A Veces Lo Mejor Es Dejarse Llevar.

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- ¿Paige?¿Qué haces en mi habitación? Pensé que no te vería hasta mañana.

- ¿Porqué me acabaste de destrozar Justin? Necesito saber porque te tomaste el trabajo y la molestia durante casi dos años para hacer que te apreciara para luego destrozar lo poco que quedaba de mí. - se paraliza. Me mira con los ojos muy abiertos, sé que yo estoy con una expresión cautelosa esperando su respuesta.

- Yo...yo no... - se tensa entonces se gira asestando un puñetazo en la puerta del vestidor encajando el puño en la madera que se astilla y cede ante el golpe. Me bloqueo unos segundo pero él comienza de nuevo los golpes contra la puerta, asustándome me lanzo a detenerle, no lo logro agarrando su brazo, así que por un impulsome entrometo entre él y la puerta. Se detiene de golpe, sin llegara tocarme. De pronto la puerta de su habitación de abre de golpe, el gorila con el que tuve antes el incidente aparece detrás de ella.

- ¿Ocurre algo? - le miro rígida mientras Justin mantiene su posición, con la respiración agitada y el puño en alto.

- Nada, todo está bien. Puede retirarse. - lo hace sin rechistar. -¿Justin? Mírame. - lo hace destensando el cuerpo, bajando los brazos. Le llevo hasta la cama para que se siente. - Solo necesito respuestas. - me observa mientras tomo asiento a su lado.

- No sé cómo puedo hacer para que me creas, diga lo que te diga no me creerás. - veo un fino chorro de sangre resbalar por su torso,¡joder! Se ha abierto las cicatrices.

- Mierda Bieber, te has abierto las heridas... - se levanta de golpe sobresaltándome.

- LAS QUE TENGO ABIERTAS SON LAS DEL CORAZÓN... por ti estúpida e irresistible niña. - ¿qué? Le miro perpleja ante sus palabras.

- ¿Qué quieres de...? - me besa sin dejarme acabar de hablar, cogiendo mi cara entre sus manos. Tras el desconcierto inicial le devuelvo el beso, entregándome en él. Me tumba en la cama posicionándose encima de mí, enredo mis dedos en su pelo mientras el se encarga de los botones de mi camisa. Una vez la quita separa sus labios de los míos, me mira de forma que parece que me está leyendo el alma, me da un beso en la comisura de la boca, prosiguiendo con un sendero que abarca mi mandíbula y baja por mi cuello.

Un suspiro se escapa de mi boca. Ante esto acaba de quitarme la camisa. Abro su toalla mientras él deja que se caiga, sonrío confusa, no sé porqué lo hago. Sigue bajando con su boca por mi cuerpo, se detiene en mis senos aún cubiertos por el sujetador de encaje blanco, a juego con las finas bragas, avanza por mi vientre a la vez que resbala mi falda muy lentamente por mis piernas. La quita, para continuar por mis tacones, es justo, él está desnudo, yo no, aunque ahora ya casi. Me observa recreándose en cada detalle de mi cuerpo, haciéndome sentir expuesta pero... sexy. No lo soporto más, vuelvo a besarle frenéticamente, dejando que mi lengua baile junto a la suya en nuestras bocas. Le deseo, ¡joder, sí! Yo misma desabrocho mi sujetador, su boca vuelve a mis pecho ya libres, se recrea chupando mis pezones una y otra vez haciéndome gemir, con la lengua me recorre todo el seno enviando escalofríos directamente por la columna recorriendo mi sistema nervioso. Vuelve a bajar, esta vez arrastrando mis bragas hasta quitármelas, me sonríe de forma bastante perversa. Me abre las piernas haciéndome flexionar las rodillas, me besa el muslo derecho bajando hasta la parte más sensible de mi cuerpo, su lengua se encuentra con mi clítoris, gimo agarrando su pelo con mis manos, recorre toda mi esencia de arriba a abajo arrancándome grititos de placer.

