C16: Vínculo

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Sai, Naruto y Hinata habían llegado a una sala lúgubre constituida de placas sólidas de mármol. Era increíble pensar que estaban bajo tierra, además, el frío era muy intenso por la composición de la sala sumado a lo extremo que puede ser el clima de la región de la arena. Enfrente de los tres había gente de la facción albo con las muñecas enlazadas por tinta proveniente de la habilidad de Sai.

La mitad del equipo había dejado de escuchar los impactos debajo de sus pies, las paredes ya no temblaban y los chirridos eléctricos habían cesado. Tal parecía que había funcionado su plan, tal parecía que habían hecho bien en dejar a sus amigos con quien era el líder.

Hinata había sido consciente desde el inicio que había algo arriba de donde entraron, pudo ver muchas figuras reunidas, pero ante los ataques precipitados no había habido tiempo de dar explicaciones. Aún con ello, fue une buena decisión, cuando llegaron a la sala llena de gente con túnicas pudieron parar los cantos que estos enfocaban para llegar a las personas que estaban debajo de ellos, además, la combinación de los ataques rápidos de Naruto por esquivar, dieron oportunidad de que Hinata golpeara en los puntos sensibles del cuerpo de la facción para dejarles inconscientes al par que Sai se aseguraba de que no se movieran si despertaban. Ahora solo faltaba la ayuda de las unidades de la región de la arena para llevar en custodia a los recién capturados.

La arena sólida que formaba el pabellón en el que se encontraban comenzó a ceder, granos dorados descendían a la velocidad de una pluma y era Sasuke quien admiró este detalle, pero solo por unos segundos, pues su mayor preocupación estaba delante de él. Miraba los parpados enrojecidos de Sakura, las lágrimas cristalinas que no paraban y ocultaban sus queridos ojos verde jade asimismo su cabello cubría la gran parte de su cara por la posición inclinada que mantenía al aferrar sus brazos y sus manos a la espalda del herido.

—Sakura... —pronunció levemente Sasuke, no comprendía qué era lo que estaba pasando y su voz lo manifestó.

TenTen había recobrado las fuerzas y desde lejos apreciaba con misma confusión la escena, pero se mantenía a un lado de Haruto intentando conseguir algún signo vital de parte de él. Además, por mucho que plantara la mirada en el Uchiha sabía que este no se iba a volver hacia ella para explicarle lo que sucedió, su atención estaba completamente fijada en Sakura.

Una mano se posó en el hombro desnudo de la pelirrosa, ella no cambió su postura, no quería soltar a Sasuke y aunque había de dejado de aplicar curaciones en la espalda del chico, seguía queriendo creer que lo abrazaba como esa noche en la que él le había ayudado a despejar sus miedos.

—Sakura — su nombre ahora escapó de sus labios con la seguridad y temple que siempre poseyó: —Mírame. Tienes que mirarme.

Ante la petición, Sakura cerró los ojos con más fuerza y negó con la cabeza: —No quería que esto pasara, Sasuke...-kun. Siempre creí que sin importar el camino que eligiéramos yo sería capaz de protegerte y ahora, ¿qué hago ahora? No puedo mirarte así...

Suavemente, Sasuke posó su mano en la espalda de la pelirrosa, creía entender lo que estaba pasando. Se inclinó lo suficiente como para estar a la altura de su cuello y susurrarle en el oído su respuesta: —Te dije que te protegería, eso implica todo lo que puedas sentir, Sakura. Y... si me miras, sabrás que también estoy aquí para protegernos a ambos.

Con mucha delicadeza, aún asustada, Sakura empezó a abrir los ojos, confiaba en él y se había convencido de enfrentar la realidad junto con la guía que le estaba ofreciendo, aún si eso significaba encarar el error que le había costado lo que más amaba.

Gritó.

Miró que la miraban directamente a los ojos unos orbes azules muy pálidos que habían perdido brillo, pronto se aferró a lo que estaba a sus espaldas y soltó en llanto una vez más.

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