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Estaba asustado.

Le gustaría decir que no era tan grave el hecho, que sus padres estuviesen yendo a su casa, le gustaría convencerse de que no debía entrar en pánico, porque bueno..., ¡son sus padres! Ellos estarían para él, se suponía. Pero lamentablemente los conocía demasiado bien. Y Jamie lo entendía porque estaba igual de preocupada que él, mientras que Minho no entendía absolutamente nada por qué se encontraba muy tranquilo mientras lo miraba como si estuviese loco.

Lo entendía: Minho sólo conocía el lado agradable de su madre, pues ella siempre quería guardar las apariencias haciéndolos pasar por una familia perfecta, por una familia sin problema alguno. Pero eran todo lo contrario. Ciertamente, nunca hubo una muy profunda comunicación; Seungmin sólo hablaba sinceramente con su hermana porque sabía que era la única en quien podía confiar en la casa. Y no es que no confiaba en sus padres, pero sabía cómo eran.

Tanto Jamie como él sabían la forma de pensar que tenían; siempre los juzgarían de la peor manera. Sin embargo, Minho no, y es por eso que se encontraba tan tranquilo. De todas maneras, sabía que el problema de Yang Hyeji, su madre, sería solamente con él y no con Minho porque él se dejó marcar, o bueno, eso se suponía. Eso fue lo que dieron a entender, y técnicamente era cierto.

— ¿Te puedes quedar quieto? —preguntó Minho, levantándose para tomar a Seungmin de los hombros y hacer que deje de caminar—. Me estás poniendo nervioso.

— ¡Yo estoy nervioso! —exclamó en el rostro de Minho. Este lo miró con una ceja alzada e hizo un mohín por su tono de voz—. Lo siento... tengo miedo.

—No tienes por qué tenerlo —animó con suavidad mientras pasaba sus manos por los brazos de Seungmin —. Todo estará bien. Y si no, me tendrás aquí, tendrás a Jamie y que los demás se mueran.

Seungmin soltó una pequeña risa y Minho sonrió para luego abrazarlo, rodeando su cintura. El recuerdo del beso llegó a la mente de Minho y no se sintió molesto por lo que hicieron, de alguna forma lo sintió como algo que quería repetir, pero sabía que estaba fuera de lugar porque Seungmin no quería, así que se guardaría sus deseos.

Hablaron de banalidades durante media hora para no pensar en el hecho de que Yang Hyeji y Kim Beom estaban por llegar a la casa. Ciertamente, Seungmin era el más aterrado, Jamie sabía controlarlo y Minho... Minho sólo pensaba que Seungmin estaba exagerando. Tenía en claro que no sería fácil, pero tampoco imposible. Se había acostumbrado al dramatismo de Seungmin luego de tantos años, y creía que esa era otra de las escenas que crearía.

En el momento que el timbre se hizo oír en toda la casa, sintió a Seungmin tensarse a su lado. Le tomó la mano y le acarició el dorso con el pulgar para calmarlo, sin embargo, de nada sirvió. Seungmin parecía a punto de comenzar a temblar y se sintió desesperado por hacerlo calmar.

— ¡Ve a abrir, idiota! —exclamó Jamie, señalando la puerta. Minho envió una mala mirada, pero luego la volvió a Seungmin, enseguida cambiando su expresión a una preocupada. Pasó una mano por la espalda del Omega y este lo miró, pareciendo aterrado.

— ¿Vamos juntos, ¿sí? —ofreció en voz baja. Seungmin pareció agradecerle con la mirada mientras asentía con efusividad y le sonrió para luego levantarse del sofá.

Ambos caminaron hacia la puerta, pero sin tomarse de la mano. Minho no podía dejar de pensar en lo tan humano que Seungmin era, ya que podía querer ser fuerte en momentos, podía querer superar todo sin hacer mucho escándalo, pero había veces en las que era imposible y se rompía un poco. Y se sentía bien el saber que estaría ahí para reparar todo lo que se rompería.

El timbre volvió a hacerse oír cuando llegaron a la puerta, logrando que Seungmin pegara un pequeño salto y ahí fue cuando Minho decidió tomarlo de la mano. El menor le dio una mirada y Minho sólo le sonrió con suavidad para darle confianza.

Mordida Equivocada | 2MINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora