Capitulo 14 - Duelo de espadas

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Monólogo de Tom
Ya hace casi un año desde que Sam y yo vivimos juntos. El tiempo pasa veloz, tan rápido que no te das cuenta. Pero al mismo tiempo tan lento, que parece una eternidad cuando estas com quien amas.

La relación con Sam siguió avanzando de poco en poco y nos volvimos más unidos, en más de un sentido. Ahora Sam es parte de mi familia y de la de Max. Sam no solo es mi pareja, también es el amigo y compañero de juegos preferido de Max.

Max ya se comunica, aun que no tanto como quisiera. Y sí, sigue en pañales a sus 13 años, según el psicólogo su edad mental es de 3 a 4 años.

En los últimos años a mejorado increíblemente ni en mis más grandes sueño pensé jamás, que vería a mi hijo así, ya me había resignado a verlo siendo un completo bebé toda su vida esto me da grandes esperanzas.

Quizás algún día pueda ser más independiente ir de compras, cocinar, bañarse, satisfacer sus necesidades básicas. Ese es mi gran sueño. Mientras eso no ocurra seguirá siéndolo mi pequeño bebé.
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Después de un día agotador en el parque, mi pequeño Max cayo rendido en el sillón. Al verlo recostado plácidamente no tuve otra opción que taparlo con su manta de Box Bunny.

En tan solo unos segundos el pequeño Max concilio el sueño, mientras el dormía su siesta, aprovecharía el tiempo para bañarme y cocinar la cena.

- ¡Sam!, ¿Puedes cuidar a Max mientras me ducho? - grite al segundo piso.

En unos instantes bajo Sam vestidos con su pijama, sin problemas se dirigió al living a cuidar a Max.

Pasados unos 40 minutos ya tenia la cena preparada y solo quedaba despertar a Max. Puse mi mano sobre el cuerpo de mi bebé y lo empece a mecer de un lado a otro y a llamarlo por su nombre para que despertara.

En unos instantes despertó con los ojos enrojecidos y un tanto adormilado. Con Max despierto pondríamos cenar de inmediato, o al menospreciar eso pensé haste que escuché a mi pequeño decír.

- Papi, pipi, pipi papi -Al escuchar a mi pequeño hombrecito sabia que no tendría mucho tiempo para llegar al baño, así que seguramente mojaría su pañal que ya estaba algo abultado.

Rápidamente fui a la búsqueda de todo lo necesario para un cambio de pañal, la salida al parque más la siesta debió dejar como resultado un pañal muy empapado, un poco de pipí se desbordó.

Recosté a Max en el sillón y le quite su shorts. Ahí estaba con un pañal muy abultado de color amarillo intenso, con marcas de patitas azules que en un inicio no existían, los calzoncillos de Max se habían mojado, así que le quite todo, dejándolo solo con una camiseta y calcetines.

Sin su pañal mojado y recostado en el sillón, levanto las piernas de mi pequeño y empecé a limpiar sus pompas, luego de que estas estuvieran brillando continua con su pene. Ya limpio por todas partes, miro a mi bebé quién me devuelve la mirada y me dice.

- Costillas Papi, costillas - riéndose y tratando de taparse su cosita, me trata hacer entender que la limpieza le da cosquillas.

- Oh, ¿el bebe tiene cosquillas?, aquí esta el monstruo de los besos y las risas que lo harán reír hasta morir. Aaarrrggg - con esta frase empecé a besar a mi bebé por todo su cuerpo y a resoplar en su vientre.

Sin poder protegerse de mi ataque, mi pequeño tiene un ataque de risa descontrolada y un poco de su pipí sale expulsado mojando la mantita que protegió el sillon.

- Tom, apúrate con Max la comida se va en friar - Ante el recordatorios de Sam, termino de cambiar a mi bebé, limpiándome obviamente el poco de pipí que se corrio.

Ya con su pull-ups puesto llevo a Max a su silla donde un rico sándwich de mermelada y mantequilla lo esperaba.

La cena fue exquisita, tan rica como unos sándwich pueden ser. Al terminar de cenar nos dimos cuenta que aun era temprano, así que decidimos ver una película en familia. Por elección de Max hoy veríamos "El rey Arturo y la espada en la piedra".

- Papi, caballello, yo quiero sech caballello - dijo Max a la mitad de la película.

Una petición que no me esperaba, ademas de donde quería mi bebé que a esta hora de la noche consiguiera un traje de caballero y una espada.

Para mi suerte un ángel cayo del cielo, y con su luz retiro de mi el peso de ver a mi bebé patalear, en un berrinche por no poder ser un caballero.

Así es como Sam se puso manos a la obra y con carton, cinta adhesiva y unas tijeras consiguió hacer dos magnificas espadas de caballero.

Mientas Sam construía las espadas, mi pequeño hombrecito jugaba con sus peluches a una guerra de espadas, en eso que jugaba encontró un parche de piratas y se lo puso inmediatamente así se convirtió en Max el caballello piyata como el decía.

Con las espadas listas mis dos chicos empezaron a juga, lucha de espadas gritaban a todo pulmón. Así que mientras ellos se divertían, yo los miraba desde la cocina limpiando la losa de la cena y preparándole a Max su biberón, que de tanto ver la película y construir espadas, la noche ya había llegado y la hora de dormir con ella.

- Max, ven bebé tu biberón ya está listo es hora de dormir - Mi aviso fue rápidamente ignorado, por mi bebé así que no me quedo de otra que pedirle a Sam que le diera el biberón a Max.

Cuando Max no me obedece, Sam me salva. Mi pequeño hombrecito obedece más a Sam que a mi su propio padre.

Aunque esta vez no seria tan sencillo para Sam darle el biberón a Max y antes de lograrlo una dura batalla de espadas le esperaba.

Aunque obviamente Sam ganaría, mi pequeño Max no se rindió fácilmente la lucha acabó con un pequeño mojado y en brazos de Sam tomando su biberón, mientras este lo mecía sobre sus brazos contándole un cuento de dormir

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Aunque obviamente Sam ganaría, mi pequeño Max no se rindió fácilmente la lucha acabó con un pequeño mojado y en brazos de Sam tomando su biberón, mientras este lo mecía sobre sus brazos contándole un cuento de dormir.

A los pocos minutos el pirata caballero se durmió y para mi suerte Sam se ofreció a cambiarle el pañal y a acostarlo en su cama.

Un día relajando para mi gracias a la ayuda de mi Sam amado.

Mi pequeño hombrecito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora