Capítulo 2

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Una tarde que Mori deambulaba por Seúl, se encontró al viejo del durazno y el viejo empezó a hablar sobre que fuera su discípulo y que así sería mejor que su abuelo. Mori de forma descarada, siguió caminando, pasando de largo e ignorando al hombre que parecía ser un alfa viejo y sin un brazo.

Aun así, el viejo poseía bastante fuerza, por lo menos la suficiente para arrastrar a Mori hasta su consultoría de acupuntura.

— Eres igual de arrogante que tu abuelo — escupió con amargura y recelo el hombre.

El joven de cabello alborotado solo sonrió mientras frotaba su dedo índice debajo de la nariz, parecía incluso alagado por el comentario. La irritación inundó el viejo cuerpo de Bong Chim ante el comportamiento del joven.

— ¿Para qué me trajo aquí? — cuestionó el omega mientras se acomodaba enfrente al hombre.

El dulce aroma de una pradera en plena primavera, inundo el consultorio, era el aroma de un omega tranquilo y feliz. El viejo hombre tragó saliva y frunció divertido el ceño.

— No sabía que el nieto de Jin Taejin fuera un omega, y uno bastante coqueto — juzgo el hombre.

— ¿co, que, to? — preguntó en monosílabas Mori tratando de comprender el porqué de aquella descripción.

— Estás llenando mi consultorio con tu aroma, mocoso irrespetuoso.

— Regresando al porqué te he traído aquí, quiero que seas mi discípulo — demando Na Bong Chim.

Mori miraba todo el consultorio aburrido de lo que sea que hacía en esos momentos, ese viejo que pretendía volviéndolo su discípulo. De repente, algo resonó en la cabeza de Mori. Sin ceremonia alguna, el joven omega se levantó y se fue, dejando a un malhumorado Na Bong, que solo pudo contemplar el descaro del joven. 

— Prometo visitarlo viejo — dijo animado Mori mientras se iba.

Bong Chim soltó un suspiro, se calmó un poco ante las palabras del joven.

...

Después de escapar del viejo, este camino con dirección ambigua, hasta que diviso a un joven cerca del parque, vestía una sudadera gris con el estampado de un tigre. El diseño del estampado le resulto familiar a Mori, claro, era el estampado del grupo de su abuelo.

El joven lo miro y le sonrió, una sonrisa suave y amable, olía a suave menta y fuego, una combinación extraña, pero quizás justa para el joven. Era un parque bátante concurrido y aun así, Mori no pudo evitar verlo a él, no sabía su nombre, no sabía su edad, ni gustos, pasatiempos, o si era fuerte. Lo único que sabía era que el aroma le encantaba y le provocaba cosquillas en la nariz y la boca de estómago.

El joven al parecer le hablo y empezó a hacer ademanes de que se sentara alado de él. 

Para alguien que ha sido criado partir de la creencia de "has lo que quieras", este momento fue difícil por eso. Él no lo conocía y a pesar de eso, ese impulso de su instinto lo llevo a hacer lo que quería, y sin dudarlo o pensarlo, se sentó alado del joven de aroma atractivo.

— Tú eres Jin Mori, ¿verdad? — Pregunto amablemente el joven.

Algo entusiasmado por eso, Mori sonrió y algo avergonzado, asintió.

— Si, ese soy yo, perdón, pero no sé tu nombre.

El joven parecía divertido por eso, pero rápidamente contesto.

— Ilpyo Park, te vi pelear en el torneo regional de Seúl, espero volver a verte pelear pronto — comento el joven sonriéndole.

Ilpyo, que bonito nombre, un ligero rubor se extendió por su rostro, volteo la mirada avergonzado.

El más hermoso omegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora