Tormentosos Recuerdos.

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¡Él no es un monstruo! Grito mentalmente. Josh no le conoce, no puede juzgar a alguien solo por su trabajo. ¿Qué le ocurrirá? Nunca ha cuestionado el modo de vida de nadie sin haber tratado con dicha persona. No sé ni porqué defiendo a Bieber, no se lo merece de mi parte.

- ¿Por qué dices eso? Sé que su empleo es espantoso pero algo bueno tiene que tener. Ella nunca se encariñaría de un monstruo. - debería decirles que estoy despierta. Declino esa idea y opto por profundizarme en el confortable abrazo del mundo del sueño.

No soy consciente del tiempo que paso dormida. Abro los ojos. Me encuentro en la cama de Josh. Desconozco totalmente cómo he llegado hasta aquí. Me desperezo relajada. Las siestas nunca son mal recibidas.

Salgo del cuarto. El ambiente es cálido. Al estar en plena primavera aún debemos encender las calefacciones de nuestras casas para no morir congelados, esto es Inglaterra, incluso en verano hace frío. Busco a mi amigo. No le encuentro. Me pregunto dónde estará.

Me dirijo a mi dormitorio. Tanta acción en estos últimos días no he podido estudiar nada del tema 6 del libro de Historia de la Arquitectura I. Entro y para mi sorpresa, me encuentro a Josh de pie en mitad de la estancia.

- Hola. - dice quedamente.

- Hola. ¿Qué haces aquí? - encoje los hombros. Mira a su alrededor sin perder detalle. Oh... no le había dicho que Justin me envió las pertenencias que me regaló.

- Se me olvidó decirte que...

- Supongo que Bieber lo trajo, ¿no? - asiento con la cabeza. - Vaya, hay de todo.

- Sí, se lo iba a devolver pero prefiero no verle de nuevo. No quiero nada de esto, pero a caballo regalado no le mires el diente. - el fantasma de una sonrisa aparece en su boca. - Puedes coger lo que quieras, cuando quieras.

- No quiero nada de él, pero gracias. - me acerco despacio. No me gusta verle así.

- Josh, Justin es tan solo un hombre de 27 años al que la vida le impulsó a trabajar en algo sucio. Su padre le obligó. No quiero justificarle, pero deseo que le veas cómo es, un ser humano, como tú y como yo. - frunce el ceño. Guarda silencio por un par de minutos.

Alargo la mano. Le acaricio la mejilla suavemente. Él cierra los ojos, disfrutando de mi tacto.

- Te hizo daño Paige. No puedo mirarle y ver en él a un hombre con alma, con corazón. Nadie, que lastime a alguien como tú, merece tan siquiera que sientan pena por él.

- No digas eso. De todas formas está fuera de nuestras vidas, como tú bien dijiste. Solo quería que supieras que no está bien criticar una persona que no conoces. - aparto mi mano.

- Lo sé. - me siento en la cama. - Isabella se fue hace un rato. Espero que hayas descansado. - asiento sonriendo. No dejaré que el recuerdo de Bieber se interponga entre nosotros. Me niego.

Se sienta a mi lado mientras agarra el Mac. Lo enciende bajo mi atenta mirada.

Decido coger el libro de arquitectura para empezar a leer el tema. Es interesante. Me encanta esta carrera, consiste en vestir a una ciudad con mármoles, aceros, granitos, etc. Es un arte del que estoy enamorada desde que era muy pequeña. Eso fue lo que me impulsó a aguantar los maltratos de mis tíos durante tantos años. Mereció la pena si cumplir mi sueño es la recompensa.

La rememoración de esas personas me hace estremecer. Josh lo siente, por lo que me abraza.

- ¿Qué pasa fresita? - me acurruco contra él.

- Ellos ya no pueden hacerme nada. No debería afectarme tanto la evocación a un mal recuerdo. Es solo eso, un simple e inofensivo recuerdo. - me besa la frente de modo protector. Él se ha dedicado a cuidar de mí desde que huí de aquella espantosa casa. Tenía 16 años recién cumplidos cuando, sin llevarme nada, me fui sola a enfrentar al mundo. Seguí estudiando mientras trabajaba para pagarme la educación. Así logré salir adelante hasta llegar a dónde estoy hoy.

- Jamás dejaría que se volvieran a acercar a ti.

- ¿Puedes dormir hoy conmigo? - pregunto alzando la cara para mirarle a los ojos.

- Siempre que quieras.

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