- Justin por favor... - suplico abrumada por el sentimiento de placer en exceso que siento. Sigue torturándome con su incansable lengua, estoy a punto de llegar al clímax pero se detiene de golpe. Sube por mi cuerpo quedando colocado entre mis piernas, me acaricia la nariz con la suya, mientras su miembro roza mi entrepierna. - Just, no aguanto más... - sostengo su mirada con la mía, sus pupilas están tan dilatadas que opaca totalmente el color miel que suelen tener sus ojos.

- No te haré sufrir más. - dice son una malévola sonrisa en la boca. De pronto se sienta, haciéndome subir encima de él, sentándome en su regazo mirando cara él, me eleva un poco lo suficiente como para que su pene se detenga a la entrada de mi ser. "por favor" pronuncio las palabras sin emitir sonido alguno.

Me penetra lentamente, tanto que parece una agonía, en parte lo agradezco porque me permite adaptarme a su tamaño sin hacerme daño, intento acordarme la primera vez que lo vi, pensé que no me cabría ni de coña, era mucho más grande de lo típico que ves en libros de anatomía o bromas de adolescencia en WhatsApp. Lo hace de nuevo con la misma lentitud agonizante, trato de moverme un poco para acelerar pero me detiene llevando él las riendas, sale de mí y entra, sale, entra, sale, entra, sale, entra... pero no acelera.

- Justin...

- Necesito sentirte Paige, total y completamente. - no puedo analizar sus palabras. No me deja hacer nada, apenas puedo realizar un movimientode cadera para acoplarme a sus embestidas. Un sentimiento abrumador nace en el fondo de mi útero, gimo cada vez más alto.

- ¡Oh! ¡Joder! ¡Oh, Dios... Justin! – él sigue mirándome fijamente,yo me veo obligada a cerrar los ojos de vez en cuando por el placerintenso que se genera en mi interior. - ¡Justin! ¡Oh, cielos! ¡Oh, cielos! - comienzo a hablar sin pensar, el placer me abruma. Unas sacudidas de corriente eléctrica recorren mi cuerpo, el orgasmo me inunda haciéndome gritar su nombre una y otra vez, la sensación me colapsa todos los sentidos dejándome solo sentir el placer. Él me penetra por última vez corriéndose en mi interior, viajando conmigo al mundo del Edén, el paraíso terrenal.

Exhaustos nos derrumbamos en la cama, él me abraza, tira de una manta suave y fina para taparnos. Apoyo la cabeza en su pecho sintiendo su respiración agitada en cada subida/bajada, igual que la mía, su abrazo me produce una sensación de seguridad... es tan confuso. Él me ha hecho daño, mucho daño, pero yo sigo necesitándole para conseguir esta serenidad. Me mira sonriente.

- ¿Qué? - pregunto confusa, pero a juzgar por mi tono creo que tengo la misma expresión estúpida que él.

- Tú, me haces sentir inmensamente feliz señorita Collins. Eres totalmente imprevisible, aunque eso solo hace que me gustes mucho más. - roza mi nariz con la suya, tal y como había hecho antes. ¿Yo le hago feliz? Eso es imposible...

- Bieber, no empieces con tus tretas. No voy a volver contigo. Esto es una despedida. - se pone serio al instante. - ¿Qué? - niega con la cabeza dejando de mirarme. - Justin... debo continuar mi vida y túla tuya, nuestros caminos deben separarse.

- ¡Calla! Si es lo que quieres así será, pero ahora déjame disfrutar de las pocas horas que me quedan contigo. - me besa por sorpresa.

Después de saciar nuestra hambre de sexo volviendo a acostarnos tres veces más nos quedamos en total silencio, abrazados tanto como podemos, en estos momentos siento mucha paz. Me niego a mirar el reloj, no quiero, aquí estoy bien, en sus brazos, sin pelear por lo ocurrido en el pasado o reparar en lo que sucederá en el futuro. En estos momentos solo somos él y yo, aquí, juntos, después del mejor sexo que he tenido en mi vida. Aunque solo haya tenido sexo con él...esta vez ha sido con la misma pasión que el resto pero con un sentimiento anhelante que antes no estaba.

Hard Memories Donde viven las historias. Descúbrelo ahora