Advertencia: Hay parte +18 por si alguien no quiere leerlo.
✨ Años después en algún lugar en medio del océano Mediterráneo ✨
La ninfa de ojos azules 💓
El sol me da de lleno en el rostro y creo que ha sido así por un rato porque siento un leve ardor en la piel, abro los ojos y los vuelvo a cerrar de inmediato por el exceso de luz, me volteo y noto que estoy sola en la cama. Debo haberme quedado dormida otra vez, se ha vuelto en un tipo de costumbre desde hace unos meses.
Me pongo de pie, cogiendo la bata de seda colgada a un lado y me la pongo por encima del camisón. Sigo caminando dirigiéndome al baño para poder cepillarme los dientes antes de bajar e ir a buscar a las luces de mi vida, termino y no llego a la puerta de mi habitación cuando escucho dos pares de pies corriendo.
—Owen, ¡te voy a ganar! —ahora están más cerca—. Llegaré a mamá antes que tú y será solo mía, ¿escuchaste? MÍA.
—Milenka cállate, que mamá es mía. —Sonrío sentándome en la cama esperando a mis pequeños demonios llegar hasta mí.
—¡¡¡No!!! Oye tonto, ¡no me empujes! —se queja mi hija—. ¡Eso es trampa! ¡Ya no dejaré que juegues con mis vacas!
—No me importan tus vacas, yo tengo a Pucki conmigo todo el tiempo —creo que están a punto de entrar a la habitación—. Y ahora también tendré a mamá.
Justo en ese momento los veo chocar contra el marco de la puerta. Owen me ve y se le ilumina la mirada, trata de alcanzarme, pero su hermana lo jala del brazo y le pone zancadilla tirándolo al piso, él no se queda tranquilo y en cuanto Milenka pasa por su lado jala su pie y la tira junto a él.
Trato de ocultar mi sonrisa viendo como ambos tratan de tumbarse el uno al otro para que no logren llegar a mí—: Bien mini bestias, dejen de pelearse y vengan a darle un abrazo a mamá que los estoy extrañando —decido cortar su pequeña revuelta y ellos de inmediato se detienen, poniéndose de pie. Milenka se arregla el cabello mientras Owen acomoda su ropa, luego ambos me sonríen angelicalmente y llegan hasta mí, llenándome de besos y abrazos.
—¡¡¡Holaaa!!! ¿Ya vas a salir? Ya quiero que salgas a jugar conmigo. Sólo conmigo, ¿me entiendes? —dice Milenka mirando de reojo a Owen, quien rueda los ojos y trata de ocultar su sonrisa.
—Milenka, si le sigues hablando así no va a salir nunca, a nadie le gustan las intensas —responde Owen poniéndose a su lado.
—¡Cállate! Tú no sabes nada. Papá es intenso y a mamá le gusta, ¿cierto, mami? —me mira expectante por mi confirmación con esos sus ojos grises idénticos a los de su padre, estoy a punto de responderle cuando el susodicho aparece en la puerta.
Él se apoya en el marco con los brazos cruzados y nos mira en silencio, solo lleva un pantalón de deporte y veo en sus ojos el atisbo de burla mientras también espera por mi respuesta.
—Sí, mi vida. Pero a veces ser intenso te puede traer problemas, no a todos les gusta lo mismo. —Digo evitando ver la sonrisa arrogante en el rostro del hombre frente a mí.
—¡Ay! Eso es porque tienen malos gustos. Yo sé que le gustaré a todos. —Me responde mi hija restándole importancia y volviendo a centrarse en lo que hacía al principio—. No les hagas caso, tú me vas a adorar. Pero apúrate, porque si te demoras mucho me aburriré de esperarte.
Me rio mientras niego con la cabeza—: Mi amor, aún faltan unos meses para que salga e incluso después de eso, tendrás que esperar a que crezca para que pueda jugar contigo.
—Y mientras crece yo lo cuidaré, te lo prometo, mamá —me dice Owen y sé que aunque solo tiene seis años, lo cumplirá durante toda su vida.
—Alex los está esperando abajo, niños. Les ha traído pollo, así que apúrense y vayan con él. —Christopher por fin entra en la habitación haciéndose notar por los mellizos, quiénes se olvidan de todo y se ponen de pie dirigiéndose a la puerta.