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"—Sabía que eras hijo de Ging, te pareces tanto a él. No solo hablo de esos pelos despeinados que no se acomodan con nada, también tienes ese espíritu aventurero que lo caracteriza.—" Un hombre de gran altura y grandiosa musculatura acariciaba la cabeza de un pequeño niño. "—Le diré a tu padre que su hijo va creciendo bien. Oh, parece que ser así de arriesgados es parte de los Freecss.—" En ese momento se dio cuenta a que recuerdo pertenecía, fue la primera vez que se rompió el brazo.

Los ojos de Gon se abrieron de golpe ante la alarma a lado de su cama. Ese sonido estridente y refrescante que lo hacía vivir otra vez. Era hora de ir a trabajar y él amaba su trabajo. Apagó rápidamente el reloj para posicionarse encima de su pareja que seguía durmiendo, o mejor dicho, fingiendo dormir. El alto albino a su lado siempre había sido de un sueño más ligero.

—Killua... Ya es hora...— Dio un beso en su cabeza, esperó a ver ese tierno azul mar pero lo único que recibió fue un ronquido demasiado actuado. —¡Killua!— Dijo con un puchero, sabía porque el menor no quería levantarse y lo ignoraba. —Sabes que comprar pimientos es algo que mínimo debemos hacer una vez por mes.— Y es que Gon había metido una bolsa de esa verdura en el carrito de compras, cosa que el albino había tomado como intento de envenenamiento además de una grosería, porque el que cocinaba siempre era él y lo iba a obligar a servir ese monstruoso invento natural en su platillo. —¡Killua!—

—Pídeme el divorcio mejor.— Intentó volver a cubrirse pero la cobija comenzó a ser jalada en sentido contrario haciendo que las fuerzas se cancelen mutuamente. —Tú te quedas con el refrigerador, está contaminado.— Ninguno de los dos pudo actuar o decir más cuando la puerta fue abierta de forma estridente por un pequeño de seis años.

—¡Papá! ¡Papi! ¡Hay una araña en el baño!— Sus ojos estaban llorosos haciendo el azul derramarse por sus mejillas.

Al instante el menor salió de la cama por el llamado de su hijo, lanzando al su esposo al otro lado del colchón sin delicadeza. El niño al ver el aura oscura con la que iba el adulto inmediatamente negó. —¡Papá! ¡Papi va a querer matar a la araña! ¡Haz algo!— Gon suspiró sonoramente, al parecer no iba a ser una mañana tranquila. Maldijo el paladar de su pareja.

Con calma caminó hasta el par de cabello esponjoso, riendo entre dientes al ver al otro moreno aferrarse a la pierna del albino intentando detener su paso, solo produciendo que éste caminara lento y a pasos gigantes para no tirar o golpear al pequeño. Parecía una caricatura.

—Killua, ya deja de asustar a Konta.— El menor detuvo su andar con el pie elevado de donde su hijo se sostenía. Al mayor le recordaba a un perezoso.

—Pero Gon, la araña seguro es malvada y quiso dañar a mi hijo.— Hizo énfasis en la última parte haciendo reír al otro tímidamente.

—¡No papi, juro que la araña no quiso hacerme nada!— Extendió su meñique hasta el más alto, éste sonrió, bajó la pierna, se agachó y lo tomó entre sus manos para cargarlo y verlo fijamente. —Papá dice que las arañas no son malas, yo le creo.— Gon se acercó al par, orgulloso de haberle enseñado a su pequeño que ninguna vida era inferior a otra.

—¿Entonces por qué viniste gritando y aventando la puerta?— Dijo el albino. Intuía porque, pero deseaba que el pequeño pudiera expresar su sentir de forma clara.

—Es que... Se movió muy rápido y... Me asusté.— Jugó con sus dedos para después abrazar al Zoldyck. —Perdón por asustarlos también.—

—No hay problema, siempre puedes asustarte y pedir ayuda.— Besó y sopló sus mejillas haciendo al moreno reír. —Para eso estamos.— Miró el azul brillante de la mirada ajena, deseaba que nunca se opacaran como a ellos le había pasado. —Lo único malo que hiciste esta vez fue que no pude pelear más con Gon y por eso comeremos pimientos los próximos tres días.— Los ojos del infante se abrieron con horror negando. —Así es Konta, perdimos; otra vez.— El niño buscó la vista marrón de su progenitor, éste sonrió dulcemente.

Daddy IssuesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora