Tarde de Chicas.

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Las semanas transcurren como el viento, ligeras y sin parar. Han pasado siete semanas desde que Isabella me contó el secreto de Josh. Todo sigue igual, eso no afectó en nada a nuestra amistad. Él duerme conmigo de vez en cuando, pero considero cruel buscarle cada noche para que me proteja de mí misma, obligándole a una tortura de 6 a 9 horas de estar con la chica que ama, en la misma cama, sin poder besarla.

Me costó un poco recuperar el ritmo de la universidad, sin embargo aprobé los finales y ahora puedo disfrutar de mis vacaciones. Ahora llevo la misma vida que hace unos meses, con la única diferencia de que ahora vivo en un lugar verdadero, real, acogedor. Un hogar.

Hoy sábado, iré con Isa de compras, no es nuestra actividad favorita pero apenas estamos juntas a solas, y es una buena forma de hablar la una con la otra.

Una vez allí, paseamos por las diferentes tiendas. Montañas de ropa se apilan en las estanterías de los establecimientos. Decidimos hacer una parada para beber algo en una acogedora cafetería escondida en una pequeña callejuela.

- Ahora que tenemos más privacidad, sin que Josh este cerca, dime, ¿qué tal estás realmente?

- No sé qué quieres decir con realmente, pero bien. Estoy bien. Ya te he dicho que mi vida sigue como siempre.

- ¿No extrañas tu mansión? - ambas nos reímos. - Me duele que no confíes en mí. Eres mi mejor amiga, y entiendo que hay cosas que no puedes contarle a él, pero conmigo tienes la posibilidad de ser sincera, y contarme abiertamente tus sentimientos. - volvemos al mismo tema de siempre. Ella piensa que necesito desahogarme.

- No tengo algún tipo de sentimiento reprimido. Mi vida se basa en la carrera universitaria, al igual que disfrutar de la amistad de mis amigos, punto. Hoy quiero tener un día relajado sin hablar sobre temas espinosos que me estropeen el estado de ánimo.

- No quería provocarte eso. Lo siento Paige, yo no pretendía ser pesada. - niego con la cabeza.

- Solo bebamos café y charlemos de los maravillosos trozos de tela extra pequeños a los que ahora se atreven a llamar camisetas. - se ríe ahora más relajada.

El resto de la tarde transcurre tranquila. Los temas tensos no volvieron a salir a la luz, cosa que agradezco, intento entumecer ese tipo de pensamientos para no tener que enfrentarme a ellos.

Entro por la puerta encontrándome a Josh sentado en el sofá. Me acerco a él. Me siento a su lado. Apoyo la cabeza en su hombro mientras veo como prepara una tesis doctoral. Es interesante. En señal de recibimiento y saludo, me da un beso en la frente.

- Hola fresita. ¿No has comprado nada?

- No. Ya sabes que no empiezo a trabajar hasta el lunes, y aún te debo el primer mes de alquiler. Prefiero no gastar lo que no tengo. - suspiro cansada. Andar tanto me ha agotado.

- Eres tonta. - le miro con una sonrisa, a la par que con una mirada de incredulidad. No sé a qué se debe este ataque contra mi persona. - Podías haberme pedido dinero a mí. Y ya te dije que no me interesa tu "parte del alquiler", con tu compañía me llega. Así que la próxima vez avísame, para que te compres ropa nueva. - ropa nueva. Me llega con la que hace unas cuantas semanas apareció en mi armario junto con la que me dejé en casa de... del que ni quiero, ni me apetece nombrar.

- No quiero más ropa. - me pongo su brazo alrededor de mis hombros. El calor es bien recibido por mi cuerpo. Acerco más mi cuerpo al suyo. Quiero que me abrace. Me siento mejor cuando lo hace. - Con tu compañía me llega. - utilizo sus palabras en su contra. Él me regala una de sus radiantes sonrisas. Se lo agradezco.

- Tonta. - estallo en una espiral de risas que me dejan sin respiración. Hasta insultándome suena amoroso.

Decido dejar que se centre en acabar su tesis. Voy a mi habitación. Me entretengo en el IPad, buscando vídeos de caídas de gatos en YouTube. Son graciosos. Me hacen divertirme. Paso dos horas absorta mientras miro la pantalla, viendo como, gato tras gato, se estrellan o resbalan aterrizando en el suelo. Josh entra en el dormitorio, deslumbrando mis ojos, que al estar tanto tiempo en la oscuridad, no recibieron bien la luz de la bombilla del pasillo.

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