La persona que menos esperaba ver en estos momentos sale. Destila furia por todos los poros de la piel. Me observa por unos instantes pero dirige su mirada llena de cólera hacia los individuos que siguen aquí de pie, en alerta ante el desconocido que acaba de hacer una patética entrada. Por lo menos para mí lo es.
- Alejaos de ella. Ahora. - los simples tipejos se ríen mirándose los unos a los otros.
- ¿Y tú quién eres? ¿Su chulo? - dice el primero que me encontró, caminando hacia él. Los ojos del atrevido chico brillan ante la expectación de una bienvenida pelea. - Esta zorrita ahora nos pertenece, así que sé listo y vuelve por donde has venido. - los demás vuelven a reírse, burlándose. Un destello cruza el rostro del muchacho y antes de que yo pueda detenerlo encaja un puñetazo en la mandíbula del pandillero. Un sonoro "crack" retumba por toda la calle. Cuando el marginal se cae al ruinoso suelo, de su boca brota una fuente roja. Sangre. Sencillamente asqueroso. Todos los demás retroceden por instinto alejándose de mí.
El chico se acerca a mí despacio. Casi como si tuviera miedo. ¿Él acaba de romperle la mandíbula a un hombre peligroso y yo le produzco temor? Me tiende una mano que, por supuesto, no acepto. Suspira. No dejo de mirarle. Lo acabo de ver hace tan solo unas horas, pero, para mí fueron como una eternidad.
- Vamos. - se sube al vehículo. Me quedo en blanco por unos segundos, pero recobro la razón cuando el rugido de su motor retumba en mis oídos. Me apresuro a hacer lo mismo pero en los asientos traseros, dejando atrás a los asquerosos pandilleros. Me apoyo contra la ventana tintada mientras nos ponemos en marcha. Él no deja de controlar el espejo retrovisor mirándome a través de él.
- Llévame a mi antiguo piso, por favor. - susurro las palabras lo más fuerte que las cuerdas vocales me permiten. Me repugno a mí misma por estar tan cerca de él. Si no fuera porque me sacó de ese barrio-bajero no habría aceptado que me lleve.
- Tenemos que hablar. Esto no se puede quedar así, si no llego a localizarte ahora esos... - aprieta los puños alrededor del volante hasta que sus nudillos se tornan de color blanco.
- Olvida todo lo que tenga que ver conmigo. Yo estoy fuera de tu vida. Para siempre. Detente, me bajo aquí. - él presiona un botón haciendo que los seguros de las puertas se activen. Odio cuando hace este tipo de cosas. - Justin, se acabó. Fui una estúpida lo admito, pero los errores se rectifican. Me quiero bajar. Ahora. - se queda callado.
- No te voy a dejar ir. Lo sabes. - me río. Pero solo para ahogar las ganas de llorar que tengo desde que esta mañana abandoné la casa del chico que ahora me retiene en su automóvil.
- Explícame, ¿cómo sabías dónde encontrarme? - sus facciones se endurecen. No me va a gustar la respuesta. Lo sé.
- Estando conmigo podían hacerte daño para llegar hasta mí, así que te puse seguridad, no podía arriesgarme a que te pasara algo. - me mira por una fracción de segundo, supongo que para analizar mi reacción, aunque no hay tal reacción. Le miro expectante. No me hace falta hablar para que él me entienda. Suspira y parece que de pronto cien años recaen sobre él. - Tienes un localizador insertado en tu brazo izquierdo. Cuando vi por los barrios que te metiste vine lo más rápido que pude. ¿En qué estabas pensando? - me río de un modo bastante histérico mientras observo mi brazo, lo que provoca que él pare el coche en un arcén.
- Simplemente no estaba pensando Justin. - abre los ojos como si alguien le estuviera apuntando con una pistola en la frente. - Gracias por alejarme de allí, pero ya puedo seguir mi camino. Sola. - de nuevo intento salir, sin resultado.
- No me dejes. Por favor. - fijo mi mirada en la suya. ¿De qué habla? Sacudo la cabeza de una forma ligera cómo si eso pudiera ayudarme a despertarme del abismo dónde estoy sumida desde esta mañana.
- ¿Dejarte? No se puede dejar lo que no se ha tenido. Y me alegro de que me abrieras los ojos antes de... - me mira esperando a que acabe la frase. Me hundo en el silencio. Aquí estoy cómoda.
- ¿Antes de qué? Acaba lo que ibas a decir. - niego automáticamente con la cabeza. Yo no sé qué es el amor. Tampoco quiero conocerlo. Y mucho menos con él.
- Nada. Abre el coche. Necesito salir de aquí.
- No... - en un rápido movimiento pulso el botón para desactivar los seguros del coche y salgo apresurada. Oigo como se abre otra puerta pero me concentro en correr lo más rápido que mis doloridos pies me permiten. Pero a pesar de mis esfuerzos sus brazos me rodean inesperadamente, elevándome en el aire antes de que yo haya pestañeado. Presiona su cuerpo contra el mío mientras inutiliza mis manos. Tensa su abrazo como si se encontrara en un precipicio al que no se quiere caer. Y todo lo que puedo ver yo es su suave cuello pegado a mi cara.
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Hard Memories
Fanfiction¿Qué ocurre si todo lo que creías hasta ahora resulta ser mentira? La protagonista de esta historia se tiene que enfrentar a una cruel realidad que la hará cerrar definitivamente su corazón. Será la gota que colme el vaso, un vaso lleno de sufrimie...