Necesidad de Respuestas.

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Habrá pasado una media hora desde que conseguí tranquilizarme. Justin no me ha soltado en ningún momento. Acaricia mis mejillas, lenta y pausadamente. Por fin me digno a mirarle. Sonrío al ver que no se ha dormido, cansado de esperar.

- ¿Ya estás más relajada? - asiento, aún sonriendo porque no quiero que me falle la voz, porque no quiero volver a llorar. Toda mi concentración está en su mano rozando mi piel. Odio que estar con él me haga sentir tan bien. - Veo que sí. No te hago responsable de nada, fui yo el culpable de todo.

- No quiero irme. No quiero que amanezca. No quiero que la realidad estropee mi vida. Justin ¿por qué tuviste que destrozarme más de lo que estaba? - fijo mi mirada en la suya. Necesito entender la razón.

- ¡Te he dicho que no fue verdad! Joder Paige. - desliza las manos hasta el borde de mi camiseta y las mete por dentro. Roza mi espalda, mientras me sube para que mi cara quede a la altura de la suya. Quiere besarme pero como no sabe de qué humor estoy no se atreve. Le miro con los ojos perdidos, ¿era mucho pedir que todo lo nuestro saliera bien? - Vuelve a vivir conmigo, sé mi amiga, que venga Josh también. Si tenéis algo más que amistad, no me importa, bueno... sí que me importa pero lo aceptaría. - me río.

- Así que estás diciendo, que mi novio y yo nos mudemos a tu casa, para que nos veas todas las noches metiéndonos a esta habitación para dormir juntos. Vale. - su expresión cambia radicalmente.

- Sí, lo aceptaría. - su ceño se frunce haciendo que su cara confusa quede más graciosa. No puedo evitar que una carcajada se escape de mis labios. - No te rías de mí.

- No lo hago. Aunque Josh y yo no tenemos nada, él me ama, y sería muy desconsiderado por mi parte traerlo a vivir con él chico que me metió en su cama, ¿no crees?

- ¿Te ama? ¿Y tú a él?

- Eso no es de tu incumbencia. Aunque ya te dije que yo no me enamoro de nadie. Pero él es especial. Para mí lo es. No quiero alejarme de él nunca más. Y debería llamarle para decirle dónde estoy, más o menos. - intento moverme pero me lo impide. Sonríe, de esa forma que se le forman un par de arruguitas en los ojos, haciendo que parezca más viejo de lo que es. Acerca más su cara a la mía entonces sé lo que va a hacer.

Intento apartarle empujando su pecho con mis manos, pero temo hacerle daño y abrirle las heridas. Su boca está apenas a un par de centímetros de la mía. En mi cabeza se abre un debate, la necesidad de que sus labios por fin se encuentren con los míos se enfrenta a la necesidad de supervivencia, de querer salir corriendo de allí para poder evitar seguir sintiendo el dolor que emana de mi pecho. Pero de pronto se levanta sobresaltándome.

- Llámale. - se gira yendo hacia la puerta. Pensaba que iba a besarme... este hombre es muy confuso. - Dile que te quedarás a dormir aquí, mañana te llevaré a la universidad yo mismo, pero ahora mismo estoy agotado solo necesito descansar. - sale por la puerta dejándome sola en la que fue mi habitación. Una presión se hace presente en todo mi cuerpo, tengo la sensación de pesar un millón de kilos más, los cuales me impiden moverme.

Joder, inspiro para relajarme. No sé ni que coño hago aquí. Definitivamente soy una masoquista. Cojo el teléfono, ya hay dos llamadas perdidas de Josh... mierda, no lo había escuchado. Marco su número aún sin saber como voy a explicarle donde estoy, ahora quesé sus sentimientos hacia mí, no puedo decirle que me he venido ala casa de Justin y que dormiría aquí.

- ¿Sí? ¿Paige? - su voz emana preocupación.

- Hola Josh. Escucha, estoy bien ¿de acuerdo? - suspira, aliviado.

- Joder, me tenías preocupado, pensé que te había ocurrido algo... - su voz se apaga a medida que en su mente aparecen todo tipo de posibilidades, cada una peor que la anterior.

- Isa vino a visitarme al trabajo, una cosa llevó a la otra y al final me quedo a dormir con ella. Se nos pasó el tiempo volando, por eso no te avisé antes. - se queda callado unos instantes como analizando mi historia.

- De acuerdo. Hasta mañana fresita.

Me despido de él, ¿fresita? ¡Joder! Me siento como una verdadera mierda, él me estaba esperando en nuestra casa, él me ha cuidado,no solo es es el único hombre que nunca me ha herido, sino el único que me ha cuidado, que me ha protegido. Aviso a Isabella para que mienta por mí, prometiéndole explicaciones más tarde. Tiro el móvil a la cama enfadada, me voy a casa, a estar con quien sí merece mi compañía, pero antes merezco algunas respuestas. Voy decidida a la habitación de Justin, bajo algunas miradas divertidas de los guardaespaldas, en su puerta hay uno plantado que se interpone entre mi objetivo y yo.

- Hola, necesito ver al señor Bieber. - me mira de arriba a abajo con descaro. No le conozco, supongo que es seguridad extra por lo ocurrido.

- No puede entrar. Está prohibido. Apártese o pondré en marcha las medidas de seguridad pertinentes. - ¡mierda! Necesito verle... entonces se me ocurre algo.

- Lo comprendo, pero esta también es mi habitación. Soy la novia del señor Bieber, tengo derecho a pasar. - me vuelve a mirar, pero esta vez sonriendo.

- No lo creo monada, llevo trabajando aquí un mes, y no te he visto, si así fuera ¿qué clase de novia deja sola un mes a su pareja que estuvo a punto de perder la vida? Eres muy guapa, pero sabiendo esto ya no me dan ganas de tener nada contigo, nada más allá de una noche de diversión.- bufo frustrada. Quiero pegarle una patada en las pelotas para dejarle claro que no me puede hablar así. Reprimo el impulso de hacerlo para no crearme más problemas.

- Está bien, pero ¿me haría el favor de decirle que Paige Collins quiere hablar con él? Comuníquele que estaré en mi habitación . - abre los ojos de golpe, sorprendido creo.

-¿Paige Collins? - me deja pasar antes de que yo pueda responder. - Discúlpeme señorita, la vi vestida así y pensé que era parte del servicio.

Entro a la habitación de nuevo enérgica pero no hay nadie. Escucho el agua del grifo de la ducha fluir así que me siento en su cama. Todo está tal y como lo recordaba... me tumbo pudiendo así aspirar el aroma que desprende la almohada, a él, totalmente a él. La puerta del baño se abre dejándome ver a Justin con tan solo una toalla alrededor de la cintura, se acerca a la cama sorprendido, me siento mirándole perpleja. Me detengo a inspeccionar sus heridas sintiendo como el dolor que sufrí hace un mes en el hospital, cuando aún no sabía si viviría o no, resurge en mi interior con la misma fuerza.

Hard Memories Donde viven las historias. Descúbrelo ahora