Capitulo 13 - En tu sonrisa veo el Sol

187 14 1
                                    

En el restaurant se podía ver dos bultos esparramados en sus sillas mientras un niño de unos 12 o 13 años  miraba ensimismado una tablet, los adultos se recostaban en sus sillas con las manos en el estómago dando pequeñas palmadas y mirándose entre si.

Si miras la mesa donde estaban veras un montón de platos unos arriba de otros, todos amontonados formando una réplica de la torre de pisa, los dos hombres se palmeaban el estómago, como si felicitaran a su cuerpo por el trabajo realizado.  Si mirabas más atentamente verías unos botones a punto de salir disparados y una camisa apenas cerradas que dejaban ver entre hueco y hueco un frondoso bosque de pelo.

A pesar de esta imagen, no era que Tom o Sam fueran especialmente gordos, al contrario Sam era joven y tenia su cuerpo tonificado, las sesiones en el gimnasio daban sus frutos, Tom por su parte era un dueño de casa normal, los años le dieron uno que otro kilo a su cuerpo pero se compensaba con el fuerzo físico que cuidar aun gran bebé llevaba.

La culpa era solo y únicamente del chef, sus platos de comida hipnotizaron y engatusaron a esta pareja de enamorados y sin darse cuenta terminaron con sus estómagos llenos a más no poder.

Max también disfruto de la comida pero no estaba de humor para fijarse en el sabor, su cara lo decía todo,  en uno que otro momento daba un gruñido en busca de atención, no estaba acostumbrado a ser dejado de lado, siempre había sido el centro de atención ahora su padre solo se fijaba en Sam y eso no le gustaba.

Para la suerte de Tom, Max podia ser fácilmente sobornado, uno que otro mimo, videos en YouTube y un biberón con solo esas 3 cosas podías hacer que la cara enfurruñada de Max cambiara y dejara de Gruñir y patalear.

Tras la comida y después de hacer sobremesa el trio de caballeros se retiró del local con dirección al centro comercial, 5 pisos y 3 hectáreas ocupaba el mall mas grande de la cuidad, también era el lugar mas importante para la pareja, donde la flecha de cupido penetro sus corazones.

En el mall visitaron y recorrieron todos los centros de moda, pantalones, camisas, polos y poleras cosa que veían cosa que se probaban, los vestuarios eran su pasarela, Max no quedo de lado, jardineras, pantalones de pescador y otras prendas fueron su vestuario. Pudieron seguir así todo el día pero Max ya no podía más con el aburrimiento.

En un descuido de Tom o Sam, Max correría desenfrenado por la tienda, saltando o escondiéndose entre la ropa, con toda esa energía no podían seguir mirando, para su suerte en el 5 piso existía una zona de juegos, mientras los dos adultos comían un helado, Max podría jugar hasta no poder más.

Así llegaron al 5 piso, de un momento para el otro Max estaba sin zapatillas saltando en la cama elástica, por los toboganes se deslizaba y entre las esponjas nadaba, reía y se divertía con los demás niños de 4 o 8 años.

Para la suerte de Tom y Sam, no era difícil de ver donde quiera que jugara sobresalía de entre los niños ninguno otro tenia su edad o tamaño, pero a ninguno le importaba para los niños solo era otro bebé un poco más grande.

No faltó el padre de familia que se quejo por la incorporación de Max a los juegos, para Tom esto era rutina pero Sam los defendía y con cabeza en alto se enfrento contra quien alzará palabra, la experiencia de vendedor le hizo fácil enfrentar tal problema no era poco común ese cliente irrespetuoso que discutía por todo, los años de trabajo dotaron a Sam de un amplio repertorio de maldiciones y argumentos para cualquier pelea o discusión y en este momento hizo de todos y cada uno de ellos.

Salió triunfante de la multitud con una sonrisa de oreja a orejas, se acerco a Tom cómo queriendo que este último le felicitara su triunfo, para su sorpresa se encontraba tomado por la fuerza entre los brazos de Tom y de un momento a otro siendo víctima del robo más querido por todos, un beso en los labios con una mordida al final.

La sonrisa desapareció rápidamente dejando una cara estupefacta, desorbitada sin entender los hechos que acontecían de un momento a otro su mente quedo en blanco, mirando la cara de tonto de Sam, Tom sonreía traviesamente, este día no fue lo planeado, el cielo gris empaño sus esperanzas y planes, pero este momento cambio todo.

La sonrisa de Sam, lo cambio todo este hombre del que se enamoro lo volvía loco, ya era un adulto, un padre y un viudo, estaba acostumbrado a las caras y habladurías que hacia la gente a sus espaldas, jamas espero nada ni los confronto pero al ver a Sam sacando colmillos y garras para defender a su hijo y a el, hizo que le día más nublado se transforme en un día soledad, lleno de arcoíris y flores en el corazón de Tom.

Solo quedaba decir una palabra y así mirándolo a los ojos, con las manos entrelazadas de su boca salió - Te amo -

Sam despertó de su hechizo en ese momento, mirando a este hombre frente suyo, que sostenía sus manos en un fuerte apretón sintió su corazón palpitante latía más y más rápido, ya casi escapando de su ser. Esas simples palabras lo hicieron llegar a las nubes y volver a caer, mirandolo a los ojos, se aferro a esas manos que sostenían las suyas no queriendo dejarlas escapar, como si en el siguiente momento se pudiesen esfumar, respondió - Y yo a ti más -

- Caballeros ya vamos a cerrar los juegos por favor retiren a su hijo - el encargado interrumpió así el momento romántico de la pareja despertándolos de su ilusión.

Con Max cansado y con un pañal mojado era momento de regresar, el centro comercial estaba por cerrar y la cita había sido un magnífico 10 de 10, las miradas entre Tom y Sam decían que siguiera la velada pero con Max era imposible el pequeño cansado, con sueño y un pañal mojado no permitiría eso.

Con un bebé somnoliento llegaron al estacionamiento, Sam tomo a Max entre sus brazos durante todo el camino, el bebé no quería caminar, con las compras en la mano Tom miraba a Sam sentar a Max en los asientos traseros, con todo guardado, partieron camino a casa.

Al bajar Tom tomo a Max, el pequeño se durmió durante el viaje y su pañal mojado recibió otra dosis de pipí, sin poder resistir más la ropa del pequeño se mojo pero el seguía durmiendo sin notar el desastre que dejo.

Ya en la pieza el papá retiro toda la ropa sucia y mojada dejando al pequeño en pañales, con un drynites en mano y todo lo necesario abrió las cintas, el sonido del plástico casi despierta al dormilón para la suerte de Tom no lo logro, asi que con mucho cuidado le retiro lo que quedaba del pañal, ya sin este limpio su colita y su pilin con mucho cuidado sin dejar rastros de pipí, espacio la crema y el polvo por todas partes y subió el nuevo pañal, cambiado el bebé lo vistió con su pijama y lo acostado en la cuna despidiéndose con un beso en la frente.

Lo que siguió a continuación ya todos se lo imaginarán dos hombres adultos enamorados y con las hormonas a tope, en una misma cama no queda mucho que pensar asi que a su imaginación quedara.

Mi pequeño hombrecito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora