~Capítulo 11~

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váyanse al diablo

Eijiro abrió tanto los ojos que creyó que se le salían de sus cuencas. ¿acababa de escuchar bien?

La mano del cenizo seguía sobre sus labios, pero al ver que este bajaba la guardia y lo liberaba, la apartó y se permitió respirar, ni siquiera se había percatado que aguanto el aire todo este tiempo.

Por otro lado, Katsuki, en cuanto escucho que Deku se marchaba, cogió de la muñeca al pelirrojo y lo guio fuera el local por la parte trasera hasta uno de sus autos, verificando en todo momento que el pecoso no saliera de entre las sombras.

El arrastrado protestaba a cada paso, sin embargo, lo ignoro hasta que se encontraron dentro del vehículo.

- Oye, lunático, si no me sueltas, tendré que dispararte- apenas lo dijo, Bakugo solo contesto con una ceja elevada. - ¿sabes qué? Ha sido muy divertido y todo, pero creo que lo mejor será dejarlo aquí.

- ¡¿Ahh?! Hace un día me querías quitar la ropa y ahora huyes- dijo despectivo y rio- que cobarde.

- Yo no soy...- tranquilízate Eijiro, pensó- eso fue... un error. No veo por qué hacerlo. Me disculpe. Me perdonaste. Fin de la historia.

- ¿Y quién dice que te perdone?

- ¿Eh?- no creyó hacerlo evidente, pero su rostro de superioridad no le dejó de otra- ¿todo lo que estuvimos hablando?

Katsuki solo lo escudriño con la mirada un momento antes de que arrancara el auto. Condujo a su velocidad habitual antes de que percibiera la cara de sorpresa de su copiloto.

El cenizo solía manejar de una manera brusca y casi sin control.

El club estaba un poco alejado de la ciudad, por ello, no tararon en salir a una carretera abierta. Permitiéndole ir más veloz sin alguna preocupación legal.

Solo ver la expresión del pelirrojo lo animo a ir más rápido. Y a reír mientras lo hacía.

Eijiro giro a ver a su piloto cuando escucho sus carcajadas, el también estaba acostumbrado a la velocidad, pero solo en cuestiones de vida o muerte, no por diversión.

Se sentía bien.

Sobre todo, en tanto el rubio abrió el techo, dejando que el aire golpeara sus rostros.

No tenía idea de adonde iban, si lo quería matar, secuestrar o qué. Sin embargo, no pudo evitar reír a lado de su enemigo.

...

Después de la euforia, el cenizo detuvo el vehículo cerca de la ciudad y el pelirrojo descendió. Aun reía un poco, pero al ver a Bakugo esta se fue apagando. Tenía la mirada perdida en el volante y sus orejas estaban rosadas, talvez por el viento, aunque suponía que no fuese por eso.

Por poco y le tenía lastima, no sabe por qué. El chico parecía combatir internamente Eijiro sabia la razón, una razón que él había dejado salir. No había sido su intención, pero ahora era lo único que rondaba en la mente de ambos.

Tomo una hoja arrugada de su bolsillo y con su bolígrafo escribió una dirección, una cabaña a las afueras de la ciudad y se lo extendió a su rival.

- Está bien- Katsuki y su habitual ceño fruncido giraron a él con confusión- lo que me pediste antes. Yo estaré mañana aquí- dijo mostrando el papel.

- Muérete no te pedí nada.

No entendía a ese hombre, le decía algo y tiempo después lo mandaba al infierno por estar de acuerdo en él.

Un pequeño trato   [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora