La Hora de la Verdad.

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Veo profesores catedráticos hablando sobre arquitectura, pero soy incapaz de escucharles. Sigo absorta en las palabras que salieron de la boca de mi amiga. "Josh te ama". Hubo un tiempo en el que si pensé que le gustaba. Me besaba, siempre ha sido paciente conmigo, incluso me ha aguantado en mis peores días. Eso merece el premio a la persona con más paciencia del año.

Me atreví a proponerle que se acostara conmigo, y él aceptó. Aunque fue una locura que nunca llegamos a realizar. Puede que Isabella tenga razón. Nunca me he planteado esa posibilidad. Esa, en la cual mi mejor amigo siente algo más que una sincera amistad hacia mí. Por lo que, si esa afirmación es cierta, mi cabeza desencadena decenas de preguntas.

Josh es la persona que más me conoce, me conoce mejor que nadie, no puede decirle a su madre que no se atreve a contarme algo de tal magnitud como esto. Soy su confidente y él es el mío. Me niego a creer que no es capaz de contarme algo. Hasta me dijo lo del grano de su culo hace años. Tengo que aclarar esto con él, con nadie más. Necesito que mi vida esté despejada de dudas, tener el destino claro. No más engaños, o misterios.

Las horas pasan lentamente, mientras que ya he desechado el tema de Josh, Justin ha pasado a ser de nuevo el centro de mi tormento. Si sigo pensando tanto en estas cosas me volveré esquizofrénica. Tengo que avanzar, olvidando el funesto pasado.

Si sigo a este ritmo suspenderé los exámenes finales. Tengo que recuperar las horas de clase perdidas, perdidas en vano por recuerdos que aunque recientes resultan inútiles en mi memoria. Deseo desecharlos para volver a empezar una vida sin malos momentos en mi pasado que me atormenten en el presente.

Pero resulta imposible ignorar lo que es evidente. Le extraño. Extraño que interrumpiera mis clases, haciendo que el profesor ardiera en cólera, mientras yo solo podía reír ante la absurdez que tenía delante. Extraño que siempre me recibiera con un beso a las salidas de las clases. Extraño que me preparara inesperadas sorpresas. Le extraño a él, a su cuerpo junto al mío haciéndome sentir segura por las noches, a la forma de decirme que le jurara que todo era real, a pensar que yo le estaba volviendo una mejor persona o por lo menos más sensible. Sin embargo, eso era mentira, él solo estaba representando un papel de chico que estaba dispuesto a mejorar, y yo me lo creí. Ahora soy yo la que ha cambiado, para no volver a caer en las sucias trampas de algún niño caprichoso que logre engañarme solo para meterme en su cama. Siento una mezcla entre soledad y denigración cuando la sombra de Justin Bieber recae sobre mí.

Decido acabar con este tema, por lo menos por ahora, para poder concentrarme en mis obligaciones como estudiante.

En un abrir y cerrar de ojos es la hora de volver a casa. Camino por la hierba con la mínima esperanza de recobrar algo de la alegría que solía sentir al verla. Sin resultado.

Diviso a Josh a lo lejos. Me espera para llevarme a casa, tal y como Él solía hacer. La melancolía no es un sentimiento con el que esté acostumbrada a lidiar, por lo que mi cuerpo está incómodo y verme obligada a hablar con Josh sobre su situación sentimental, no ayuda.

Entro a la que ahora es mi casa. Ese lugar en el cual debo sentirme a salvo, segura, pero no es así, no del todo. Continúo hasta en interior de mi habitación. Dejo las cosas sobre la cama, quitándome el peso físico de encima. Me atrevo a irrumpir en su dormitorio para que aclaremos todo, de una vez por todas.

- ¿Estás bien? ¿Te ayudo en algo? - Sonreí apaciguadamente cerrando la puerta tras de mí.

- Si, siéntate por favor. - se acomoda encima de la cama. Paseo serena frente a él. No sé cómo empezar a hablar de tan delicado tema. - Josh, he notado, bueno... me han contado que últimamente te has comportado de manera extraña.

- ¿Qué quiere decir con comportamiento extraño?

- Con eso quiero decir que me enterado de un rumor que afirma que tú estás enamorado de mí. Por lo que he decidido discutir, discutir no es la palabra, mejor dicho tratar el tema contigo. - se queda callado. Su mano derecha comienza a expresar el singular tic que se produce cuando él está nervioso. - ¿Es cierto? - se limita a mirar hacia la pared. No es capaz de mantener la mirada fija. - ¡Hutcherson responde!

- Sí. Es cierto. - mi mandíbula se abre ante la inesperada respuesta. Sostenía la esperanza de que me respondiera que eso era falso, que no me tendría que preocupar por cosas como esas, que era mi hermano y estaría ahí, presente para apoyarme. - ¿Quién te lo ha dicho?

- Eso no importa. Josh, necesito que entiendas...

- Calla. - me corta mientras intento expresar mi remolino de ideas que aguarda mi alocada cabeza. - Que te hayas enterado no cambia nuestra situación. Siento que no haya sido yo el que te haya transmitido la información, pero sí, es cierto, llevo años enamorado de ti.

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