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Se despertó sintiendo un fuerte dolor en la cabeza y completamente solo. Abriendo los ojos, miró todos los lugares a su alrededor con expresión seria y llevándose una mano a la frente, la sintió bastante caliente. Sí, era obvio que aún tenía fiebre.

Fue cuando soltó un quejido que notó otro tipo de ropa que él no usaba, por lo que supo que no se encontraba tan solo como creía. Se volvió a acostar sintiendo frío, mucho frío. No tenía idea de cuánta fiebre tenía, pero de seguro bastante. Y lo peor de todo era que no podría ir a trabajar ni tampoco ir a la universidad. Resignándose a ello, cerró los ojos y trató de volver a dormirse y que pasará lo que el momento dijera.

—Buenos días, ¿cómo te sientes?

Estaba seguro de que aquello era lo único que lo haría abrir los ojos y formar una sonrisa en sus labios a pesar de que se sentía muy mal.

Juyeon había entrado a su habitación ya vestido con unos jeans no muy ajustados azules y un sweater color rojo pegado a su potente torso. El hombre frente a él era alguien delgado pero musculoso, dueño de los ojos cafés más bondadosos que alguna vez había visto; tenía la piel blanca y cremosa y el cabello color negro azabache. A Seungmin le encantaba cada centímetro de él desde que lo vio por primera vez.

Es cierto, al principio se sintió un poco reacio cuando supo que lo estaba cortejando porque pensaba que era muy joven como para tener ya un Alfa. Pero luego de un tiempo... le gustó, y le gustó más de lo que debería.

—Más dolorido de lo que anoche estaba —respondió, posicionándose de lado, abrigándose con las tantas frazadas que en la cama tenía. No era invierno, pero Seungmin siempre fue bastante friolento, cosa que a veces era bueno y otras malas. Malo cuando estaba solo, muy bueno cuando tenía pareja.

Juyeon llevaba una taza en sus manos, la cual dejó sobre la mesita de noche junto a su cama, para luego ponerle la mano en la frente.

—Estás volando en fiebre, Seungmin. Y tienes la nariz roja.

—Tengo que trabajar e ir a la universidad —Se quejó, aún con los ojos cerrados—. Esto es una mierda.

—Claramente, hoy no hay trabajo ni tampoco universidad, cariño —La voz de Juyeon sonaba divertida y Seungmin no entendió por qué—. Ahora siéntate para beber un poco del té que te he hecho.

—Yo me pregunto cómo un té caliente calmará la fiebre que tengo —replicó con sarcasmo, aunque obedeció las palabras antes dichas. Cuando estuvo sentado contra la cabecera de la cama, Juyeon le pasó la taza de té con una sonrisa.

Soltando un siseo por lo caliente que la taza se sentía contra sus manos, Seungmin se la llevó a la boca, gimiendo un poco al sentir nuevamente la calidez. Solo que ahora era un poco más intenso. De igual manera se había convertido en el mejor té que probó desde hace mucho; el té de Juyeon era siempre el mejor.

—Tú irás a trabajar, ¿verdad? —preguntó Seungmin, bajando la taza de té y mirando a Juyeon fijamente. Ciertamente, si fuera por él, le diría que se quedara cuidándolo. Pero sabía que miles de personas dependían del hombre, así que no podía quitarle mucho tiempo.

—Si la fiebre no baja para la mitad de la mañana, me quedaré contigo —sentenció Juyeon con una sonrisa.

Seungmin negó con la cabeza.

—No hace falta que te quedes —tosió un poco. Juyeon alzo las cejas y Seungmin se sonrojó—. Es en serio, no hace falta. Puedo llamar a alguno de mis amigos, o a Jamie incluso.

—Según tú, a esta hora Jamie trabaja. Tus amigos estudian. No tengo ningún problema con quedarme y lo sabes.

—Sí, pero... —bufó—. Hay muchas personas esperando por ti en la Editorial, Yeoni. No quiero quitarte tiempo. Además, siempre puedo llamar a Minho, a esta hora él duerme.

Mordida Equivocada | 2MINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora