Cinco disparos. Son cinco disparos los que recibe Rick James, mi padre, por su hija menor. Son cinco disparos los que terminan con su vida en ese mismo instante. Son cinco disparos los que desencadenan los gritos de Emma, quién termina con los soldados atacándola y se arrodilla ante el cuerpo de nuestro padre tratando de cubrir los agujeros en su pecho. Son cinco disparos los que arrancan otra parte de mi corazón y liberan mi furia letal.
Me vuelvo hacia Gema quien está en el piso y no tiene intención de luchar, no se defiende de mis golpes y no trata de derribarme. No me importa, no me importa nada y no detengo mis puños en su cara. No detengo las patadas en todo su cuerpo. No me contengo al enterrar mis uñas en su rostro y arañarla tan profundo que le arranco la piel. Tiene la cara tan hinchada por los golpes que apenas puede moverse, sin embargo, dice-: Ahora ya sabes... ya sabes lo que sentí... el día de... de mi boda.
Le golpeo aún más fuerte, la agarro del cabello y golpeo su cabeza contra el piso. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Un golpe por cada disparo a mi padre que terminan dejándola llena de sangre y con el rostro irreconocible. Pero la desgraciada sigue viva y trata de voltearse, la ayudo dándole patadas en el abdomen que la dejan mirando mi rostro mientras la muelo a golpes.
Aun así, siento que no es suficiente, pero me detengo por los brazos que me separan de su agonizante cuerpo y me rodean totalmente, inmovilizándome. Siento como me presionan contra un pecho fuerte y me sacudo furiosa, aún no he terminado con ella. Aún no es suficiente.
Ninguna cantidad de golpes va a ser suficiente para compensar lo que sus disparos me han arrebatado.El hombre detrás de mí me llama, creo que grita mi nombre, pero no escucho nada, no me importa. Solo escucho un zumbido que me mantiene en las profundidades de mi rabia y dolor. Me retuerzo, trato de golpear al que me sostiene, le clavo los codos en las costillas, pero me supera en fuerza y no logro liberarme.
Sigo temblando de rabia cuando el hombre detrás de mí pasa un brazo por sobre mi hombro apuntando a Gema y deja tres disparos que finalmente acaban con su asquerosa vida. Lo último que ella ve es mi rostro contorsionado por la rabia y el arma de Christopher delante de mí. Él baja el arma presionando sus labios contra mi nuca y me susurra-: No hay nada más que hacer, Rachel. No hay nada más que destruir en ella.
Su voz me trae del entumecimiento de rabia en el que estaba sometida y soy consciente de lo que pasa a mi alrededor. Ya no hay más enfrentamientos en el edificio, los cuerpos de los soldados están esparcidos por todos lados y también de muchos integrantes del ejército rojo. El cuerpo de Gema frente a mí es un desastre, su cabeza está totalmente destrozada y las extremidades de su cuerpo están dobladas en ángulos dolorosos. Escucho gritos y a alguien llorando, sé quién es, pero aún no estoy lista para confirmarlo por lo que bajo la mirada a mis manos las cuales están llenas de sangre de Gema y también mía porque tengo los nudillos rotos y abiertos. Siento los brazos de Christopher rodeándome, conteniéndome de seguir destrozando mis manos, siento su respiración en mi nuca y su agarre aflojándose al ver que ya volví a ser yo.
Levanto la cabeza, no queriendo ver lo que sé que voy a ver. Emma está a quince metros de mí, tiene la cabeza de nuestro padre en su regazo, está arrodillada en un charco de sangre. Sangre de mi padre. Está llorando y no deja de gritar por ayuda, mientras trata de cubrir los agujeros en el cuerpo sin vida. Me remuevo para soltarme del agarre de Christopher, quién lo hace lentamente dejando sus manos en mis brazos mientras siento que deposita un casto beso en la unión de mi cuello y hombro. Se siente como una inyección de fortaleza, la cual necesito. Me suelta y me paro recta, mentalizándome en que esto aún no ha terminado y no puedo derrumbarme.
Camino hacia Emma y mi padre, con Christopher siguiéndome, y noto a los integrantes del ejército rojo que sobrevivieron y ahora están custodiando el lugar y dándonos a mi hermana y a mí un momento de privacidad; con la barbilla alta llego a ellos y pongo una mano en el hombro de mi hermana, quien parece haber estado en un estado de shock ya que deja de gritar y aleja las manos del pecho de mi padre, ahora llorando en silencio. La jalo hacia atrás para que se aparte y me arrodillo junto a mi padre, le paso la mano por la cara, arreglo un mechón de cabello que estaba tapando su atractivo rostro y le acaricio las mejillas. Siento como los ojos se me llenan de lágrimas y bajo la cara dándole un beso en la frente, mientras le susurro lo mucho que lo amo, que lo siento mucho, que tendrá un entierro digno de nuestro apellido y que haré pagar a todos por lo que le han hecho a nuestra familia.