Habían pasado unos meses desde que había despertado el pelinegro y la única preocupación de su madre era que en sueños, Angel9 siempre terminaba llamándola.
Elisabeth, Elisabeth, Elisabeth.
Ella estaba cansada y sus episodios de lagunas mentales se estaban haciendo cada vez más frecuentes, eso la estaba enloqueciendo pero trataba de que no se dieran cuenta.
Angelo había iniciado fisioterapia para recuperar la movilidad de su cuerpo además de psicoterapia con una excelente psiquiatra que trataba sus problemas de memoria y su estrés post-traumatico.
Los últimos meses habían sido rudos, sobre todo al inicio, pero conforme pasaba el tiempo, la vida de Angelo iba volviendo a la normalidad, aunque evidentemente el tiempo había pasado para los demás.
Tanto su madre, cómo su padre, habían estado de acuerdo en regresar a la ciudad, por recomendación de los médicos. Ya que de esa forma el volvería a familiarizarse con su entorno y recordaría cómo era su vida antes del accidente.
Pero algo estaba claro, un disparo en la cabeza dejaba secuelas y por supuesto, había cosas que el no recordaba. Sobre todo, algunos rostros, el sabía que amaba a Elisabeth y que había sido el amor de su vida, su novia, su todo, pero no lograba recordar cómo era su cara, cada vez que intentaba esforzarse por recordarlo, sufría fuertes migrañas y terminaba durmiendo todo el día.
Era una recuperación lenta.
Por su parte, Beatrice, su hermana, se había marchado para casarse con Harry y ambos se habían mudado a Nueva Zelanda donde ahora estaban haciendo su vida.
Lamentablemente ninguno de la familia asistió a la boda y aunque eso le dolía a Angelo porque siempre había sido muy unido a su hermana, le gustaba verla feliz, él sabía que ella era feliz.
Pero su madre jamás le perdonaría esa decisión de casarse.
Una de esas tantas tardes en que acompañaba a su madre al super mercado mientras su padre trabajaba, Jean se detuvo en un pasillo a escoger algunos artículos mientras su madre buscaba algo de fruta.
- Pero que sorpresa... - escuchó la voz de una mujer - Era cierto Angelo, estas vivo.
La mujer de cabello negro se acercó a él y lo abrazó mientras que él solo la miró confundido.
- Lo siento - suspiró - no recuerdo muchas cosas ¿Puedes decirme quién eres?
- Oh lo siento tanto, soy Alice - sonrió.
Angelo se quedó pensando.
- Alice... Alice - miró hacia los estantes y luego miró sus ojos y como un flash volvieron algunas memorias - Alice, amiga de Elisabeth ¿No?
- ¡Si! - Alice hizo ademán de aplaudir - Esa misma.
- Tu... - se acercó susurrando - ¿Sabes algo de Elisabeth?
Alice puso los ojos como platos de la sorpresa y negó con la cabeza.
- No sabemos de ella desde el incidente - suspiró - lo único que nos dejó fueron unas cartas, a ella le afectó mucho lo que les pasó a ti y a Josie - Tomó aire y lo soltó de golpe - a todas nos afectó demasiado, pero a ella... Ella se sintió culpable.
- Acompáñame por favor - pidió él mientras tomaba el carrito y ambos caminaban por el pasillo - Yo no recuerdo muchas cosas, pero si recuerdo lo que sentía por ella y cómo aún dependo de mi madre para mejorar, no puedo buscarla.
- Nosotras lo hemos hecho - acotó Alice - Camila y yo la buscamos desde que se fue, incluso contratamos un detective privado y nada - suspiró de nuevo - es como si la tierra se la hubiese tragado.
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No Tan Culpable ~ 🔞 ~ ( No Tan Inocente II)
RomanceElisabeth se ha marchado y ha dejado todo atrás, su vida, sus amistades y sus viejos amores. Cuando su vida parece tener algo de forma, su pasado parece pisarle los talones cada vez más. Pero ahora tiene otros motivos para luchar. Ya no es la misma...