Daddy Issues

Lluvia

Las suaves cobijas que los cubren, las gotas de helada lluvia golpean la ventana y ellos se vuelven a acurrucar con su pacífico sonido. Gon siente los largos dedos acariciar su espalda con devoción, fue una buena noche, un anuncio de que sus vacaciones han llegado. Recuerda, para sí mismo, que antes le gustaban estas fechas porque salía junto a su esposo en una aventura. Se estira clavando su rostro en el pecho pálido, sí, no envidia su pasado, ahora lo único que quiere es acostarse, dormir mucho, comer más, y hablar con los dos Zoldyck de la casa. Aprovechar que su hijo aún es pequeño e intentar enmendar sus errores del año, porque ni el niño ni su esposo le guardan rencor, pero él siempre ha sido un duro juez de su persona.

—¿Qué hora es?— El albino, que aún tiene los ojos cerrados, lanza la pregunta. No suelen levantarse temprano esos días tampoco, al menos no por ganas. Con pereza mira el reloj.

—Las diez de la mañana...—

—Y está muy silenciosa la casa...— Se levantan con rapidez, porque sí bien su hijo no es creador de desastres como ellos lo fueron (Killua estaba seguro que no intentaría incendiar la casa como él lo hizo alguna vez por enojo), sigue siendo un niño inquieto. Se lanzan su ropa entre ellos, Killua va hacia la planta baja y Gon hacia la habitación, no es común pero a veces, cuando la situación es la misma, simplemente es que su niño de siete continúa dormido.

Porque crecer es cansado.

Pero no era el caso.

—¡Konta!— Grita y un ladrido responde desde la cocina, seguido de un grito infantil. Abre la puerta y lo primero que encuentra es...

—¡Buenos días! ¡Estoy haciendo el desayuno!— A su hijo cubierto de harina e intentando cortar vegetales. Inhala, exhala, trata de no reírse pero la la carcajada que se produce detrás de él no lo deja, termina imitando a su esposo —¿Por qué se ríen? ¿Tomé mal el cuchillo?— Killua niega, saca rápido su celular y lo captura en una foto. Todo padre siempre debe tener una que otra foto que llene de pena a sus hijos en el futuro.

—Nada de eso, solo... ¿Por qué eres un fantasma?— Gon hace la pregunta y el otro adulto va a arremangarse y lavarse las manos para ayudar en lo que se estaba proponiendo. El niño rascó su mejilla, roja por la vergüenza pero imperceptible por su "disfraz", de ser encontrado así.

—Es que... Primero pensé en hacer hot cakes, pero mi ayudante pensó que era su comida.— Miró de mala manera al cachorro que, como si entendiera, salió de la cocina no sin antes robar una salchicha. —Y terminé todo sucio... Por eso también tardé, tuve que limpiar.— Siente como su cabello es agitado, mala idea, todos terminan estornudando por el polvo que suelta.

—Muy bien pequeño cocinero, gracias por ayudarme pero no hagas esto si no estoy junto a ti, podrías cortarte.— Un puchero del primogénito.

—Pude con leones, puedo con esto.— Dijo de forma orgullosa y Gon carcajeó por la cara de Killua que parecía de completa incredulidad sobre lo que acababa de escuchar ¿El famoso ego de su familia llegó a su hijo?

—Todo un Zoldyck.— Se burló recibiendo una mala mirada, de alguna manera pensaron lo mismo.

—Bueno, pero leones son leones, la cocina es algo que no has experimentado bien.— Suspira. —Además estás sucio, nadie cocina estando sucio. Si la harina cae a la comida sabrá mal.— Susurra a su oído. —Como la comida de tu padre.— Y convencido con los hechos se va a bañarse pidiendo que lo disculpen un momento, la comida para él es sagrada y no permitiría entregar... Lo que sea que Gon les da cuando no puede cocinar su padre.

De nuevo están solos y vuelven a reír.

—Voy a aceptar la crítica a mi comida solo porque yo inicié.— Come un pedazo de jamón que hay en la mesa. —Es solo que me recordó al gran y genial adolescente con el que robé yoyos y que después me robó el corazón en el cine.— El albino siente sus mejillas hervir.