6. Ladrones 1/2

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—Está bastante oscuro ya y tu novio no viene— Cordero toco su rostro con dos dedos, inclinándose un poco para ver a su compañía.

Viktor suspiro, había sido una "buena charla" pero estaba cansado y no tenía realmente como regresar, podía intentar caminando, no obstante, sería un error tanto para él y su pierna como para el ego de Jayce.

—No te pedí que te quedaras a acompañarme—contestó esperando que el encuentro entre concejales no se fuera a prolongar más.

—Oye, ¿por qué no negaste que es tu novio?—preguntó cordero para matar el tiempo.

—Creo que es bastante obvio que no lo es, no creí que lo dijeras en serio—Viktor contestó con simpleza, Cordero sonrió ante su respuesta carente de enfado, recordaba bien a todos sus clientes y la indiferencia del científico nunca le paso desapercibida.

—Te daré un consejo Viktor—Cordero dijo mirando las luces de un carro familiar acercarse a ellos— ese chico es un buen partido—admitió—pero para un piltillo como él, no para sujetos como nosotros—le dijo mientras el coche paraba y Jayce salía corriendo en su dirección.

—Bueno, supongo que te agradeceré el consejo pidiéndole a ese "piltillo" que te lleve— A Viktor no le importaba no ser adecuado para Jayce y estaba seguro de que a él tampoco, al menos dentro su sociedad o amistad, el origen no tenía cabida.

—Jajaja, claro que no, yo tengo todavía mucho trabajo que hacer—rechazó Cordero alejándose de él mientras se despedía con un movimiento de su mano.

Jayce llegó con las luces brillando a sus espaldas, parándose un segundo e ignorando a Viktor para mirar al otro muchacho desaparecer en la oscuridad lejos de su laboratorio.

—¿Cómo te fue con la concejal?—Viktor preguntó poniéndose de pie, bastante más cansado de lo que espero.

—¿Ah? Bien, goza de buena de salud—contestó regresándole la atención y dirigiendo su mano a la espalda ajena —Siento la demora— se disculpó animándolo a avanzar al auto.

El viaje fue bastante rápido al igual que la charla. Jayce le había contado de la recuperación de Mel y la intervención de su madre con esa tonta propuesta, agregando que no permitiría algo como eso mientras fuera el líder del consejo. Viktor escuchó atentó, pero el dolor en su pierna poco a poco incrementaba.

—¡Listo! Llegamos—Jayce se apresuró a bajar y Viktor volteo a verlo y luego a la calle, sorprendido por lo rápido que se movía su compañero para abrirle la puerta—¿Es bonito, verdad?—le preguntó orgulloso ofreciéndole una mano para bajar.

—Ciertamente, no estamos en la casa Kiramman—Viktor examinaba el sitio. Era una casa bastante grande, con jardín frontal, pero mucho más pequeña en relación con la mansión de la vigilante, adornada y arquitectónicamente preciosa, con ese aire distinguido que tenían todos en las altas esferas.

—No, esta es nuestra—aclaró Jayce y Viktor apretó el mango de su bastón mientras ignoraba la mano ajena para bajar.

—No recuerdo haber pagado por ella—habló parco mientras el coche se marchaba.

Jayce bajo los hombros, a veces Viktor era demasiado difícil y orgulloso.

—Has hecho mucho por Piltover, creo que es lo menos que te mereces—intentó arreglar la situación, esperando que su compañero colaborara un poco.

Al entrar, la incompatibilidad se hizo presente, Viktor observó la sala principal; amplia, adecuada para el fácil paso de alguien en sus condiciones, pero que no dejaba de poseer cierto hedonismo, con premios de los días del progreso pasados, con artilugios de última generación para las comodidades mundanas y con esas lámparas de techo peligrosas y aparatosas.

Cicatriz Noxiana | JayVikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora