Primer Beso.

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Mi respiración está agitada. Es obvio que no hago mucho ejercicio. Él por el contrario está acostumbrado. Su vista baja hasta mis labios, que se encuentran entreabiertos para facilitar la salida/entrada del oxígeno. Vuelve a subirla. Su iris se encuentra más claro de lo normal, tal vez por el contacto directo con la luz del sol. Resulta una imagen transmisora de paz.

- No sabes las ganas que tengo de besarte. ¿Algún día me dejarás? - intento moverme pero me detiene.

- No quiero que una rata cómo tú me pegue todas las enfermedades existentes. Pero gracias por la proposición. - a pesar de estar hablando en un tono bastante bajo parece ser que Isabella desde su posición nos escucha, porque su estridente risa se hace presente en cuanto yo acabo de pronunciar la oración.

- Eres cruel.

- Tal vez. Ahora suéltame.

- No. - la palabra casi parece un susurro. Levanta la cabeza juntando sus labios con los míos.

Forcejeo para separarme pero su agarre es firme. ¿Cómo puede besarme sin mi consentimiento? Aunque... los suyos me acarician. Son suaves. Tanto cómo una pluma. Su beso me provoca un agradable cosquilleo en la piel. Cierro los ojos rindiéndome a él.

Cuando los separa de los míos dejo que la gravedad venza mi cabeza dejándola apoyada en su hombro. Mi boca queda a la altura de su oreja así que la acerco a ella.

- Justin... - digo suspirando, aún confusa por lo que acaba de pasar.

[...]

Vuelvo a la realidad.

Esa fue la primera vez que me besó.

Me giro incómoda en la cama. Veo la almohada parcialmente mojada. Toco mis mejillas. También están mojadas. ¿Por qué? Seco mis ojos con los dedos. Mi corazón palpita veloz.

Definitivamente estoy llorando.

¿No ha habido suficientes lágrimas en mi vida? No debería derramarlas por un hombre del que me esperaba que me fallara. Lo hizo de la peor manera.

Voy al baño apresurada. Examinándome en el espejo veo cómo de irritados están mis agrisados ojos. Les echo colirio que encuentro en un cajón para que Josh no se de cuenta de nada. Es mi amigo pero este tema no tiene suficiente relevancia como para hablarlo con él. Limpio mis dientes a fondo y dejo el cepillo en su sitio.

Escucho su voz llamándome por los pasillos. Salgo del cuarto del baño para encontrarlo.

- Ya está listo el desayuno. - le sonrío agradecida. Nos dirigimos a la cocina.

Acomodada en mi silla ingiero los huevos revueltos con bacon. El zumo de naranja natural está delicioso. Josh es un excelente cocinero, aunque todo lo aprendió de mí. Tener que ser una criada para mis tíos me hizo adquirir ciertas dotes culinarias.

- Sí que tenías hambre. - asiento con la cabeza mientras mastico. - Normal, no cenaste nada anoche. - se queda pensativo unos segundos. -Tampoco comiste. - frunce el ceño.

- Josh, ayer no tenía mucha hambre. No vayas a reñirme como si fuera una niña pequeña.

- No me sorprende que no la tuvieras. Te pasaste el día durmiendo. - me río después de beber.

- No pude evitarlo. Me conoces, odio dormir, solía tener muchas pesadillas.

- ¿Solías? ¿Acaso ahora no? - le doy una negativa con un gesto de cabeza. - No lo sabía. Así que... eso significa que ya no me necesitarás para que te proteja de noche.

- Siempre te necesitaré. Ya te lo he dicho, eres imprescindible para mí. - me acaricia suavemente la mejilla. - Eres la única persona en la que puedo confiar.

- ¿E Isabella?

- También... pero tú eres mi ángel de la guarda Josh Hutcherson. Cómo tú no hay nadie. - enlazo nuestros dedos. Acaricia con el pulgar el dorso de mi mano. Le sonrío.

Gracias a él olvidaré los dos años pasados de mi vida. Sé que lo haré. No es tan difícil.

Acabamos de desayunar. Después de recoger todo nos sentamos en el salón, relajados y satisfechos.

- Josh deberías ir a la universidad, solo falta una semana para el final de curso pero las clases siguen avanzando. Yo iré mañana, hoy quiero descansar, no me siento preparada para volver. - frunce el ceño. A veces parece el pitufo gruñón. Sonrío por las absurdas tonterías que se me ocurre pensar.

- Está bien. ¿Pero quieres quedarte sola?

- Estoy bien. Ve a acabar de ser un médico de verdad, que estás a medio formar. - su risa acaricia mis oídos. Es agradable escucharle reír.

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