Uno

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-Waa~ waaa~

El dulce llanto de un bebé recién nacido.

Horas atrás... En el Thousand Sunny estaban todos reunidos afuera del consultorio del pequeño Tony Tony Chopper, todos nerviosos, todos ansiosos, uno de sus tan preciados miembros estaba adentro, así es, nada más y nada menos que el joven pierna negra Sanji, había estado nueves meses sin combatir por esta situacion, no había podido pelear por este pequeño inconveniente o mejor dicho, este milagro.

El pequeño Chopper salió y todos se levantaron al mismo tiempo esperando noticias, el más ansioso de todos el espadachín de los Mugiwaras, Roronoa Zoro.

-¿Cómo está? - Preguntó rápido a lo que Tony sonrió.

-Está perfecto.

-Waa~ waaa~ - Se escucho desde adentro el lloriqueo de un bebito que hizo sonreír a todos.

Zoro apretó la quijada y terminó sonriendo, apartó a Chopper y entró rápido a la enfermería, encontrándose ahí con su dulce rubio sosteniendo a su bebé y llorando de alegría.

-¿Tu eras quien no me dejaba dormir? - Le preguntaba el rubio al pequeño que lloraba desconsolado, no tenía idea de qué estaba pasando, todo era nuevo para él.

Zoro se acercó a ellos dos y cayó al suelo de rodillas, todo esto siendo observado por los Mugiwara que los veían en la entrada de la puerta; el peliverde tomó la mano de Sanji y la besó, luego le dio un fuerte abrazo.

-Gracias. - Susurró el espadachín dándole un beso en la mejilla al cocinero.

-Toma, carga a tu hijo. - Sanji le dio el bebé a Zoro sonriendo.

Zoro mordió su labio y sostuvo a ese pequeño pedacito de ser humano entre sus brazos, en cuanto lo cargó el pequeño dejó de llorar a lo que Zoro suspiro y sonrió cerrando los ojos, el bebé ladeo un poco la cabeza y tomó un dedo de Zoro soltando una hermosa sonrisita que le robo el corazón a su padre, el peliverde acarició los cortos cabellos de su pequeño y este sonrió plácidamente, era rubio igual que Sanji.

-Es precioso. - Dijo finalmente Zoro. - Se parece a ti. - Vio al cocinero que estaba en cama que sólo pudo sonreír y tomar la mano de su Zoro.

-¡Un nuevo nakama! ¡Todos a celebrar! - Grito el capitán y todos festajaron.

Esa noche bebieron, bailaron y cantaron, toda esa celebración por el pequeño que aún no tenía nombre, Brook incluso le compuso una canción para él y sólo para él, el nacimiento, una nueva vida, el inicio de un ciclo, todo eso era valorado y muy emocionante para la tripulación.

Al día siguiente, Sanji pudo pararse por fin, estaba más delgado que antes, se sentía muy débil, la mayor parte del embarazo había sido dura, no podía comer casi nada porque todo le daba náuseas, muchas veces no cocinó ya que igual le daba asco, tenía mucho sueño pero no podía dormir, y además estaba muy asustado, no quería que Zoro rechazara a su bebé, por suerte, este mismo hombre del que tenía miedo Sanji estaba ahí, Zoro mimo y cumplió cada capricho que tenía su rubio, dejó de pelear con él, le dio masajes, le ayudó a cocinar aunque no era bueno en ello, lo trató como un príncipe y es que Zoro no lo iba a abandonar, amaba a ese rubio locamente y amaría a su hijo de igual manera.

El espadachín ayudó a que se fajara el rubio, era algo importante para que su cuerpo volviera a tomar forma, cuando hay un embarazo la piel se extiende y algunos órganos internos se mueven, fajarse ayuda a que todo se acomode más fácilmente y que la piel vuelva a su normalidad.

Sanji dio un beso a Zoro y este se sorprendió pero le sonrió.

-¿Y ese beso tan dulce? - Preguntó lamiendose los labios.

Criando a un Pirata (ZoSan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora