miraban el uno al otro. Hanta no sabía que hacer; si lo que había dicho Dai era verdad significaba que debían buscar a Eijiro de inmediato.

El problema es que ninguno reaccionaba. 

- Bakugo- le llamó una y otra vez sin tener respuesta.

Vio a la pelinegra moverse con lentitud hacia ellos, encaminada a Katsuki. Una vez frente a él lo llamó por su nombre, su voz fue rasposa y dolorosa de escuchar, sin embargo, fue el estímulo para obtener reacción del rubio; su rostro se transformó poco a poco en algo difícil de interpretar.

- Perdón- murmuró la mujer.

Bakugo susurró algo que ninguno de los dos escuchó, y el asomo de una sonrisa apareció. Sero no supo lo que paso por su cabeza al verlo. ¿estaba feliz?

- ¿Bakugo? - se arriesgó a acercarse y colocar su mano en el hombro del joven.- ¿estás bien?

- No somos hermanos- repitió, esta vez sí logró oír lo que dijo. No obstante, esa reacción inicial paso de una ¿aliviada? A una muy diferente, una llena de arrepentimiento- mierda... ¿Qué hice?

Eijiro. Él estaba pensado en Eijiro. 

Hanta estuvo acompañando a Kirishima en su duelo debido al este chico, lo escuchó negarse a la posibilidad de ser pariente toda la noche y lo ayudó a buscar sus papeles de nacimiento. Él odió a Bakugo por haber jugado con los sentimientos de su mejor amigo. Y ahora... ahora solo podía tenerle lastima.

- Yo...

- Está bien- le dijo. No necesitó oírlo, la mera expresión del cenizo era suficiente para que Sero entendiese todo.

El rubio le miro; los engranajes en sus ojos daban vueltas pensando en que hacer. Hanta solo había visto al Bakugo malhumorado y egocéntrico, no al que tenia de frente en ese momento. Palabras dichas por Eijiro y Mina volaron en su cabeza, acerca de un buen corazón.

Recordó la historia que la pelirrosa le contó de camino a la mansión; acerca de su llegada a la mafia Bakugo. Él no había entendido como ella podía serle tan leal a Katsuki luego de que este matará a alguien que ella amaba, pero se equivocó; Bakugo no había matado a su hermano, había matado a su abusador y la había salvado, él era su verdadero hermano, la persona a la que Mina amaba. Y la persona a la que Sero quería ayudar.

- ¿Dónde está mi esposa? - preguntó Azumi quien permaneció en silencio. Esta se sostenía de pie con esfuerzo y posaba su mano sobre la herida abierta de su cara.

- No la vimos en las cámaras- contestó él.

- Debemos hallarla. - aún se veía consternada, mas su voz era firme, ella casi nunca daba órdenes debido a que Kyoko era la líder principal. Pero su tono autoritario lo hizo moverse de inmediato. - los únicos lugares que no ven las cámaras son el sótano y la habitación principal, y ya que estamos en ella...

Un pequeño trato   [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora