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Si se habla de una nueva vida se debe mencionar la más grande verdad, admirarla es increíble. Las nuevas vidas son envidiables, limpias, puras; a veces te comparten un poco de su luz cuando ves a esas nuevas vidas descansar, soñar; porque vivir en ocasiones es muy ajetreado, vivir lastima, y quienes pueden experimentar aquello maravilloso al ver a las nuevas vidas lo saben, lo reconocen. 

Las vidas ya vividas se reconocen como algo que ya el mundo ha moldeado, algo usado, botado.

 Ya entendieron el miedo, el fracaso. 

Ya probaron la sangre, los golpes, el mal. 

En mayor o menor medida se han gastado.

Por eso ver pureza es extraño, para algunos incluso repulsivo, pero no por eso debemos odiarlos.  Evocar lo último eso solo demostraría la envidia que se tiene a ese ser tan candor, porque él aún tiene la oportunidad de no llorar las lágrimas que tú lloraste, no sufrir lo que tú sufriste...

Y de ser lo que tú nunca serás.

Así bien, en una habitación un moreno se encontraba curioso del pequeño bebé que babeaba sobre el colchón de su cama, tranquilo y con un pequeño movimiento de respiración que delataba la vida. El hombre con cabello en puntas acercaba su nariz para olerlo, era tan diferente a los olores que anteriormente su nariz había experimentado. Uno agradable y calmo.

Nunca había convivido tan de cerca con un cachorro de hombre, los veía en la calle pasar, ajenos a él como cualquier otra persona en esa ciudad, pero ahora tenía uno que era suyo. Y no sabía, él era ignorante de cómo ser un padre, pero había deseado ser uno, así que sus grandes ojos brillaban mientras sonreía al examinar al pequeño como si todo lo que hiciera fuera una gran sorpresa. 

—Está dormido.— Pronunció con alegría en un susurro a su compañero que miraba todo sentado a los pies de la cama, enternecido por la escena. Tal vez el mayor no era inocente, pero a veces tenía actitudes que se asemejaban tanto a esa palabra que no podía evitar sonrojarse por las acciones tan puras que tenía. 

—Me alegra, son las dos de la mañana.— No, ser padres no es fácil. En palabras del albino, cuidar de un bebé a veces era una mierda estresante y desastrosa... Pero una mierda que él quería hacer y disfrutaba. Quería mucho a su pequeño hijo, así que podría aguantar despertar a las dos, una o a cualquier hora por él.

El amor es algo que se debe tener para ser llamado padre.

Un pequeño requisito nada más.

—Te dije que comprarle una cuna no era lo mejor. Konta quiere dormir con nosotros.— Comenzó a acomodarse para dejar el espacio del bebé entre ellos. El albino imitó su acción. —Cuando era pequeño dormía con Mito, así que sé que seguramente mi hijo quiera lo mismo.— Dijo con una sonrisa para besar la rosada mejilla del niño. —Dormir con sus papás.— Apenas empezaba la ajetreada tarea pero el moreno se sentía bien, no estaba arruinando al pequeño. —Creo que se siente protegido.—

—Sí, sí, como sea, nuestra pequeña bola de energía necesita dormir y tú también. Mañana tenemos que registrarlo como se debe.— Bostezó antes de acomodar su cabeza en la suave almohada, mirando el pequeño bulto a su lado, acariciando un poco el tierno cabello negro que comenzaba a nacer de la pequeña cabeza. "Tan frágil."

—Sí, Konta Zoldyck suena lindo.— Al instante la mirada molesta del menor lo atacó con reproche.

—Gon, ya habíamos dicho que llevará tu apellido primero.—

Daddy IssuesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora