La verdad de un amor (Pepa Madrigal x Lector)

Parte 12

Llegue al cuarto de Julieta y me indico donde estaba el vestido y hasta como ponermelo, creo que suponía que no sabía usar uno por los años que no use, y supuso bien, el vestido tenía un diseño diferente, parecía que estaba dividido en dos partes y debajo de la falda iba otra minifalda que era más como ropa interior y para darle volumen, bien extraña la cosa; también me dijo que ella iba a peinarme y maquillarme.

-Julieta ya parezco bebé, ¿me vas a cambiar también?

-No me tientes y/n.

-Epa epa, si sé vestirme sola... creo, ¿dónde iba esto? - Tome una tela y metí mi brazo.

-¡Y/n! ¡Esa es la enagua!

-¿La qué?

-Sabes que, cambió de opinión. Me quedo contigo.

Julieta esperó mientras me duchaba y luego comenzó a indicarme en qué orden ponerme las prendas, aunque mi ropa interior cubría más piel de la común de mujer, obviamente se seguía notando mucha piel.

-Y/n ¿cómo te hiciste eso? - Señaló una mancha que tenía en la espalda, exactamente en el centro.

-Es una marca de nacimiento. - Actúe como si no importara.

-Y/n, he sanado muchas heridas y sé que esa es la cicatriz de una. - Julieta pasó sus dedos por mi espalda, como una caricia, se sentía de una manera protectora como una madre preocupada por su hija.

-Juli, estoy bien, como dijiste, ya sanó. - Terminé de acomodarme la parte de arriba y luego me puse la falda larga para que Julieta me ayude a ajustarla.

-Tienes muchos secretos en esa cabecita tuya. - Julieta ajustó mucho la falda.

-¡Ay! si, bueno, son cosas de mi pasado, y como lo pasado pasado, no veo por qué mencionarlo.

-Siento curiosidad.

-Algún día, quién sabe. Por ahora hay que concentrarnos en estar listas a tiempo, no quiero que mi Pepita se tense.

-Esta bien, pero prometeme que me contaras mas sobre tu cicatriz.

-Hmmmm, y ¿qué gano yo?

-Arepas con queso sin límite por una semana.

-¡Un mes!

-¡Hecho!

Julieta me hizo un moño alto con rizos sueltos que caían sobre mis hombros, un maquillaje natural, solo algo de rubor, sombras y un labial rojo que combine con mi oscura tez. Cuando me vi al espejo me sentía como una Reina, hace mucho no explotaba mi lado femenino, no era mi estilo pero no parecía mala idea comenzar a lucirlo de vez en cuando.

-Wow, soy demasiado atractiva.

-Ya veo que la humildad la saco Camilo de ti.

-Obviamente querida.

-Era sarcasmo y/n.

-Lo sé. - Le di una sonrisa.

-Oh. - Ambas reímos, Julieta tan dulce como siempre y yo con una carcajada nada sutil ni delicada.

Espero que a Pepi le guste.

Me dirigí a la entrada, sillas a ambos lados y gente mirándome. Pepa parada en el altar esperándome, estaba de espaldas.

Santos cielos que nervios, ahora entiendo a Pepa.

Caminé lentamente mientras Agustín tocaba el piano, un velo cubriendo mi rostro, nuestros hijos detrás de Pepa y las hijas de Julieta esperándome para estar de mi lado. Mire el piso mientras avanzaba, se sintió eterno, se sintieron como kilómetros, hasta que por fin llegué a donde mi amada me esperaba. Vi sus pies girando hacia mí y subí mi mirada para encontrarme con la de ella. Estaba tan hermosa, una diosa de verdad, al frente mio tenia a la mujer más bella que pudo haber existido, su sonrisa tan cálida como su amor, ella no podía verme bien pero yo a ella si.